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Heroico: una entrega ambigua sobre la institución militar en México 

heroico critica 2

Por: Carlos Carrizales 

La formación disciplinaria es una de las grandes cuestiones de las sociedades modernas. Desde la sociología, el estudio de los mecanismos por medio de los cuales las instituciones forjan individuos asignándoles espacios y controlando sus cuerpos, es un tema fundamental. Una de las instituciones disciplinarias por excelencia es el ejército, y como tal ha sido reconocida dentro del cine; desde la mirada sádicamente fársica de Kubrick en Full Metal Jacket (1987) hasta los acercamientos patriotas de Hacksaw Ridge (Gibson, 2016). En la cinematografía nacional, no obstante, las aproximaciones hacia el funcionamiento interno de las fuerzas armadas no han tenido igual relevancia, lo que otorga a Heroico una posición de cierta excepcionalidad. 

Dirigida por David Zonana (Mano de obra, 2019), Heroico se concentra en Luis (interpretado por el ex cadete Santiago Sandoval), un joven con ascendencia indígena que ingresa al Colegio Militar para obtener el seguro social y poder darle a su madre tratamiento para la diabetes. Sus motivaciones responden más a la necesidad que a la convicción, y una vez dentro se encontrará con otros nuevos reclutas (llamados “potros”) que están en situaciones similares de precariedad, lejos de cualquier idea de nobleza o patriotismo. Además, se verá sumergido en un ambiente sórdido y violento, donde la disciplina se funde con el maltrato.

Desde su inicio Heroico nos sumerge en el microcosmos que es la institución  en tanto espacio y proceso. Entramos junto a Luis al Colegio Militar, acompañándolo desde la entrevista hasta su primera noche ya instalado, en la que el sargento Eugenio Sierra (Fernando Cuautle en un gran papel interpretado sólidamente y con inquietantes matices) les da a los recién llegados un discurso que tiene por objetivo quebrar sus voluntades y proponer una interacción agresiva desde el primer momento. En general, la película es efectiva en la labor de hundir al espectador en la cotidianeidad de Luis para seguirlo como un sujeto en medio de un ambiente enrarecido, que hace de cada momento una experiencia que subraya las demandas principales de obediencia y “aguante”: la hora de la comida con “retos” de los mayores, el sueño y la clase interrumpidos con gritos y sacudidas, los entrenamientos con bravatas e insultos. Todo orientado a inculcar una percepción anestesiada con respecto a los agravios que sufren. 

Heroico no deja de lado la intensa masculinización de la vida militar, mostrando las entrañas de la institución como un espacio en donde se impone una noción androcéntrica y machista de la vida, en la exhibición de un conjunto de relaciones homosociales que encuentran su límite en la homofobia, la cual se presenta desde la pregunta que el invisible reclutador le hace a Luis al pricipio (“¿has sentido alguna vez atracción hacia alguien de tu mismo sexo?”). El Ejército es un mundo “de hombres”, tanto en el sentido literal como en el sentido simbólico; el performance de todas aquellas expresiones culturalmente asignadas a lo masculino (el sentido de camaradería burlona, la dureza, el apego a las jerarquías, la burla sexualizada, lo femenino como burla e inferioridad) abundan y son centro de la institución disciplinar. 

La fotografía de Carolina Costa (El baile de los 41) lleva a las imágenes esta densidad simbólica al retratar la locación del Centro Ceremonial Otomí en planos abiertos, simétricos, donde las columnas, los nichos y escalinatas de piedra flanquean a las formaciones de cadetes. Su esmerada propuesta visual enfatiza la grandilocuencia de la arquitectura de este espacio en el que paradójicamente también se percibe, con sus acabados de piedra en enormes proporciones, un proyecto nacionalista que intenta erigir símbolos y fundar cierta artificialidad grandilocuente que pareciera materializar la idea de “exigir un soldado en cada hijo”

