Gloria Schoemann: editora de las mejores películas del cine de oro mexicano

Por: Citlalli Juárez
Era la década de los años cuarenta, Agustín Lara conquistaba a todo México con la canción María Bonita, Ávila Camacho ganó la presidencia y los Aliados peleaban contra las Potencias del Eje. Mientras el mundo disputaba una guerra contra el fascismo, nuestro país se encontraba en la cúspide de producción cinematográfica, la llamada “época de oro” del cine nacional, resultado del descuido estadounidense y europeo de su industria fílmica por el conflicto bélico. Durante esta década, la presidencia mexicana concedió facilidades a los realizadores para promover la cinematografía nacional; se posibilitó el uso de tecnología y expertos técnicos para la realización de filmes, además de lograr la distribución mundial de películas nacionales. México se convirtió en el proveedor de historias para el resto del mundo.
Gloria Schoemann, la editora anónima del cine de oro mexicano
Fue así que los nombres de Dolores del Río, Pedro Infante, Emilio Fernández, Gabriel Figueroa, entre muchos otros, alcanzaron popularidad internacional y lograron que los ojos del mundo se interesaran en México. Sin embargo, existe una persona poco mencionada (y en ocasiones olvidada) que dio vida a algunas de las mejores películas de la época: Gloria Schoemann. Oriunda de la Ciudad de México, fue una de las editoras mexicanas más prolíficas de la historia con la realización de 221 películas. Hizo sus primeros estudios en México, pero en su adolescencia viajó a Los Angeles, California, donde trabajó de extra en algunos filmes de Hollywood e incluso hizo un papel secundario a lado del actor y cantante José Mojica. En 1935, tras su regreso a México, obtuvo un papel en la película de Chano Urueta, Hombres de Mar.
Te puede interesar: Filmoteca UNAM ofrece gratis en línea clásicos del cine mexicano
A pesar de que la actuación era un ejercicio grato, el verdadero aspecto que enamoró a Gloria fue el de la edición, de modo que en 1942 consiguió un trabajo como la ayudante del editor Jorge Bustos en la cinta Yo bailé con Don Porfirio Díaz, dirigida por Gilberto Martínez Solares, donde construyó los pilares de su carrera. Fue hasta 1943 que se desempeñó como titular de edición en su primer largometraje, Distinto amanecer, filme dirigido por Julio Bracho. Desde entonces hasta 1981, editó más de dos centenares de películas, en las cuales trabajó con algunos de los mejores cineastas de la época, como Roberto Galvadón, Luis Buñuel y Julio Bracho.

Aunque Gloria Schoemann colaboró con tan renombrados artistas, hubo un director con quien estableció una relación laboral duradera y de confianza; nadie menos que Emilio “El Indio” Fernández, director icónico y representativo del cine de oro nacional. Con él realizó 23 cintas de 1943 a 1967, convirtiéndose en su editora predilecta (algo así como la Thelma Schoonmaker de Martin Scorsese). La primera película que hicieron juntos fue la emotiva y trágica historia de María Candelaria (1943), que también fue el tercer filme en el cual la mexicana trabajó con el cinefotógrafo Gabriel Figueroa (anteriormente habían colaborado en Distinto Amanecer y en La mujer sin cabeza, de René Cardona).
María Candelaria marcó un parteaguas no sólo para la carrera de Schoemann, sino también para todo el cine mexicano. En 1946, Xochimilco (título oficial del filme) se convirtió en la primera película mexicana (y latinoamericana) en participar en el Festival de Cannes, donde ganó la Palma de Oro. Ese mismo año se fundó la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), institución encargada de la creación del Premio Ariel con el propósito de reconocer los méritos de la cinematografía mexicana.

