Mujeres pioneras en la edición cinematográfica – Parte 1

En una industria dominada en su mayoría por los hombres, parece casi imposible imaginar la gran cantidad de mujeres que lograron innovar en el arte de contar historias. Durante la década de los años 20 —y en pleno apogeo del movimiento flapper— decenas de jóvenes cineastas se hicieron presentes en las producciones cinematográficas, sin embargo, con el paso de los años, fueron designadas en actividades (hasta ese momento) poco valoradas, pero en las que pronto encontraron una nueva oportunidad para construir su legado.
Ante la simplicidad de las primeras películas, directores como Alice Guy Blaché y Edwin Porter comenzaron a intercalar tomas para contar historias más complejas. A medida que la industria evolucionó, las mujeres se aferraron fuertemente a las trincheras de la edición, espacios de los que pronto se les quiso apartar por la complejidad de las técnicas que ellas mismas habían desarrollado e implementado.
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“Cuando comienzo a editar, siempre lo hago con ambivalencia. Veo lo inesperado, las posibilidades y deambulo. La edición está en el choque de estrategias; es la verdadera vida de la película” – Dede Allen
Aun con esfuerzos por reivindicar el papel de la mujer dentro de la industria cinematográfica, quedan algunas cuentas pendientes. Una de las más importantes: nombrar, reconocer y visibilizar el trabajo de todas aquellas cineastas que contribuyeron, de una u otra forma, en el desarrollo y evolución del séptimo arte.
Hoy dedicamos estas líneas a algunas de las pioneras que marcaron un parteaguas en el arte de la edición.
11 mujeres pioneras en la edición cinematográfica
Hettie Gray Baker (1880 – 1957)
La vida de Hettie Gray Baker, nacida en Connecticut, Estados Unidos, estuvo llena de filmes e historias. Su primer acercamiento con el mundo del cine llegó durante su infancia. Más tarde, en sus tiempos libres como bibliotecóloga, comenzó a escribir guiones, títulos y escenarios de películas, mismos que logró vender a las compañías de cine más importantes de la época, entre ellas: Vitagraph Studios, Selig, Edison y Mutual.
Hettie tuvo una larga y excepcional carrera dentro del cine; en su apogeo fungió como editora de escenarios y películas, así como postproductora y representante de censura para Fox. Listada como H.G Baker, es considerada la primera editora en ser incluida en los créditos de una película, no obstante, y a pesar de haber participado en múltiples producciones, únicamente se le reconocen 24 créditos como guionista y cuatro como editora.
En 1915 se asumió como partidaria del sufragio femenino en Woman’s Who’s Who of America. Tiempo después, formó parte de los cofundadores de Photoplay Authors League, asociación precursora del Screen Writers Guild, y en su primer año fue elegida vicepresidenta. Un año más tarde, comenzó a trabajar para Fox Film Corporation (20th Century Studios) y fue alabada por la edición de A Daughter of the Gods (1916) —la primera cinta de Hollywood con un presupuesto de un millón de dólares—, Nero (1922), The Town That Forgot God (1922) y Tom Mix In Arabia (1922).
Baker fue descrita como pionera, autoridad suprema de la edición y una de las personas más influyentes de la postproducción. A pesar de nunca haber sido incluida en los relatos de la historia del cine, su figura no representó un retrato marginal de la época, por el contrario, Hettie parecía estar muy consciente de los avances que hizo dentro de la industria, e incluso, —por fortuna—habló sobre sus procesos de edición: “Tomo todas las partes de la película que los editores consideran innecesarias o insatisfactorias y las coloco en la pantalla. Elijo una pieza aquí y la inserto ahí, recorto una parte y la sustituyo por otra. Finalmente, he recorrido toda la película tal y como la revisé. Entonces, si parece casi a prueba de censura y, sin embargo, conserva suficiente interés y sabor para mantener al público, la dejo ir”.
Anne Bauchens (1882 – 1967)
Durante 40 años, Anne Bauchens fue la editora principal de Cecile B. DeMille. A lo largo de su trayectoria editó 41 películas para el multipremiado cineasta y 20 más para otros directores. En 1934, tras la creación del Premio de la Academia por Edición de Cine, fue nominada por su labor en Cleopatra (1934) y, seis años más tarde, recibió el Oscar por Policía Montada del Noroeste (1940), convirtiéndose así en la primera mujer en ganar esta categoría. Años más tarde la editora obtuvo dos nominaciones más por El mayor espectáculo del mundo (1952) y Los diez Mandamientos (1956).
