Seis películas para acercarte al cine del Perú de la última década

Por: Rubí Sánchez (@rubynyu)
La historia de cine del Perú comenzó algo tarde con su primera cinta Resaca (1934) dirigida por Alberto Santana. No sería hasta la década de los 80 que el trabajo de un grupo de cineastas, liderados por Francisco José Lombardi, atrajeran la mirada del público, pues adaptaron novelas peruanas (como las obras de Mario Vargas Llosa). Su estilo era casi sucio, ensalzando la violencia gráfica.
En contraste existía el llamado Cine Regional Peruano; cineastas que filmaban en el interior del país y se enfocaban en el folclor de la tradición oral andina. Si bien comenzaron con cortometrajes y cintas de bajo presupuesto, el movimiento aún continúa. La industria de cine presenta una clara división entre lo rural y lo urbano, tanto a nivel de producción como en las historias que se cuentan.
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A continuación te presentamos seis películas del Perú que te permitirán adentrarte en la historia y el presente de un país tan rico en miradas.
La teta asustada (Claudia Llosa, 2009)
No sería hasta entrada la década del 2000 cuando las cintas producidas en el país alcanzarían un realce internacional con La teta asustada, película nominada en los premios Oscar a Mejor Película de habla no inglesa y ganadora del Oso de Oro en Festival Internacional de Cine de Berlín.
Se trata de un antecedente clave para entender la transformación que ha vivido el cine en el país. La historia nos presenta a Fausta, una joven que se encuentra en duelo por la muerte de su madre, a la vez que intenta ganar dinero para darle sepultura en su lugar de origen. Sus parientes la tildan de rara y de tener la teta asustada, enfermedad que le viene de nacimiento por haber sido concebida en una violación.

La película muestra los contrastes de Fausta con su familia, enfrascada en el festejo de XV años de su prima. La trama se centra en el autodescubrimiento de la protagonista; ella es el eje de la historia, sin sobresaltos y casi con ternura se nos dibuja su mundo. Sobresale la actuación de Magaly Solier, quien se ha convertido en la cara del cine del Perú. La teta asustada comienza un nuevo tiempo de cine más acompasado y pensado.
Wiñaypacha (Óscar Catacora, 2018)
Retomando los ideales del cine regional, Catacora filmó la primera película peruana hablada en aymara, lengua hablada en la meseta andina del lago Titicaca. Con tomas majestuosas del nevado Allincapac, resultó ganadora a Mejor Opera Prima y Mejor Fotografía del Festival de Cine de Guadalajara en 2017.
Seguimos de cerca a Willka (Vicente Catacora, abuelo materno del director) y a Phaxsi (Rosa Nina), una pareja de ancianos que viven en los Andes peruanos. Se dedican a cuidarse entre ellos y a su llama. A la vez, siguen sus costumbres religiosas y no sueltan la esperanza del retorno de su hijo, quien migró a la ciudad. La fotografía acapara la atención, mostrando una profundidad y unos colores vivos impresionantes.

La historia recuerda a Hamaca Paraguaya (2006), emparentadas por el uso de lenguas indígenas y el hecho de poner el foco en la vejez. Al igual que la película de 2006, Wiñaypacha se vale de un ritmo sereno para mostrarnos el día a día de sus protagonistas. Sin embargo, se aleja de ella por preferir un final más crudo y duro, pero cercano a la cosmovisión de los andinos y su respeto por Pachamama, la Madre Tierra.
Magallanes (Salvador del Solar, 2015)
Dirigida por el actor y abogado Salvador del Solar, quien en 2019 se convirtió en presidente del Consejo de Ministros del Perú. Del Solar ha combinado su carrera política con la artística al dirigir el Ministro de Cultura de su país.
Magallanes, su debut en la dirección, está basada en la novela La pasajera del escritor peruano Alonso Cueto. Resaltan las actuaciones de Magaly Solier en el papel de Celina, y del mexicano Damián Alcázar, quien da vida al protagonista. Es una historia sobre el pasado y los secretos que se prefieren olvidar.

