Alejandro G. Iñárritu: las películas que considera las mejores de todos los tiempos

Alejandro G. Iñárritu compartió con la revista Sight and Sound las 10 películas que considera las mejores de todos los tiempos. En su introducción, el director de Bardo, Falsa crónica de unas cuantas verdades (2022) escribió que la selección es algo que está cambiando constantemente, y que las películas que ha elegido en esta ocasión son fieles al momento que está atravesando de su vida.
Alejandro G. Iñárritu escoge a estas películas como lo mejor de todos los tiempos
Cine sueco, ruso, danés, y en su mayoría italiano y francés, es lo que caracteriza a la lista del director mexicano.
Los filmes que escogió forman parte del especial Las mejores películas de todos los tiempos de la revista británica. Además de Iñárritu, en la publicación encontrarás las listas personales de cineastas como Guillermo del Toro, Ari Aster, Mia Hansen-Løve, Gaspar Noé y muchos más.
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Sight and Sound también publicó un ranking general con lo que 1639 personas, entre críticos, programadores y demás personas de la industria, consideran las mejores películas de todos los tiempos. Chécalo aquí.
Alejandro G. Iñárritu seleccionó, sin orden de importancia, las siguientes 10 películas:

Andrei Rublev (Andrei Tarkovsky, 1966, Rusia)
Hay una dualidad luminosa que coexiste en cada marco de este filme. La belleza y las dificultades del mundo físico y el significado espiritual en la vida interior de Rublev.
The Tree of Wooden Clogs (Ermanno Olmi, 1978, Italia)
La transparente y profunda observación de la fragilidad humana transpira en cada uno de sus rostros y lugares. Es la manifestación más alta de la inteligencia, que es la empatía.
You, the Living (Roy Andersson, 2007, Suecia)
La escena de la fantasía del tren, con los recién casados en su luna de miel mientras la estrella del rock toca la guitarra, es para mí uno de los momentos más bonitos que se han creado en el cine.
L’avventura (Michelangelo Antonioni, 1960, Italia)
Antonioni es para mí un animal cinematográfico. Cada una de sus películas contiene su propio ritmo y lenguaje. En L’avventura la belleza y complejidad es casi incómoda. Su final siempre deja un vacío dentro de mí que solo se puede llenar volviendo a verla.
Ordet (Carl Theodor Dreyer, 1955, Dinamarca)
Ordet es una película actual y relevante, tanto como lo fue hace 65 años. Todo el mundo habla del final, pero el recital de Johannes en la cima de esa colina es tan milagroso como el resto de la película. Solo Dreyer podría convertir una composición tan teatralmente bloqueada en una película completamente cinematográfica.
Playtime (Jacques Tati, 1967, Francia)
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Tati vio el mundo 50 años adelantado a su tiempo y habló sobre eso. Sónica y visualmente, cada pequeño detalle en cada fotograma de esta película a gran escala es obsesivo y elegantemente inteligente. La sincronización y el bloqueo únicos de Tati hicieron que algo preciso y controlado fuera extremadamente divertido.
Persona (Ingmar Bergman, 1966, Suecia)
Desde los créditos iniciales hasta el monólogo sexual de Bibi Andersson, cómo Liv Ullmann mira a la cámara o cómo cada momento de silencio es ligero, enmarcado, sobrio y perfecto, sabes que estás presenciando la grandeza. Este es un paseo por la mente de Bergman.
Le Mépris (Jean-Luc Godard, 1963, Francia)
Cada vez que escucho que el tema del compositor George Delerue comienza a sonar una y otra vez, incluso cuando sé que se detendrá abruptamente, siento una profunda melancolía y se me humedecen los ojos.
El discreto encanto de la burguesía (Luis Buñuel, 1972, Francia)
Buñuel dijo una vez: “Una película es un sueño que se dirige”. Esta película es precisamente eso. Podría haber elegido El ángel exterminador o El fantasma de la libertad, pero el humor y el comentario social de este filme dejan claro que no debemos subestimar la sabiduría y el poder del subconsciente.
La dolce vita (Federico Fellini, 1960, Italia)
Cuando vi esta película por primera vez, estaba muy joven y nunca lo olvidaré. Mi sorpresa cuando Marcello se entera del trágico final de Steiner: algo cambió en mí. La forma en que Fellini navega por la superficie del mundo mientras ilumina sus profundidades más oscuras es magnífica.
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