DeMille fue quien le enseñó a Bauchens todo lo relacionado con el montaje cinematográfico; incluso, compartieron créditos en Carmen (1915). Años más tarde, Anne se convirtió en la editora oficial del realizador, tarea que llevaría a cabo hasta 1956. Su trabajo no permaneció exento de las críticas, particularmente aquel que realizó de la mano de DeMille. En 1965, Margaret Booth, una importante editora de la época, reconoció a Bauchens como una de las postproductoras más experimentadas de la industria, por lo cual consideró que todas las críticas debían ser adjudicadas a la visión de DeMille, a quien calificó como un mal editor que imponía su visión sobre la de Anne.

Bauchens, originaria de Misuri, Estados Unidos, fue editora de cintas como Hombre y Mujer (1919), Chicago (1928), Este día y esta era (1933) y Nuestros corazones estaban creciendo (1946). Sobre su proceso de edición compartió lo siguiente en su escrito ‘Cutting the Film’, incluido en We Make The Movies de Nancy Naumburg. “Mucha gente me pregunta qué es la edición de películas. Yo diría que es muy parecido a un rompecabezas […] Debemos reinterpretar el material para que asuma un flujo rítmico. Nuestro trabajo es altamente individualizado; no hay dos editores que funcionen igual. Debemos confiar en nuestro instinto y en las experiencias previas. Se debe mantener el todo, si la película está mal cortada se pierde el sentido de la historia, si está bien cortada la efectividad aumentará y poseerá una nueva unidad que, de otro modo, solo existiría en la mente del director”.
Viola Lawrence (1894-1973)
Considerada como la segunda editora de cine en Hollywood —después de Anna McKnight—, Viola Lawrence comenzó a trabajar en Vitagraph Studios a los 12 años. Seis años más tarde editó su primera película titulada O’Henry (1912). En 1917, se mudó a California y formó parte de los equipos de postproducción de Universal, First National y Gloria Swanson Productions, posteriormente, se incorporó a las filas de Columbia Pictures, donde asumió el rol de supervisora de edición en 1925.
Lawrence posee el crédito de más de 100 películas, entre ellas, Bulldog Drummond (1929) —la primera cinta sonora de Samuel Goldwyn Studio—, The Lady from Shanghai (1947), In a Lonely Place (1950) —dos obras fundamentales noir—, Craig’s Wife (1936) y First Comes Courage (1943) – de la directora Dorothy Arzner –; así como Pepe (1960) y el musical Pal Joey (1957), películas con las que consiguió dos nominaciones al Oscar por Mejor Edición.
Con el tiempo, la emblemática editora se dedicó a impulsar el papel de la mujer dentro de la industria, e incluso expuso la necesidad de incluirlas dentro de las tareas de edición: “Naturalmente, estoy del lado de las mujeres de mi profesión. No creo que haya suficientes editoras. Si me preguntas, las mujeres tienen más corazón y sentimiento que los hombres en este trabajo. ¡Ahora, escuchen a mis contemporáneos masculinos gritar cuando lean esto!”.
Esfir Shub (1894 – 1959)
Además de su participación en el teatro de vanguardia, la literatura y los movimientos artísticos rusos, Esfir Shub, también conocida como Esther, fue una de las editoras y cineastas pioneras más importantes dentro de la industria cinematográfica soviética. En 1922 fue trasladada a Goskino —compañía cinematográfica del Estado— para trabajar en la edición de películas, y posteriormente fue promovida a jefa de la división local de montaje junto a Tatiana Levinton.
Shub, nacida en Surazh, se sometió a una formación especializada para eliminar fragmentos políticamente incorrectos dentro de las películas, a fin de que fueran adecuadas para los espectadores. Tras reeditar muchas cintas extranjeras y prerrevolucionarias, y nuevos largometrajes soviéticos, la editora se convirtió (por iniciativa propia) en la pionera de las denominadas películas de compilación —creadas a partir de material de archivo—, técnica que aplicó en la trilogía de documentales que realizó a finales de la década de los años 20: La caída de la dinastía Romanov (1927), El Gran Camino (1927) y La Rusia de Nicolás II y León Tolstoi (1927); y que en gran parte fue inspirada por el trabajo de Lev Kuleshov y Eisenstein.
