Rogue One: Un nuevo respiro para la saga

En 1977 un joven cineasta presentó al mundo una película que mostró a las personas de marketing y a los productores una nueva manera de engordar las carteras y generar cantidades obscenas de dinero fuera de las salas de cine. Esa película, como muchos saben es Star Wars, el primer episodio que irónicamente comienza siendo el cuarto (en otra ocasión abordaremos el porqué de esa decisión). Pero el joven George Lucas, aficionado a las carreras de autos y a los cómics, tuvo un trasfondo menos comercial, y que incluso podría ser hasta romántico al momento de concebir esta ópera espacial.
En un concepto más básico, Lucas creó una analogía entre los jóvenes creadores con ganas de cambiar el establishment de las productoras hollywoodenses para llegar a un público con ganas de otro tipo de historias.
Ese puñado de rebeldes representados por Spielberg, De Palma, Scorsese, Coppola y el mismo Lucas se enfrentarían al temido Imperio, que no es más que la visión que el creador de Indiana Jones tenía sobre las grandes productoras de la Meca del cine.
Lo que sucedió con Star Wars es una historia que la mayoría conocemos y otros, padecemos. Pero en este año 2016, que se antoja lejano en todos sentidos con el 1977 que vio nacer la saga más lucrativa de todos los tiempos; se presenta el primer filme que no pertenece a la línea argumental a la que estamos acostumbrados, es decir nadie tiene que ver con los dilemas y conflictos de la familia Skywalker, pero si ocurre en el mismo universo.
Rogue One: A Star Wars History (Gareth Edwards, 2016) cuenta la historia de un grupo de outsiders de la Alianza Rebelde que logran tener información sobre una arma tan poderosa que puede destruir un planeta entero. La obtención de los planos de esta arma es vital para evitar que el Imperio Galáctico domine la galaxia para siempre.
La historia es protagonizada por Jyn Erso (Felicity Jones) quien sufre una ruptura familiar debido a los planes del imperio por construir la temida estrella de la muerte, cuya construcción es liderada por su padre Galen Erso Capturada por el grupo de inteligencia de la Alianza Rebelde, quienes desesperados por saber qué es esta nueva arma están dispuestos a realizar cualquier acción para lograr detener esta “asesina de planetas”.
La película cuenta con un ritmo audaz que lleva de la mano la acción y las diferentes situaciones que llevaran a este grupo de rebeldes a realizar el plan tan ambicioso. Se siente apresurado el primer acto, justo porque así están las cosas en el Consejo de la Alianza Rebelde.
Al ser el primer largometraje que se desprende de los episodios que integran la saga principal, cuenta con otro formato, por decirlo de alguna manera. Es la historia de un puñado de personas que serían desconocidas, no hay Jedis, son solo rebeldes.
Las actuaciones son buenas, Jones hace una combinación del sentido de humor ácido de Han Solo con la fortaleza de la Princesa Leia, con Diego Luna que caracteriza al Capitán Cassian Andor quien a pesar de ser reacio al inicio genera empatía con Erso para lograr acceder a los planos de la Estrella de la Muerte. Además cuenta con la excelente actuación de Donnie Yen (Chirrut Imwe) un monje ciego que protege los restos de un antiguo templo Jedi, que cree con mucha devoción en la Fuerza.
Dentro de la trama es interesante como van entrando algunos personajes conocidos, tanto de la primer trilogía (Episodios IV, V y VI) y de personajes que no tienen tanto peso pero que aparecen en el Episodio III y dan pie a lo que ya todos sabemos que sucede en Una Nueva Esperanza.
En el apartado de dirección se siente esa importancia que da Gareth Edwards a la perspectiva, que es lo que ya habíamos visto en Godzilla (Edwards, 2014) y nos da una imagen dimensionando el tamaño de la Estrella de la Muerte. En la música, es notable que no exista un score realizado por John Williams, pero que a pesar de no estar esa pieza fundamental en el universo Star Wars no se sienta de golpe esa falta.
La fotografía y efectos especiales son, digamos, genéricos de la saga, lo sorprendente es el uso del CGI para dar vida a viejos conocidos de la saga.
Esta historia de Star Wars fue un alivio, después del sinsabor que dejó (para el que escribe) Episodio VII. Fue un acierto, a pesar de los problemas de producción que estuvieron a punto de dejarla solo como proyecto. Es emocionante, los personajes aparecen cuando deben y sobre todo, a pesar de que también apela a la nostalgia, no se siente forzada.
Sebastián Ortiz
Comunicólogo que habala mucho y escribe (mal) sobre cine, música y ciencia ficción.
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