¡Nope! y la enfermiza obsesión por las imágenes | Crítica

El 25 de mayo del 2020 en Minneapolis, California, el afroamericano George Floyd fue brutalmente asesinado por la policía local tras ser acusado de pagar con un billete falso en una tienda de conveniencia. El crimen de odio quedó registrado en un video que llegó al mundo, causó indignación y generó marchas y protestas. Lejos de esto, en las redes sociales tanto la grabación como el posterior alzamiento se volvieron una fuente inagotable para la creación de contenido, no solamente periodístico, sino también de divertimento.
Los medios de comunicación se convirtieron en cazadores con miras a encontrar las imágenes más nítidas del hecho y los implicados, quienes fueron objeto de una banalización que invadió la conversación con raros performance comandados por influencers, cadenas de copia y pega, gameplays temáticos y sketches cómicos. Los contenidos evidenciaron una búsqueda y consumo incansable del morbo y el entretenimiento a expensas de la tragedia.
No menciono el fatídico evento porque la nueva película de Jordan Peele lo reviva o aborde, sino porque sus secuelas mediáticas sintetizan de manera espeluznantemente precisa la tesis de su más reciente cinta de “terror” y ciencia ficción: la manía por capturar imágenes no es más que el reflejo de un placer puramente egoísta.
¡Nope! (2022) nos cuenta la historia de OJ y Emerald Haywood, quienes luchan por sobrevivir y mantener el negocio de su padre a flote tras su repentino fallecimiento. Una noche descubren una rara figura en las nubes, la cual hace que emprendan un viaje para capturar en alta definición evidencia de la enigmática manifestación sin saber de los horrores que esconde.
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Si tuviéramos que ubicar a Peele dentro del espectro del cine de terror, definitivamente no lo pondríamos al lado de los autores más vanguardistas como Robert Eggers, Ari Aster o Julia Ducournau, pero sí lo encontramos en un territorio más clásico, cercano a autores como John Carpenter o Rod Sterling. Su mayor punto en común radica en la creación de historias entretenidas, con poderosas atmósferas de misterio y llenas de horripilantes casualidades, pero en las que el subtexto —siempre supeditado por temas de interés político o social— adquiere un rol clave dentro en ficción y condiciona el rumbo de la historia y de las herramientas que se utilizan para narrarla.
Es imposible concebir su ópera prima, Get out (2017), sin su mordaz comentario sobre el racismo y sus referencias a la larga historia de abuso y opresión de la población afroamericana por parte del sistema yanqui. O su segundo largometraje, Us (2019), sin su agresiva reflexión sobre el sueño americano, alegoría de un apocalíptico y decadente Estados Unidos.
¡Nope! continúa esta tradición y propone una lectura tan fascinante como pertinente de nuestros tiempos al analizar la enfermiza adicción de la sociedad al espectáculo y a su obsesión por el tráfico de contenido, especialmente, el de las imágenes. Desde la perspectiva del director, esta permanente documentación de los fenómenos cotidianos, derivada de la hipermediatización, no tiene la finalidad bondadosa que muchos le infieren, sino que se inclina al oportunismo y al hedonismo puro.
Las formas de demostrarlo es a través de los personajes de la película y la cacería que emprenden. Cada uno está dispuesto a pagar cualquier precio para acceder al reflector, labrarse una reputación y obtener su tajada del momento, ya sea en nombre del arte, de la necesidad, de la diversión colectiva o la salvación mundial.
En papel, el tercer largometraje de Peele puede remitir a otras películas que juzgan nuestro comportamiento como el de un superfluo animal social, tal como la malograda Don´t Look Up (Adam Mckay, 2021), pero la aproximación del neoyorquino se libra de lo moralista o panfletista para darle a su historia un ingenioso giro de ironía, el cual viene desde una decisión que podría sonar contraria al mensaje que plantea, pero que en su ejecución se logra justificar.
Es decir, gracias a una apuesta visual que emula a las grandes producciones de verano del último cuarto del siglo XX, en un show híbrido de thriller, ciencia ficción y western, vemos los imponentes planos del infinito desierto —bellamente fotografiados por Hoyte Van Hoytema— como un señuelo perfecto para atraer al público con la promesa de un espectáculo que lo distraiga. Pero, la formidable historia de criaturas del espacio exterior que aterrorizan a los habitantes de la tierra, en realidad sirve para señalar a la humanidad como adepta y responsable de la frivolidad cotidiana.
¡Nope! Despunta por su determinación en llevar su premisa hasta las últimas consecuencias sin limitar sus formas de explorarla. Es un entretenido blockbuster al mismo tiempo que crítica nuestra mirada morbosa —una rara suerte de voyeurismo asexuado— y la necesidad de hacer que todo lo que atraiga nuestra peculiar atención sea ligero y digerible.
El brillante manejo de los opuestos e increíble creatividad confirman a Jordan Peele no sólo como el maestro moderno del cine de horror que muchos profetizaban desde su primer filme, sino como un realizador con el potencial y la destreza de sacar adelante cualquier proyecto que se proponga.
Opinión de ¡Nope! en TikTok
@zoomf7 #Nope es probablemente la mejor #película de Jordan Peele. ¡Gran #suspenso y #comedia ! ¿a ti qué te pareció? #film #cine #cinema #zoomf7
Trailer ¡Nope!
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