Tras la aparición del cine sonoro se modificaron las corrientes cinematográficas, por lo que Esfir se inclinó por el ultra-realismo. Durante los años posteriores, continuó editando películas y comenzó a enseñar técnicas de edición en el Instituto Cinematográfico VGIK y, en 1932, grabó las primeras entrevistas con sonido sincronizado. Con el tiempo, se alejó del cine para sumarse a las filas del periodismo, sin embargo, regresó para filmar su último proyecto Po ma storonu Araksa (1946), un documental sobre las condiciones de vida de los azeríes en Irán; al finalizarlo, Esfir tuvo a bien equiparar ambas actividades: “Es sorprendente la cantidad de soluciones inesperadas que surgen cuando se tiene una película en las manos. Al igual que las letras: nacen en la parte superior del bolígrafo”.
Margaret Booth (1898 – 2002)
Margaret Booth comenzó a trabajar como asistente de edición para D.W. Griffith en 1915, no obstante, se convirtió en editora hasta 1936. Con 44 créditos, editó películas tan diversas como Wise Girls (1929), Mutiny on the Bounty (1935) —cinta por la que fue nominada al Oscar—, A Yank at Oxford (1938), The Way We Were (1973), The Sunshine Boys (1975), La chica adiós (1977), El detective barato (1978), Parece que los viejos tiempos (1980) y Annie (1982).
Sus créditos como editora concluyeron pronto; en su lugar, llegó un amplio reconocimiento por su labor como supervisora de edición, guionista, productora asociada y productora ejecutiva. En 1932 se convirtió en una de las figuras más poderosas en MGM Studios (Metro-Goldwyn-Mayer). Margaret controlaba la agenda de cada una de las películas que se filmaban en el estudio y tenía el poder para mandar a regrabar tomas que no le parecían completamente buenas, además, frecuentemente intervenía en la visión de los realizadores, pues reescribía escenas cuando encontraba problemas en las historias, durante sus visitas nocturnas a los sets de grabación.
En 1978, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas le otorgó un Premio Honorífico por su trayectoria como editora, mientras que en 1983, recibió el premio Women in Film Crystal por ser un símbolo de resistencia y excelencia, así como por haber contribuido en el impulso de la mujer dentro de la industria del cine. En 1990, fue galardonada con el American Cinema Editors Career Achievement Award.
Booth fue una pionera del llamado “corte invisible”, cuyo objetivo, es hacer que la transición entre imágenes sea casi imperceptible para el espectador; esta técnica, aseguran, provino de su gusto por el expresionismo alemán. Con un legado sobresaliente, Booth fue la primera “cortadora” a la que llamaron “editora de películas”. La labor de la cineasta fue vanagloriada hasta sus últimos días. En un artículo de 1982, el periódico Village Voice la describió como “la autoridad final de cada película que el estudio hizo durante 30 años”; por su parte, The Guardian afirmó: “Todos los realizadores tuvieron que pasar por ella para que se aprobara una edición final de sonido y visión. Su narrativa era dominante, mantenía una continuidad perfecta entre tiempo y espacio, y combinaba los cortes con la acción”.
Dede Allen (1923 – 2010)
Dede Allen es una de las editoras más célebres del cine. Conocida especialmente por su trabajo con varios directores de autor durante el denominado “Renacimiento de Hollywood”, se convirtió en una de las primeras editoras en darle el mismo peso al sonido y a la imagen. Al cumplir 23 años, Allen su unió a Columbia Pictures como mensajera, más tarde como parte del departamento de efectos de sonido y, posteriormente, como asistente de edición. Durante sus sesenta años de carrera, Dede editó 32 películas y, además, fungió como jefa de postproducción para Warner Bros.
Allen recibió tres nominaciones al Oscar por cintas como Wonder Boys (2001), Dog Day Afternoon (1976) y Reds (1982); tres nominaciones al Eddie (American Cinema Editors) por Bonnie and Clyde (1968), The Hustler (1962) y Reds; ganó un BAFTA por Dog Day Afternoon y recibió los premios Career Achievement Awards de ACE y LAFCA. En una lista de 2012 sobre las 75 películas mejor editadas de todos los tiempos, compilada por Motion Picture Editors Guild, se incluyeron tres películas de la editora: Dog Day Afternoon, Reds y Bonnie y Clyde. Con respecto a esta última, la crítica Pauline Kael la calificó como “la mejor edición de una película estadounidense en mucho tiempo”, por su parte, Judith Christ describió la labor de Allen como “infalible” e “incomparable”.