Fue así que en 1946, la mujer de 33 años recibió su primera nominación por Mejor Edición en los Premios Ariel por Las Abandonadas (Emilio Fernández, 1944). Desafortunadamente, no ganó en esa ocasión, pero un año después se llevó el premio por su trabajo en Enamorada (1946), considerada una de las obras maestras del “Indio” Fernández. De las 13 nominaciones al Ariel que Schoemann obtuvo a lo largo de su carrera, seis fueron con filmes del mismo director.
Te puede interesar: Antonia Bonifant, el alma de la crítica cinematográfica
Cabe recordar que durante la década de los 40, la producción fílmica mexicana era completamente diferente a la hollywoodense, en el sentido que los editores no eran empleados de un estudio, sino trabajadores independientes que realizaban una película a la vez. Cuando Gloria Schoemann inició su carrera editando en Films Mundiales (compañía dirigida por Agustín J. Fink que lanzó las primeras películas de Emilio Fernández), tuvo la ventaja de formar parte del equipo de trabajo de directores y cineastas de renombre, como Fernández y Julio Bracho.
En una entrevista, la montajista reveló que Emilio Fernández era una persona con quien se podía trabajar fácilmente, a pesar de ser reconocido por su genio volátil. Lo describió como un realizador bastante accesible, quien escuchaba las opiniones de sus colaboradores y que fomentaba una atmósfera de respeto a los talentos individuales. La forma en que dicho director —y muchos otros— trabajaba con sus equipos consistía en reunirse con el cinefotógrafo, guionista y editor para una lectura de guion en la que se comentaba la continuidad y los diálogos del filme, con el objetivo de deliberar qué se necesitaba en la película. La tarea de Schoemann como editora era indicar qué escenas no aportaban a la historia o arruinaban el ritmo.
Para apreciar la importancia del trabajo de una de las mujeres pioneras en la edición cinematográfica, es necesario saber las diferencias de la industria del cine en México y la estadounidense o la europea. El trabajo de edición en Estados Unidos y Europa era una profesión altamente respetada, mientras que en tierras mexicanas no sucedía lo mismo; en los sistemas extranjeros, el editor generalmente se encontraba en set durante la grabación, y si pedía una toma extra, se hacía. Contrariamente, en México el editor permanecía en su estudio, además de que las tomas adicionales nunca se hacían, por lo que debía trabajar con lo que tenía. Schoemann debía construir una historia coherente con el material que le era entregado, a pesar de que este tuviera fallas de continuidad, errores de exposición o cualquier otro tipo de problema.
La prolífica carrera de esta profesional se construyó con películas de grandes cineastas de la época de oro. En 1945 colaboró con el director y surrealista español Luis Buñuel en Gran Casino, protagonizada por Jorge Negrete. Tres años después, hizo mancuerna con Matilde Landeta, guionista y directora de películas con personajes femeninos que se enfrentaban al mundo patriarcal: Lola Casanova (1948) y La Negra Angustias (1949). Asimismo, Roberto Galvadón recurrió a ella para la edición de Macario (1960), una de las películas mexicanas más queridas por la crítica y el público en general, además de ser la primera producción mexicana en ser nominada al Oscar por Mejor Película en Lengua Extranjera. Otros títulos en los que Gloria Schoemann participó fueron La Perla (Emilio Fernández, 1948), Dos tipos de cuidado (Ismael Rodríguez, 1952), El niño y la niebla (Roberto Galvadón, 1953), Canasta de cuentos mexicanos (Julio Bracho, 1956) y Pedro Páramo (Carlos Velo, 1967).
Schoemann no se restringía de explorar cuantos estilos y géneros fílmicos fueran posibles. Su labor abarca desde melodramas rancheros y rumberas —Yambaó (Alfredo B. Crevenna, 1957), protagonizada por Ninón Sevilla, la primer Aventurera—, hasta las comedias de René Cardona (El Santo contra Capulina, Capulina contra los vampiros) y Cantinflas (El Barrendero, El Patrullero 777).
El investigador Charles Ramírez Berg comparó la importancia del trabajo de Gloria Schoemann con el de la estadounidense Dede Allen, destacada editora de Hollywood de 1950 a 2008. Su labor la convirtió en la primera mujer en ganar la Medalla Salvador Toscano en 1993, y en 2004 recibió un Ariel en reconocimiento a su trayectoria. El legado de Schoemann perdura hasta hoy; su trabajo es silente y casi siempre pasa desapercibido, pero está presente en algunas de las películas de antaño más amadas por generaciones enteras.
Categorías
Muy interesante. En lo que a mí respecta, ignoraba la importancia de esta editora en el cine mexicano.
Gracias por la información.