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Pobres criaturas: todos somos bestias y el progreso es sólo una ilusión

Pobres criaturas: todos somos bestias y el progreso es una ilusión 

En Pobres criaturas, la dupla Lanthimos-McNamara lleva a otro nivel la ingeniosa y refinada comedia oscura presentada en La Favorita. 

A petición del Doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe), Max (Ramy Youssef) comienza a estudiar el aprendizaje y comportamiento de Bella (Emma Stone), una mujer resucitada con el cerebro del bebé que llevaba en su vientre. El científico organiza un compromiso matrimonial entre su discípulo y la joven, pero Bella huye con Duncan (Mark Ruffalo), un ambicioso y lascivo abogado que la llevará a una odisea sexual y de descubrimiento personal.  

¿Es realmente el progreso una característica inherente a la condición humana o sólo un concepto inventado para contrarrestar nuestro vínculo con el mundo animal? Hay dos títulos a los que se aproxima Pobres criaturas (Poor Things, 2023) en su abordaje sobre las pulsiones y el espejismo de las revoluciones industriales: Mi siglo XX (Ildikó Enyedi, 1989) y De monstruos y hombres (Alekséi Balabánov, 1998). En ambas películas se ve a la modernidad y al avance tecnológico como deslumbrantes y fantasiosos anzuelos con los que el capitalismo sedujo a la humanidad. Tanto la moralidad represiva como la inmoralidad libertina servían de reguladores en ese nuevo sistema, para evitar que las personas desarrollaran un pensamiento crítico contra el statu quo.

La nueva película de Yorgos Lanthimos y Tony McNamara (guionista, creador de The Great) camina por el mismo sendero de Enyedi y Balabánov, porque el viaje de Bella es una exploración casi filosófica a través de varios estadios en la conformación de su identidad y desde la perspectiva de alguien sin inhibiciones ni nociones preconcebidas del mundo. Ambientada en la conservadora era victoriana, Pobres Criaturas plantea cómo las “buenas maneras” de la civilización occidental son una expresión aún más freak que el bestiario del Doctor God, pues suponen una alienación involuntaria del individuo en pro del cumplimiento de las normas. 

Los “normales” Duncan (Ruffalo) y Alfie (Christopher Abbott, cuyo destino homenajea a Freaks de Tod Browning) se atreven a hacer lo que el “siniestro” Doctor (Frankenstein) Godwin no pudo: encerrar a Bella e intentar cambiar sus comportamientos y pensamientos. Lanthimos encuentra en la novela homónima de Alasdair Gray una continuación a su distopía de Langosta (The Lobster, 2015), donde la humanidad era despojada de su derecho a tomar decisiones sobre su propia vida. El guion de McNamara es más generoso que los de Efthymis Filippou y otorga a Bella una utópica autonomía para vivir al margen de la sociedad, en ese micro-universo deforme creado por Godwin, donde los conejos de La Favorita (The Favourite, 2018) son sustituidos por una fauna de “aberraciones” científicas. 

Pobres criaturas: Lanthimos es uno de los mejores cineastas del momento
Pobres criaturas (Yorgos Lanthimos, 2023)

La aventura por Europa es una transición de la ingenuidad y el comportamiento instintivo hacia un pensamiento ilustrado. Tal metamorfosis genera una maraña mental en la joven cabeza de Bella (y del espectador), caos alimentado por la genuina bondad despertada por Harry (Jerrod Carmichael), su deseo sexual y la conciencia político-social influenciada por su amiga socialista Toinette (Suzy Bemba). Lo estrambótico y saturado de las imágenes nos deja satisfechos en el aspecto sensorial, pero el torrente de conceptos e ideas escondidos en el subtexto de la trama es demasiado denso (en el buen sentido) para asimilarse en un sólo visionado. 

La dupla Lanthimos-McNamara llevó a otro nivel la ingeniosa y refinada comedia oscura presentada en La Favorita, sin perder el estilo provocativo que ha trabajado el realizador griego a lo largo de su filmografía. La crueldad pasó de ser un aspecto gráfico (y en ocasiones gratuito) a una disertación nada obvia sobre las dinámicas de poder. Incluso en los momentos más reflexivos, el filme jamás pierde su facultad de excitar al público, como el segmento del barco, donde la sola presencia de Hanna Schygulla (la actriz de El matrimonio de María Braun) ya evoca toda una tradición cinematográfica europea. 

Tony McNamara hace un trabajo extraordinario al convertir la metaficción del libro en una historia unidimensional igual de fantástica. A diferencia de la novela, la película prioriza la versión de Bella (Victoria) sobre la de su esposo Archibald McCandless (convertido en el simpático Max), haciendo de la historia un relato enteramente femenino. Al estilo de Catherine Breillat, Jane Campion o la mismísima Liliana Cavani, el erotismo de Pobres Criaturas puede resultar grotesco y misógino a primera vista, pero en realidad es sólo un fragmento temático de un discurso más amplio sobre la sexualidad, porque quizás el mayor aprendizaje de Bella es asumir su cuerpo como una propiedad igual de importante que el alma. La desbordada actuación de Emma Stone acentúa dicha idea a nivel visual.

Lanthimos apuesta por un tipo de fantasía/ciencia ficción disruptiva que creíamos muerta con la desaparición de la Unión Soviética y autores como Piotr Szulkin; una estética inspirada en lo más grotesco y denigrante del ser humano, pero al mismo tiempo desvergonzada y jocosa. Según Yorgos Mavropsaridis (editor de todas sus películas), en papel Pobres Criaturas era una historia formal que en la producción (y a voluntad del director) se fue llenando de deliberadas “intrusiones” creativas que la convirtieron en un producto audiovisual que desafía las expectativas académicas del espectador, como la extraña banda sonora de Jerskin Fendrix, el “ojo de pez” de Robbie Ryan o la alterada silueta victoriana de Holly Waddington. Con su última película, Lanthimos ha terminado de sepultar su fama de director tremendista para reafirmar su presencia en la industria como uno de los mejores cineastas del momento

Pobres criaturas ya está en cines de México


Irving Javier Martínez Ver todo

Licenciado en Comunicación. Redactor especializado en cine.

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