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Air: más que una película sobre tenis y Michael Jordan

Air: más que una película sobre tenis y Michael Jordan

Ben Affleck regresa con una historia sobre el origen de una colaboración icónica, que atrapa y demuestra su dominio tanto al frente como detrás de la cámara: Air. 

Por: Diego Vázquez 

Desde que David Fincher y Aaron Sorkin desafiaron la imagen de Mark Zuckerberg en La red social (2010), parece haberse desatado una tendencia a adaptar historias de origen de grandes compañías. El mismo Sorkin regresó unos años más tarde con el guion de Steve Jobs (Danny Boyle, 2015), y en lo que va del 2023 se han estrenado cuatro entregas relacionadas a dicha convención: una sobre la extinta BlackBerry, una sobre el videojuego Tetris, otra sobre el sabor más picante de Cheetos y una más sobre los famosos tenis Nike.  

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Ben Affleck debutó como director con el neonoir Gone Baby Gone (2007) y alcanzó reconocimiento internacional por su drama político Argo (2012). Si algo ha caracterizado a su carrera detrás de la cámara es la exploración de múltiples géneros hollywoodenses ya establecidos, a los que lleva en direcciones más contemporáneas en sus temáticas y sus formas, pero sin desviarse de la máxima industrial: contar una historia tan emocionante como cautivadora. Este es el caso de Air: La historia detrás del logo (2023), la más reciente película de Affleck como director y protagonista, que se enfoca, como su título lo describe, en el surgimiento de la ahora multimillonaria colaboración entre la entonces incipiente Nike y el novato Michael Jordan. 

Con Air, Ben Affleck supera la figura de Michael Jordan 

Es 1984 y Sonny Vaccaro (Matt Damon), el cazatalentos de la compañía, decide apostar todo el presupuesto de la decadente división de básquetbol en el reclutamiento del nuevo jugador de los Chicago Bulls como portavoz. Jordan no ha puesto un pie en la NBA y, además, ha expresado un claro desprecio hacia los tenis de la marca, con una pronunciada preferencia hacia Adidas y Converse, los reyes del mercado. Es por ello que la idea de Sonny es tachada de fantasiosa por el director de marketing Rob Strasser (Jason Bateman) e inmediatamente rechazada por el CEO y fundador Phil Knight (Affleck). Sonny, por su parte, es firme en su presentimiento sobre el futuro éxito de Jordan, pues encuentra una magia indescriptible en aquellos saltos en los que el basquetbolista parece volar. A partir de ahí, hará todo en su poder para conseguir una reunión con los Jordan y ofrecerles una oferta que no puedan rechazar.


Air: más que una película sobre tenis y Michael Jordan

Representar a un icono tan consagrado como Michael Jordan viene con sus condiciones particulares. Por un lado, es una historia simple, reconocible y con un impacto casi asegurado. No obstante, Affleck resalta la dificultad de hacer verosímil la presencia del deportista, porque todos saben cómo se ve Jordan y ningún actor podría encarnarlo sin caer en una imitación. Es así que el director no sólo opta por no mostrarlo directamente, sino que entrega una película que ni siquiera se trata de él. Affleck buscó el consentimiento de Jordan antes de embarcarse en la producción de Air, y en las conversaciones que sostuvieron encontró la verdadera fuente de su historia: el conflicto entre Sonny y Deloris (Viola Davis), la madre de Jordan. Sonny es el típico underdog que necesita levantar a una división corporativa llena de fracasos, mientras que Deloris es una madre protectora que quiere lo mejor para el futuro de su hijo. Ambas historias parten de una facilidad para la identificación por parte del espectador, lo que plantea un núcleo emotivo sólido.

Air no se destaca por evadir las convenciones narrativas. Sigue todos los puntos expectantes en una historia que evoca al sueño americano y la victoria inesperada de quienes retan al sistema. Hay un tema esbozado en los diálogos de sus personajes sobre la explotación infantil y la comodificación de los individuos en una sociedad obsesionada con el consumo, pero apenas y se queda como ruido de fondo ante la construcción de un ídolo de tal magnitud.

En ese sentido, en Air todo está acomodado a la manera de un mensaje motivacional que busca una reacción emocional; sin embargo, su gran acierto se encuentra en conseguirlo mediante el dominio de la tensión dramática. Escala progresivamente a través de un humor ingenioso que nunca se siente inadecuado, de la música que anuncia la intencionalidad de sus situaciones y de sus planos que rebotan frenéticamente entre discusiones y que, eventualmente, encuentran un respiro cuando sus personajes así lo demandan. 

A pesar de su reservada aproximación formal, existe una dualidad curiosa en las imágenes de Air. En ciertas transiciones, se exhibe el grano y las características propias de la tecnología analógica de la época. Esto contrasta con la mayoría del metraje, que presenta una imagen digital cuidada y cristalina, con un escenario de fondo que insiste en recordar la estética de los 80 en sus vestuarios, decoraciones y referencias a la cultura popular; hay idas al supermercado y planos detalle a diversas revistas y objetos de moda, y ni se diga la cantidad de hits que condicionan el ritmo de sus secuencias. De cierta forma, parece que Affleck busca construir una historia atemporal producto de una época singular, que es la raíz de gran parte de la nostalgia actual. 

Cuando Ben Affleck y Matt Damon se conocieron, el primero tenía ocho años y el segundo diez. Escucharlos hablar en entrevistas sobre sus colaboraciones, desde sus inicios como jóvenes actores hasta su ascenso a lo más alto de Hollywood, es también escuchar la historia de una gran amistad. Puede que no haya casi variedad en sus planos cerrados de trabajadores encerrados entre cubículos y salas de reuniones, pero es que Air no requiere nada más para lograr su cometido. La historia que quiere contar es, en las palabras de Sonny, una historia estadounidense: una que se asemeja a ese sueño improbable conseguido gracias a la persistencia y una dosis de suerte que comenzaron Affleck y Damon hace un par de décadas ya

Por más problemas que se puedan encontrar en su concepción como un comercial que valida modos y actitudes capitalistas, no se puede negar que Air lo hace con una fineza envidiable que no pasa desapercibida. Sobre todo, es un discurso que se percibe honesto, pues encuentra, por momentos, una justificación en la búsqueda de un sistema más justo. Habrá que cuestionarse el origen de ese pensamiento.

Air está disponible en Amazon Prime Video

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