Dede Allen fue editora de cintas como Odds Against Tomorrow (1959), Rachel, Rachel (1968), Serpico (1973), The Breakfast Club (1985), The Milagro Beanfield War (1985) y Fireflies in the Garden (2008). En una entrevista sobre su trabajo en The Hustler de Robert Rossen, narró: “Si me preguntas qué hago, no siempre puedo responder. No intelectualizo. No soy ese tipo de editor. Hay editores que se sientan y se dan cuenta de todo lo que van a hacer antes de hacerlo, de una manera muy rígida. Yo trabajo al revés. Soy intuitiva. Obviamente, tengo una razón muy definida para hacer las cosas; soy disciplinada y estoy segura de que tengo la misma línea de dirección”.
Gloria Schoemann (1910 – 2006)
Gloria Schoemann es una de las editora más prolíficas de la historia. Entre 1942 y 1983, obtuvo 227 créditos como editora. A lo largo de su trayectoria, trabajó con importantes directores de la Época de Oro del Cine Mexicano, entre ellos, Emilio ‘El Indio’ Fernández (Enamorada, La Perla, La mujer sin amor), Luis Buñuel (Gran Casino), Julio Bracho (Otro amanecer, Cantaclaro, Inmaculada), Miguel M. Delgado, Gilberto Martínez Solares (Bailé con Don Porfirio), Roberto Gavaldón (The Associate, El niño y la niebla, Macario), Norman Foster (Zorro) y Alejandro Galindo (Campeón sin corona, Una familia de tantas).
Desde la Época de Oro, hasta el llamado “nuevo cine mexicano”, Schoemann impactó durante cuatro décadas en la producción cinematográfica mexicana. Alrededor del mundo, el legado de la editora fue vanagloriado, principalmente, por su adaptación al “sistema” del cine en México. En Hollywood y Europa, si un editor consideraba que necesitaba tomas adicionales durante su proceso de edición, se programaban filmaciones rutinarias, mientras que en México, los editores tenían que descubrir la forma más factible para resolver y armar una película coherente con cualquier metraje que se les entregara, incluidas tomas faltantes, parches omitidos de exposición, interrupciones en la continuidad o agujeros en la lógica de la historia.
Schoemann fue nominada en once ocasiones como Mejor Edición en los Premios Ariel y ganó cuatro veces. En 1985, ganó la Medalla Salvador Toscano al Mérito Cinematográfico y en 2004, fue galardonada con el Ariel de Oro. La editora extendió su labor y, pronto, se convirtió en catedrática del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) – ahora Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) –.
“Siempre amé el cine, lo vi todo, me di cuenta de lo bueno y lo malo. Nunca me siento a ver una película desde el punto de vista de mi trabajo. Me he entregado por completo a ello; y el trabajo de edición es duro, pero, para mí, es el aspecto más emocionante, interesante e importante del cine”, expresó Gloria Schoemann sobre su labor.
Helen van Dongen (1909 – 2006)
Helen van Dongen fue una pionera en la edición de documentales y se mantuvo activa desde 1925, hasta 1950. Colaboradora clave del realizador neerlandés, Joris Ivens, Helen editó cintas como The Bridge (1928), The Rain (1929) y The Spanish Earth (1937); así mismo, trabajó con Robert Flaherty en The Land (1942) y coprodujo y editó Louisiana Story (1948). Por su cuenta, produjo varias películas recopilatorias, entre ellas, Spain in Flames (1937) y Russians at War (1943), por lo que, a lo largo de los años, acumuló los créditos de un poco más de 15 largometrajes.
“En los primeros días, los cineastas, además de tener que ser buenos camarógrafos, también tenían que ser editores. No existía un juego o diálogo del que depender. Fue, simplemente, un desarrollo visual, saber leer el contenido de una escena, sobar dónde puede situarse, y conocer la yuxtaposición que necesita con otras escenas para revelar todo su valor. Eso, en esencia, es hacer cine. Por eso me considero una cineasta, no solo una editora”, expresó Helen durante una entrevista con Film Quarterly; sobre su labor dijo: “Serás apartado si tratas de imponer tu voluntad o tu teoría en escena. Realmente tienes que ir de imagen en imagen y ver lo que cada una de ellas te dice. No es nuestra tarea decirle a la audiencia lo que estamos pensando, sino mostrarles lo que hemos descubierto en estas escenas como realidad. Todo lo que podemos hacer es convertir a la audiencia en observadores para que vean, piensen y, posteriormente, formen su propia opinión”.
Marie-Josèphe Yoyotte (1929 – 2017)
De ascendencia francesa y martinicana, Marie-Josèphe Yoyotte se convirtió en la primera editora negra en el cine francés. A pesar de que no existen datos específicos sobre su trayectoria, cuenta con 74 créditos como editora por películas como The 400 Blows de Francois Truffaut (1959), The Testamento of Orpheus (1960) de Jean Cocteau y tres filmes de la directora Euzhan Palcy, entre ellos, Sugar Cane Alley (1983) y Siméon (1992).