Heroico: una entrega ambigua sobre la institución militar en México 
Heroico

En este sentido, la relación de la película con lo indígena es particular. En diversos momentos se muestra que varios personajes, incluido el protagonista, tienen ascendencia indígena. Hablan Náhuatl y sus orígenes son como un pasado del que intentan huir (Luis prefiere no comunicarse en su lengua, por ejemplo). En unas de las ambigüedades del filme, derivada de una ejecución que se desgaja poco a poco, este elemento narrativo podría tener un par de lecturas, hasta contradictorias: por un lado, el reconocimiento de que el Estado Mexicano instrumentaliza lo indígena (tanto en símbolos como en “capital humano”) para su proyecto nacionalista que no sólo los desdeña, sino que los extrae para sus propios fines: si la milicia es “pueblo uniformado”, en Heroico se critica que ese pueblo es el pueblo colonizado, extraído y violentado

Por otro lado, no obstante, la lectura puede ser menos halagüeña, incluso problemática: que la relación entre lo indígena y lo militar es simbiótica. Que las Fuerzas Armadas están repletas de personas provenientes de pueblos originarios con ganas de alcanzar poder para repartir violencia. Que esa es la población que compone esta casta insensible forjada con sangre. 

Durante los dos primeros tramos de la cinta la narración privilegia una puesta en escena sobria, que resulta más efectiva al descansar en varias escenas que si bien son agresivas, la violencia explícita nunca las domina. Se huye de la sangre y el sadismo, se aleja del morbo típico que rodea a las escenas sangrientas y, aun así, acentúa las pretensiones de dominación y disciplinamiento que existen tras cada petición de crueldad: como azotar a un compañero en las nalgas o participar en un asalto. Además, estas escenas se mezclan con la construcción de Luis como un joven cuya brújula moral lo conflictúa al tener que mantenerse en el Colegio por la salud de su madre (a pesar de la violencia a la que se ve sometido) y ser un joven que intenta forjar lazos e integrarse, como los otros.

No obstante, hacia el tercer tramo las secuencias se permiten cada vez mayor exhibición de violencia y es cuando Heroico abandona la sobriedad para llevar al espectador al shock por las imágenes, en un estilo aséptico parecido en tono al Michel Franco de Nuevo Orden (2020): sobresaltos acompañados de golpes secos, disparos, sometimientos. Es en esta parte en la que la película podría ser señalada por perpetrar en el espectador el sadismo al que es sometido el protagonista, en una cierta pérdida de coherencia que conduce su trama a una ambigüedad discursiva de la que no es claro si sale bien librada; si logra mandar algún mensaje o lo diluye al introducir elementos que no aparentaban ser necesarios.

Asimismo, en el tercer acto también el montaje contribuye a una lectura ambigua, pues de pronto introduce rupturas que mezclan sueño y realidad. Si bien, por un lado, esto puede representar la progresiva dislocación de una conciencia bajo los efectos de un proceso educativo que privilegia la violencia, el shock como experiencia y la deshumanización también la acercan a la fragmentación. Este punto puede ser tanto una decisión para añadir imágenes que den cuenta de un posible proceso de desdoblamiento como mecanismo psicológico de protección de una mente maniatada, como la desafortunada posibilidad de diluir lo que Zonana nos quiere decir acerca de la institución militar y su proceso de inculcación.

Compuesta por dos tercios pulidos pero rematada con un tercer acto que introduce ambigüedades que no se deciden entre la virtud o la debilidad, Heroico se apega a un retrato sobre la violencia de la institución militar hacia adentro, sobre todo en lo concerniente a lo psicológico y lo físico. En la coyuntura actual, sirve para poner sobre la mesa la pertinencia de prestar martillos a esas manos que en todo ven algo para golpear.

Heroico está en cines de México 

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3 comentarios sobre “Heroico: una entrega ambigua sobre la institución militar en México  Deja un comentario

  1. Me gustó, veo necesario que el cine mexicano salga de la típica comedia romántica, puede encantar a algunos, a otros no tanto, pero, por lo menos trae a la mesa el diálogo sobre temas más interesantes, diálogo que tanto hace falta

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