Psicosis, la mente de Alfred

“Mi afición es disecar cosas. Ya sabe, la taxidermia.”
Norman Bates
Psicosis es quizá la obra más conocida de uno de los mejores realizadores en la historia del cine, quien tuvo su primer acercamiento formal al séptimo arte realizando los rótulos de las películas mudas. Innovador no sólo en la técnica sino en la narrativa, Hitchcock se posicionó como el pionero del suspense y thriller psicológico. A su popularidad también se sumaron sus famosos, y en muchas ocasiones cómicos cameos; además, el programa Alfred Hitchcock presenta (el cual generó en mí una gran pasión por el cine) se convirtió en todo un ícono de la pantalla.
El cineasta nacido en Londres marcó una gran diferencia en su forma de indagar en la psique del espectador y construir ambientes tanto de tensión como ansiedad. Se caracterizó por catalizar las reacciones con una anticipación al peligro como instinto humano, además de involucrar a la audiencia con planos subjetivos, rompiendo la barrera espacial. Hitchcock alerta pero engancha con un morbo seductor.
El guión de Psicosis es una adaptación de Joseph Stefano de la novela homónima escrita por Robert Bloch. Juega con la “inocencia” de una hermosa mujer, y crea todo un proceso que aparentemente se desarrolla como una trama policiaca. Un desliz es lo que lleva a la protagonista a un recóndito lugar en donde su menor preocupación deberá ser el dinero que de manera impulsiva robó.
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La culpa de una mujer intachable, su desesperada situación económica y amorosa, la búsqueda de la redención y el castigo a cargo de un ángel de la muerte, son la base de uno de los McGuffins más elegantes en la historia del cine.
La justicia en las manos de un verdugo como Norman Bates (Anthony Perkins) virtuoso actor cuya actuación le valió el respeto y la memoria, pero no por eso la nominación al Óscar. La tensa banda sonora a cargo de Bernard Hermann, titulada El asesino; asociada y etiquetada desde entonces con el peligro, la muerte, el terror; como miles de tendones contraídos al son de los chirridos de los violines que se sienten en el cuello, en las palmas de las manos, como una puñalada directo en el estómago, para terminar con un grito atrapado, unísono.
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Desde el título, Psicosis es toda una atmósfera de intriga. La casa al fondo del plano, el escape, un motel solitario, una mujer angustiada y un hombre con un aire demente: elementos necesarios para un suspenso exitoso. Los etéreos giros de tuerca llevan a la cima y nos ubica en una de las escenas más emblemáticas del mundo del cine.
Los planos cerrados calcando la expresión de Marion Crane (Janet Leight), el detalle a sus manos y a su ojo en la escena del asesinato, están montados con maestría para dejar la mayoría a la imaginación del espectador.
Hitchcock como buen cineasta; virtuoso voyeur y exhibicionista, no dejó de plasmar en su obra aquel que mira y aquel que exhibe, de manera consciente o inconsciente, el complejo de Edipo no resuelto, la obsesión y el amor de un hijo hacia su madre que detona en esquizofrenia, en psicosis, en obsesión.
Las figuras psicoanalíticas se presentan de carácter real y ficticio llevando a los personajes al borde de su condición humana, a un punto de quiebre, al abismo, ahí en donde la mente no entiende ni da razón, en donde el sentido común, la conducta y el superyó se transforman en formas superfluas en la configuración de los personajes.
Fan Valdés
Pedagoga de formación pero cineasta por convicción, artista plástica en el tiempo libre.
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