Yoyotte también editó cuatro películas para el cineasta francés Jean Rouch: La pyramide humaine (1961), Dionysos (1984), Portrait de Raymond Depardon (1983) y Moi, un noir (1958). En sus últimos años como editora, trabajo en Microcosmos: Le peuple de l’herbe (1996) y Winged Migration (2001), cintas por las que recibió dos Premio César – Academia del Cine Francés –.
Durante una entrevista con Cécile Baquey, la editora señaló: “Todas las películas son únicas en la edición. Una película es ante todo un sueño. La construcción final ocurre en el montaje. Estoy realmente conmovida por todas las personas que quieren dar testimonio, porque el trabajo del editor es ayudar a aquellos que quieren que se escuche su voz. No hay ninguna regla en la edición. Hay un gusto por la narración y un gusto por la colaboración con los sueños de alguien”.
Jolanda Benvenuti (1908 – 1981)
Jolanda Benvenuti fue una editora italiana que trabajó en más de 150 producciones durante su carrera. En 1945, comenzó a trabajar con Roberto Rossellini en Roma, Ciudad Abierta (1945) y, durante los siguientes treinta años, editó casi toda su filmografía, incluidas, Stromboli (1950), Journey to Italy (1954), Paisan (1946), We the Women (1953), Alemania, año cero (1948) y Il Messia (1975).
En los créditos de Roma, Ciudad Abierta (1945), Rossellini sustituyó el nombre de Jolanda por el del editor, Eraldo Da Roma. Años después, en una entrevista publicada a principios de la década de los noventa, Benvenuti recordó esta exclusión: “No me importaba. Pero, ahora, mira… no me pusieron en los créditos porque no incluyeron nombres de mujeres; no me dejaron ponerlo ni siquiera en Paisan, pero, ¿quién no sabía que había trabajado en esta película? Todo el mundo lo sabía, yo era la única que quedaba. Pusieron los nombres de todos los demás, me dejaron fuera solo a mí”.
Anne V. Coates (1925 – 2018)
Anne Coates es mayormente conocida por su trabajo en Lawrence of Arabia (1962), del reconocido director británico, David Lean, cinta por la que ganó un Óscar por Mejor Edición. La técnica que ideó para esta película revolucionó la edición y fue alabada por los cineastas más reconocidos de la época. Coates, ejercía un control riguroso sobre el paso del tiempo en pantalla, con el objetivo de brindarle a las imágenes su propio ritmo. Uno de los momentos más importantes del cine, según los críticos, ocurre en esta película.
Coates empleó lo que más tarde se denominaría el “corte coincidente” o the match cut, cuyo fin, es resaltar las afinidades entre dos imágenes sucesivas. En este corte, creado en el momento en el que Anne eligió unir dos partes discretas de la película, está contenido el paso del tiempo y un viaje a través del espacio altamente coincidente. En escena, Lawrence (Peter O’Toole) recibe órdenes de ir a la Península Arábiga. De un momento a otro, se inclina para encender un cigarro de un diplomático británico, luego, mira paralizado el cerillo encendido entre sus dedos. Lawrence lo apaga y, en el instante en el que lo hace, la acción pasa de la llama ardiente a un panorama del amanecer sobre las arenas ardientes del desierto. Cuando la vio por primera vez, Steven Spielberg describió este corte como una transición que lo dejó “pasmado”.
Anne obtuvo otras cuatro nominaciones al Óscar por Becket (1964), El Hombre Elefante (1980), In the Line of Fire (1993), y Out of Sight (1998). Adicionalmente, fue galardonada con el BAFTA Fellowship en el 2007 y ganó un Premio al Logro Profesional tanto de la ACE como de Los Angeles Film Critics. En 2017, recibió un Premio Honorario de la Academia (Oscar Honorífico), convirtiéndola en la segunda editora en recibir esta distinción —la primera fue Margaret Booth—.
Fuentes:
Women Film Pioneers Project
https://wfpp.columbia.edu/
https://wfpp.columbia.edu/pioneers/
Edited By – Women Film Editors
http://womenfilmeditors.princeton.edu/
Cutting Women: Margaret Booth and Hollywood’s Pioneering Female Film Editors
https://wfpp.columbia.edu/essay/cutting-women/
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Karla León Ver todo
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