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Dariela Ludlow: su trabajo en ‘Noche de fuego’ y el cine como acto de resistencia | Entrevista

Dariela Ludlow Noche de fuego Entrevista

Dariela Ludlow es una cinefotógrafa egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) con amplia experiencia en la escena nacional; debutó como directora en 2007 con el cortometraje TR3S y desde entonces se ha involucrado en múltiples proyectos que van desde el documental, la ficción o formatos más experimentales.

Entre sus trabajos están Los Adioses (Natalia Beristáin, 2018) y Las Niñas Bien (Alejandra Márquez Abella, 2019). Por ambos largometrajes estuvo nominada al Premio Ariel a Mejor Fotografía, y este 2022 de nuevo compite por el galardón por su trabajo en Noche de Fuego, la primera película de ficción de Tatiana Huezo. 

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Dariela Ludlow Noche de fuego entrevista

A propósito de Noche de fuego, platicamos con Dariela Ludlow sobre su proceso creativo y su particular forma de crear secuencias idílicas, sutiles y suavemente iluminadas

«Me ha interesado entender al ser humano, cuestionar de dónde venimos y por qué hacemos las cosas»: Dariela Ludlow 

¿Cómo fue el diálogo creativo con Tatiana Huezo y cómo trabajaron en la propuesta visual de Noche de Fuego?

Fue un trabajo muy detallado, minucioso y de mucha observación, de entender los lugares, vivir los espacios tal como son, ver cómo se mueve la luz y el tiempo. Algo que ayudó mucho es que ya conocíamos las locaciones desde antes de filmar, por lo cual trabajamos en el shooting durante varias semanas, estableciendo desde dónde abordar cada secuencia. 

Por otro lado, había secuencias que debíamos dividir en dos o tres días por cuestiones de iluminación, eso a los directores les cuesta mucho aceptarlo, pues tienen que preparar a los actores e introducirlos en el mismo estado de ánimo, sin embargo, a Tatiana le importa mucho la imagen y respeta demasiado el trabajo del fotógrafo, así que siempre aceptó. En general hubo mucho diálogo entre nosotras.

El paisaje natural es muy importante para la historia, en ese sentido ¿cómo dotas de fuerza a la naturaleza?

En la película hay distintas líneas donde se percibe la violencia, una es el universo de las niñas y los narcos que aparece y desaparecen, la otra es el ejército, y la tercera es la violencia que se vive a través de la mina, es decir, en la naturaleza. 

Como espectador ves una montaña destruyéndose y esa forma de violencia es tan fuerte que para sentirla hay que vivirla. Así como vemos a las niñas jugando, siendo acorraladas y luego escondiéndose, también es muy importante mostrar el universo natural donde viven, así cuando ves a la montaña explotar, también entiendes que está sufriendo violencia y que ésta se encuentra en todos lados.

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Al hablar propiamente de tus procesos, ¿en qué te inspiras y cómo abordas esas referencias hasta impregnarlas en tus proyectos visuales?

Los últimos años me ha gustado estudiar filosofía, soy una amateur, por supuesto, pero me ha interesado entender al ser humano, cuestionar de dónde venimos y por qué hacemos las cosas. Además, me gusta mucho tener referencias pictóricas, por ejemplo, del romanticismo y la obra de Friedrich.

Por otro lado, considero que la referencia es la vida misma, cada imagen que ves te genera un sentimiento, por eso es indispensable entender el poder de la memoria, pues es sensitiva, está en el olor, el tacto, el cuerpo. Claro, también es importante leer, ir a museos, abrirse y nutrirse de todo. Y al final también es entender que las ideas no son actos fortuitos, sino que germinan gracias a procesos que vienen de más tiempo. 

Volviendo a la película ¿cómo fue el proceso de trabajar con niñas no formadas en la actuación y familiarizarlas con la cámara?

Parece que no, pero los niños son las personas más fáciles de adaptarse, yo tengo hijas y lo veo. Así que con las niñas el proceso fue mucho más sencillo que con las adolescentes, quienes sabían todo el tiempo que había miradas sobre ellas, en cambio las más pequeñas eran capaces de abstraerse. 

