“Los periodistas no somos los héroes”: lecciones del fotoperiodista mexicano Jair Cabrera

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Por: Miguel Sandoval
En 2015 visitó el poblado de Tlapa, Guerrero, para cubrir las consecuencias de un enfrentamiento armado en plenas elecciones; también, ese año una de sus capturas fue elegida por la revista Time entre las 100 mejores fotos. Otra de sus muchas coberturas corresponde a un grupo de migrantes sudamericanos que se dirigía a Estados Unidos; se resalta su peregrinaje y el control del gobierno mexicano sobre ellos.


El fotoperiodista nació en Iztapalapa, Ciudad de México, en 1988. Es comunicólogo egresado de la Universidad del Valle de México (UVM) y fotógrafo con formación en la Fábrica de Artes y Oficios de Oriente (FARO de Oriente). Ha trabajado para publicaciones nacionales e internacionales, entre las que destacan El Universal, La Jornada, El País y TELESUR. Actualmente su labor se enfoca en temas de seguridad, derechos humanos y migración.
En entrevista con Zoom F7, Jair Cabrera cuenta que no consideraba dedicarse al periodismo, ya que sus dos hermanos cursaban esa licenciatura. Finalizaba sus estudios de preparatoria cuando, empujado por el consejo de ingresar al FARO de Oriente, acudió a la clase de Jesús Villaseca, fotógrafo de La Jornada, quien conocía el contexto en el cual los jóvenes de Iztapalapa crecían. A partir de ese momento, Jair quedó convencido de que quería contar historias con su cámara, puesto que la manera de transmitir conocimientos de su profesor lo atrapó.


Al respecto, recuerda con cariño una anécdota en la que su maestro pedía a la clase tomar fotografías con los ojos, registrar la luz y las escenas, al mismo tiempo que observar su entorno más íntimo para ahí encontrarse; en pocas palabras, para sentirse orgullosos de sus raíces. Aquello fue esencial para el fotoperiodista aprendiz, debido a que en lo profesional pudo acercarse respetuosamente a sus coberturas, al reconocer una violencia y marginación similar a la de Iztapalapa en otros espacios.
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Y es que la Ciudad de México, con sus matices, representa un lugar importante para Jair, señalándonos que sus colores —y los colores de los sitios que visita— conforman uno de los aspectos que más aprecia en su trabajo. Asimismo, preguntándole sobre la foto con título Vivir es increíble (2014) tomada afuera del Metro Tlatelolco, señaló que retrata a la muerte con gran respeto, explicándonos además que situaciones tan inusuales como la ahí capturada son posibles sólo cuando uno sabe observar; cuando se está atento y se deja sorprender.

La edición es un tema que trata con cuidado. Favorece el contraste por encima de otras modificaciones a sus fotografías. En cuanto a la postura del fotoperiodismo frente a los retoques, habló de una visión muy puritana, refiriéndonos que la democratización de la profesión ayuda a que existan exponentes con buen material en redes sociales. Resaltó de esta manera el poder de los fotógrafos locales para contar sus historias.
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Por otro lado, al pedirle un consejo en nombre de los fotógrafos que no pueden salir de casa debido a la COVID-19, Jair reflexionó sobre lo imperativo de retratar nuestros hogares, para luego retratar al mundo, en clara alusión a las enseñanzas de Jesús Villaseca. Asimismo, enfatizó la necesidad de cuidarnos y de no enfocarnos por completo en las narrativas de la pandemia, sino también en otros relatos que no deben olvidarse. Citó, por ejemplo, el caso de una chica desparecida en que trabaja actualmente.

Más aún, al ahondar en el tema de la crisis sanitaria, el fotógrafo (uno de los fundadores de la agencia Aztlanphoto) llamó a rescatar las historia de la otredad, de aquellos que no tienen voz y cuyas vidas son desplazadas por la prensa, como es el caso de un grupo de trabajadoras sexuales trans de la Ciudad de México, quienes padecen una violencia de la que no se habla. “Siguen habiendo problemáticas muy fuertes y hay que seguirlas cubriendo”, sentencia Jair al reiterar que el reto es no olvidarnos de que existe población socialmente vulnerable.
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Una vez entrados en cuestiones de género, reconoció lo vital en que las mujeres se organicen y alcen la voz contra el abuso, dentro y fuera del periodismo, al igual que la importancia de las fotógrafas y corresponsales en marchas y cada vez más espacios. No obstante, también afirmó con dureza lo lamentable en que las chicas trans —a quienes acompaña con su cámara desde marzo del 2020— sean completamente ignoradas.



En un tema diferente, Jair habló sobre dos de sus reportajes más complicados, el primero de los cuales realizó en Iztapalapa hace tiempo, cuando sus amigos sospecharon que los denunciaría por actos ilícitos (a lo que solían dedicarse), o que daría información a personas que les podían causar daño. El segundo, debido a las condiciones bélicas e idiomáticas, ocurrió en Afganistán, cuando durante 11 días enfrentó la tensión de dos atentados y la difícil comunicación con gente de ese país.
Agregó además una experiencia que transformó su vida, cuando fue retenido en Guerrero, donde perdió su computadora y equipo fotográfico, hecho que en sus palabras le hizo “cambiar de actitud y valorar un montón de cosas”. Acerca de esta cuestión no externó detalles, sin embargo, advirtió que “los periodistas no somos los héroes”, sino más bien intermediarios que afrontan el riesgo de su profesión.

Al final de nuestra entrevista, Jair consideró que, pese a las circunstancias, la fotografía está en un auge, lo mismo que los formatos audiovisuales, gracias a las plataformas de convivencia de las que disponemos. En un ámbito distinto, nos recomendó la obra de los fotógrafos Héctor García, Enrique Metinides y Francisco Mata. Disparos (Rodrigo Hernández y Elpida Nikou, 2018) es un documental, seleccionado en Ambulante, que explora más a fondo la trayectoria y vida del fotoperiodista.
Para conocer más del trabajo de Jair Cabrera síguelo en Instagram.
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