The Innocents: el bien y el mal en el terror de Eskil Vogt | Crítica

En The innocents lo maligno no radica en que cuatro menores tienen poderes especiales, sino en los usos que le dan.
Una de las principales ideas que nutren a las narrativas del terror es aquella que parte de lo cotidiano y que se torna en algo siniestro, inexplicable o extraño. Entre más cotidiano o inofensivo sea lo trastocado, mayor será el efecto de terror que provoque en el espectador; desde la transfiguración de un payaso que en vez de divertir aterroriza a los niños, un embarazo que resulta ser producto del mismo demonio, hasta videollamadas que conectan con una maldición. Y, por supuesto, a estas convenciones se suma la de la infancia que manifiesta poderes sobrenaturales o inexplicables.
Desde la Otra vuelta de tuerca de Henry James, la propia Carmilla de Sheridan Le-Fanu e incluso pasando por la tradición latinoamericana como los cuentos de Silvina Ocampo, niñas y niños con poderes han sido parte importante de las historias aterrorizan a su público. En el cine, tenemos ejemplos solidos como Danny en El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) o recientemente Brandon en Brightburn (David Yarovesky, 2019) como dos entidades extremas de infancias sobrenaturales.
De uskyldige o The innocents conecta ambos extremos. Catalogado como un filme del género de terror, cuenta la historia de Ida y su hermana autista, Anna; un par de niñas que llegan a vivir a unos condominios donde se harán amigos de Ben y Aisha, con quienes muy pronto entablan amistad, hasta que sus juegos son interrumpidos por el abrupto descubrimiento de un poder paranormal que poseen.
Eskil Vogt es un escritor y director noruego que recientemente fue nominado al Oscar a Mejor Guion por La peor persona del mundo junto a Joachim Trier, con quien también colaboró en Thelma (2017), que sigue a su protagonista a la adultez al tiempo que enfrenta sus deseos reprimidos y el despertar de sus poderes ocultos. En la misma línea temática está The innocents.
Podríamos entender a The innocents como una película que parte de lo más cotidiano, un grupo de cuatro niños que se conocen en las vacaciones de verano, y que repentinamente son conscientes de tener poderes especiales. Sin embargo, lo maligno no radica en que son poseedores de dichas capacidades, sino en los usos que le dan, pues dan muestras de perversidad incluso antes de saber de sus poderes.
La misma Ida aprovecha el aparente mutismo de Anna para ser cruel con ella. De igual manera Ben, quien a manera semejante convierte a un gato en un objeto para satisfacer su crueldad. Por su parte, Anna y Aisha —quienes en un principio parecieran tener problemas de comunicación— terminarán por unirse a través de su no-comunicación con los demás.
Más allá de todo, surge el cuestionamiento de la brújula moral de los personajes. Todo parte desde la idea del sueño; en la primera secuencia observamos a Ida despertando para después ver a su hermana enferma y probar hasta qué punto puede o no hacerle daño. Se cuestiona el porqué de su nuevo hogar, se resiste a dormir, coloca vidrio en el calzado de Anna, juega con los limites del dolor y del castigo, sin embargo esta crueldad parece dispersarse una vez que se topa con la crueldad ejercida por Ben que tiene como consecuencia la muerte de un ser vivo, un gato.
En este sentido, los inocentes son ellos, quienes obran sin cuestiones morales. Es así como se pone en tela de juicio si el ser humano es bondadoso por naturaleza, como Anna, o es cruel y despiadado, y lo único que lo frena es no poder materializar los pensamientos que desarrolla en sus momentos de furia como Ben, cuyo nivel de crueldad va escalando; desde el aparente inofensivo juego de querer comprobar que los gatos caen siempre de pie hasta llegar al matricidio y la manipulación de los adultos de su comunidad para saciar sus caprichosos deseos de venganza.
Cabe destacar que el director no se desgasta en explicar el origen o la naturaleza de dichos poderes , sino que se esfuerza en mostrarnos esas conexiones invisibles que se forjan alrededor de los cuatro niños. Comienza con planos-secuencia a través de los que recorre toda la unidad habitacional, partiendo del punto de control hasta el controlado, usa algunas picadas y contrapicadas para dejar claro quién es el que tiene el poder en los enfrentamientos mentales de los niños. Asimismo, juega con las configuraciones de bondad y maldad, pues son el par de personajes con defectos físicos, Anna y Aisha, quienes demuestran mayor bondad con sus acciones.
Quizá lo más aterrador de The innocents hacia el final no sea por sí misma la muerte del villano, sino el entender que esto no es más que un adulto en potencia, uno que entiende los limites morales del bien y del mal, pero que decide ejercer la libertad de hacer lo que quiere sin reprimendas. Un cuestionamiento similar surge de otro monstruo clásico del terror, el hombre invisible. ¿Qué acciones realizarías si nadie pudiera verte y por ende nadie pudiera castigar tus acciones? Ben encarna este cuestionamiento, pues, más que estar ligados a la particularidad de su persona, sus asesinatos tienen conexión directa con su mente, deseos y pasiones más humanos.
Los aterrador de The innocents reside en lo moral y lo amoral de las acciones de sus personajes, pues si bien, su inocencia podría excusarlos de lo atroz de sus actos, el cuestionamiento termina siendo, ¿qué tan consciente o no son los personajes de la maldad y naturaleza de sus actos?
Tráiler de The Innocents
Categorías