Con ambos grupos realizamos un taller de actor y la cámara, donde les expliqué cómo tenían que moverse, cómo yo iba a interactuar con ellas y cómo ellas debían olvidar que yo estaba. En estos casos es muy importante establecer una comunicación con la persona y que esa persona confíe en ti, lo cual es un recurso del documental. Al final ellas confiaron mucho en mí, pues yo era la persona más cercana en el set, entonces se sentían protegidas, incluso hicimos un diálogo de señas para poder comunicarnos sin que se desconcentraran. Ensayamos todo un día y a los dos días ya lo tenían clarísimo.

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¿Qué fue lo más complicado durante el rodaje?

Este proyecto es el más difícil que he hecho en toda mi vida y tiene que ver con las implicaciones de la producción, pues fue una historia como de Fitzcarraldo; por ejemplo, caminamos 17 horas para hacer un shoot en un árbol. Además, Neblinas es un pueblo en medio de la nada, no hay hoteles, tiendas ni restaurantes, entonces vivir aislado es muy duro pues un día hace un sol que te mueres y al otro día un frío que no lo puedes creer, llueve, hay niebla y luego desaparece. Todos dormíamos en colchones sobre el piso y de pronto despertábamos con una coralillo al lado. Y la película en sí misma no era fácil… es curioso, pues parece que todos los elementos estaban así como tal, pero cada una de las locaciones fueron intervenidas por nosotros. Oscar Tello, el diseñador de producción, hizo un trabajo espectacular. Si hubiéramos grabado, en otro sitio quizás habría sido más sencillo, pero justo donde estábamos filmando, cada cambio se convertía en una odisea.

En otras entrevistas hablas de lo importante que es “desaprender y destruirlo todo” al iniciar un proyecto cinematográfico, en Noche de Fuego ¿qué tuviste que “romper” para empezar de nuevo?

Tuve que volver a detenerme. Cuando trabajas en múltiples proyectos es como si entraras en un tren de producción y cada tarea se realiza sistemáticamente, entonces aprendes a “maquilar”, sin embargo, es muy importante detenerse y entender cómo pasa la vida. Lo que me ocurrió con esta película es que logré observar nuevamente, también me dio la posibilidad de hacer pausa, de entender que lo importante es recuperar el tiempo. De pronto en cine uno piensa que el tiempo debe ser rápido, pero no, lo que vale oro es detenerse a entender lo que está pasando para después actuar.

Algo más que aprendí es que las películas viven ellas solas, definitivamente el cine es un arte colectivo donde todos contribuimos, pero al terminar el filme este se va y deja de ser de todos nosotros para continuar con su propio camino.

Siendo esta una película de mujeres, realizada por mujeres ¿cuál consideras que es la situación actual de ustedes en el cine mexicano?

Por un lado, sí se están abriendo espacios pues actualmente hay más demanda, por ejemplo, hace 20 años cuando empecé solo éramos 2 fotógrafas, ahora seguro hay 40. Sin embargo, lo que considero debe cambiar es la forma de representarnos, transformar el discurso que se ha manejado durante mucho tiempo en el cine, el cual solo planteaba dos opciones: la madre abnegada o la mujer rebelde que se vuelve puta… o eras buena o eras mala.

Cuando me dicen: “queremos una mujer construida desde una mirada femenina” me parece muy raro, pues pareciera que todas las mujeres miráramos de una sola forma. El asunto está en buscar otras maneras en las que no se nos estereotipe, entender cómo nos miramos a nosotras mismas, saber que hay matices y que podemos ser todo.

A propósito del estrenó de Noche de Fuego en Netflix, ¿qué opinas del formato streaming como canal de distribución de cine?

Lo que pasa con Netflix, y otros servicios similares, es que llega a mucha más gente, lo cual es muy importante, sin embargo, es un arma de doble filo pues no deja de operar bajo un concepto capitalista, donde lo importante es captar más espectadores y las producciones terminan siendo productos para generar dinero. Pero si entendemos el cine como un acto de creación que invita a la reflexión, entonces algo tenemos que hacer para no estar supeditados a que las pantallas sean mucho más cortas que en una sala de cine… debemos darle la vuelta y resistir, pues al final el cine entendido como arte es un acto de resistencia.

Eduardo Reyes Servín Ver todo

Con el placer de escribir y el anhelo de ser leído. Ver cine y reflexionar sobre él nunca fue tan divertido. Soy comunicólogo y periodista.

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