Magallanes es un taxista que trabaja para su antiguo jefe militar de Ayacucho, a quien conoció cuando luchaban contra los terroristas del Sendero Luminoso. Su pasado regresa cuando toma como pasajera a Celina, conocida en su época de soldado. Su trauma vuelve, y en la búsqueda de resarcir su culpa se inmiscuye en un entramado de mentiras y chantajes.
La cinta combina el suspenso con el manejo de la culpa; toma como eje los crímenes de las dictaduras militares que, como uno de los personajes, parecen olvidadas. Emula el estilo de los thrillers estadounidenses con una edición rápida, pero no frenética.
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Octubre (Daniel y Diego Vega Vidal, 2010)
Cinta debut de la pareja de directores. La película vio la luz en la sección Un certain regard del Festival de Cannes. La historia se centra en Clemente, un prestamista reservado, quien debe hacerse cargo de su hija que fue abandonada por la prostituta con quien la concibió. A su lado está Sofia, vecina quien cuidará a la bebé mientras Clemente busca a la madre.
La historia no es el atractivo de Octubre, sino la configuración de sus personajes y la puesta en escena de una cotidianidad abrumadora. Vemos a los personajes manejarse en un mundo asfixiante del que no tienen salida, misma que no buscan.

Sobresale la actuación de Carlos Gassols, un anciano llamado Don Fisco que busca la ayuda del prestamista para fugarse con su enamorada, quien se encuentra con el cuerpo paralizado. Con esta actuación se llevó el premio a Mejor Actor en el Festival Internacional de Vladivostok en Rusia.
La cámara en Octubre se coloca de manera fija, con la intención de remarcar todavía más la situación de sus protagonistas. El dinero entra y sale de la toma sólo como un instrumento de cambio que no garantiza una mejora en la vida de los protagonistas.
Las malas intenciones (Rosario García-Monter, 2011)
Ambientada en los años 80, época de transición en Perú. Seguimos a Cayetana, una niña de familia adinerada, quien sufre la falta de atención por parte sus padres divorciados. Ello provoca que la niña se encierre en su imaginación, poblada con los héroes patrios, José Olaya, Miguel Grau y Francisco Bolognesi, quienes la salvarán de su situación.
Su fantasía es tan veraz para ella, que la lleva a pensar que la llegada de su nuevo hermano significa su propia muerte. Su soledad es palpable, y la lleva a realizar acciones pensadas desde el egoísmo y la maldad. Gracias a la interpretación de Fátima Buntinx, conectamos con las expresiones de Cayetana que denotan sus deseos y, aunque podrían resultar chocantes, se perdonan por su situación.

La película deja ver la situación política desde la mirada infantil, sobre todo, eventos terroristas que azotaban al país. La fotografía se maneja en una gama apagada de verdes, azules y ocres, lo que permite al espectador ubicarse en un filme que emana del recuerdo.
Retablo (Alvaro Delgado-Aparicio, 2017)
Una entrega hablada casi en su totalidad en quechua. Se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Berlín 2018, donde ganó un Teddy Award como la mejor película debut del festival con temática LGBTQ.
La cámara se fija Segundo (Junior Béjar Roca), joven aprendiz de su padre, Noé (Amiel Cayo), quien se dedica a construir retablos, productos del sincretismo entre el arte barroco y el indigenismo: cajas rectangulares adornadas con figuras hechas de masa de papa pintadas a mano.

Al descubrir un secreto de su padre, Segundo se cuestiona su futuro y su modo de proceder. El reparto se completa con la presencia de Magaly Solier como Anatolia, madre de Segundo y esposa de Noé. Retablo es una historia de amor paternal y de cómo luchar contra ideas enclavadas en una sociedad machista puede costar el prestigio y la vida.
El cine peruano no teme enfrentarse a su historia. Es un espejo doble en el que se rememora el pasado, al mismo tiempo que se enfrenta el presente.
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Buena recopilación, pero faltó mencionar Paraíso de Héctor Gálvez, buenísima película que narra la historia de 6 jóvenes en los arenales de mi país.