Los bañistas: un desganado ejercicio cinematográfico

El cine latinoamericano se caracteriza por su constante en retratar las temáticas sociales. En el caso de la película mexicana Los bañistas, se aborda la problemática de los huelguistas en un claro intento fallido de comedia. Aun así, el largometraje fue premiado y nominado en varias ocasiones, entre ellas el Ariel a la Mejor ópera prima para su director, el uruguayo Max Zunino.
Se presentan singulares deficiencias en la estructura básica: el guión; en el que metió mano también la actriz protagónica, Sofía Espinosa. Los personajes bidimensionales y sus diálogos forzados, que parecen emerger de una telenovela, resultan planos y carentes de credibilidad. De humor tiene poco; es más una intención obligada de guiar al espectador a chistes burdos en actuaciones carentes de carisma.
El primer acto llega rápido y de una manera orgánica, pero en el segundo, la cinta adopta un ritmo lento y se quiebra en el intento de mostrar de más a sus personajes principales y su relación con el contexto.
Ha ocurrido un paro en la caótica ciudad, situación constante que viven los capitalinos. Flavia (Sofía Espinosa) es una joven seudouniversitaria sin aspiraciones, a quien la separación de sus padres afecta severamente. Vive sola en un departamento prestado por su tía y recibe la mala noticia de que tendrá que desalojarlo.
Martín (Juan Carlos Colombo), su vecino, es un hombre de 65 años que se ha quedado sin trabajo y se apiada de ella al verla desprotegida, por lo que la deja quedarse en su casa, pero la personalidad de Flavia causará la incomodidad de Martín. En los antiguos edificios de la Ciudad de México se junta la juventud, la madurez y la manera en cómo se vive el sentimiento de soledad y vacío entre ambas partes.
Conforme avanza la trama se mezclan los conflictos del par de protagonistas y la vida en las calles de los huelguistas. El hogar de Martín será testigo de un choque generacional, porque debido a la crisis económica por la que ambos pasan, se ven obligados a rentar su baño a los jóvenes paristas… ¡Eh! Ahí del porqué del título.
Al mostrar algunas de las calles más populares alrededor de la urbe, deja un testimonio paupérrimo de la dura vida en las calles de los huelguistas, que por cierto, ni siquiera funcionan como un pretexto suficiente para que los protagonistas se conozcan.
Las personas involucradas en el paro y su situación mal trasladada a la ficción, quedan desaprovechadas y simplemente rellenan la trama. Cuando éstos son atacados por los policías, se trata de un aparente ascenso en la historia que termina tajante y se empalma con una despedida entre los personajes carente de emoción, sin lograr una conexión significativa con el espectador.
En cuanto a la fotografía no hay nada nuevo, dejando a un lado la oportunidad de explotarla como herramienta narrativa; vemos planos fijos que pierden la composición en instantes y colores neutros que nada aportan. Cabe resaltar que la puesta en escena también carece de ingenio y los trazos actorales se quedan igualmente como un ejercicio televisivo. En general, Los bañistas se queda en el fondo a la derecha y no sale a lucir ninguna propuesta. Lo que sí se asoma es la aburrición.
Fan Valdés
Pedagoga de formación pero cineasta por convicción, artista plástica en el tiempo libre.
Categorías