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Belascoarán: humor, crítica y un personaje más sensible

Belascoaran 1

Si Belascoarán continúa en la misma dirección —aunque integrando un poco más de tragedia y definiendo mucho más sus ideas— Netflix tiene en sus manos un producto con enorme potencial para colocarse entre las mejores series mexicanas contemporáneas.

México siempre ha sido un país claroscuro, pero hoy más que nunca vive una época de desolación, sentimiento que se refleja en sus expresiones artísticas. A partir de diferentes perspectivas se ha buscado denunciar, analizar y establecer un diálogo sobre las angustias que residen en el inconsciente de su población.

Tanto en el cine como en la televisión hemos visto trabajos talentosos que han aportado sus comentarios al respecto; desde Noche de Fuego (Tatiana Huezo, 2021), que muestra las complejidades de crecer en un entorno hostil y violento, hasta series pop como Narcos: México que exponen un sistema político y social coludido con el crimen organizado.

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En estas visitas a una nación decadente en sus valores y sumida en el caos, casi siempre predominan sobre ella  ópticas pesimistas, y aun cuando los planteamientos son interesantes —y en muchos casos, indispensables— pareciera que no existe otra manera de abordar nuestra realidad sin tener que tomar bocanadas de amargura.

Belascoarán crítica
Belascoarán

Basada en la saga literaria del escritor español Paco Ignacio Taibo II, Belascoarán (2022) se centra en la vida de Héctor, un ingeniero que, harto de su monótona vida como un asalariado hombre de familia, renuncia a su trabajo y a su matrimonio para convertirse en un detective independiente en el México de los años 70.

Antes de esta serie, las aventuras del investigador capitalino se llevaron a la pantalla en tres ocasiones con guiones escritos por el mismo Taibo II. Dos estelarizadas por Pedro Armendáriz Jr. y una por Sergio Goyri, quienes interpretaron versiones del personaje llenas de testosterona: hombres machos y autosuficientes que con su puro ingenio y fuerza podían resolver misterios sin dejarse vencer por los enemigos escondidos en los entornos más sórdidos del Distrito Federal.

Pedro Armendáriz Jr. como Belascoarán
Pedro Armendáriz Jr. como Belascoarán

La nueva entrega de Belascoarán bien pudo haber tomado el mismo camino que las previas encarnaciones del personaje y darnos a un detective fiel al arquetipo, pero simplón con posibilidades de perderse en el montón. Afortunadamente, los creativos detrás del proyecto demuestran un compromiso más grande para llevar la obra a otros terrenos, más que sólo trasladar la obra original. 

La palabra clave es recontextualización. Sin incurrir en anacronismos o modificar significativamente el origen, se dota de vigencia a los personajes y a su mundo de tal manera que no se sientan anticuados, y que los temas tratados a través de ellos no se sientan lejanos. Con ello se justifica por qué es importante que exista una readaptación de estas novelas en los tiempos modernos. 

Para suerte de los guionistas, el México de los 70 y el actual parecen no tener muchas diferencias: aún hay policías, políticos y empresarios corruptos, así como grupos delincuenciales involucrados en instituciones gubernamentales, feminicidas impunes y horribles aleatorios actos de violencia de los que cualquiera puede ser víctima. 

La nueva interpretación del protagonista que se desarrolla en este contexto deshace el estatus de hombre viril, imperturbable y bravucón que establecieron Goyri y Armendáriz. En la reformulación vemos a un personaje mucho más sensible, bondadoso e ingenuo, pero igualmente heroico que busca ayudar a expensas de su propia seguridad y que no teme en admitirse incompetente y apoyarse en sus aliados.

Lo que queda intacto en esta versión de Belascoarán es su dicacidad con la autoridad, recalcando lo podrido de los patrulleros y la burocracia, que alimentan el clima de inseguridad de la capital del país. Aun con ello, el hombre es un idealista que piensa que pueden más los buenos y que no estamos ante un callejón sin salida como para resignarnos a dichas condiciones; su afán de salir adelante es fuerte y tiene la fortuna de rodearse con gente que comparte está misma visión, como Elisa (su hermana) e Irene (su interés amoroso).

Estas mujeres —que podrían tomar el lugar de la clásica damisela en peligro— son personajes competentes y desestigmatizados, con ideologías compartidas pero independientes a las de Héctor, por lo que no están a su servicio, pero ayudan porque su corazón les dicta hacerlo. También tenemos al plomero Gilberto Gómez, estandarte de otro grupo de figuras incidentales, pero importantes en cada capítulo: los ciudadanos.

Belascoarán crítica

Hay que dejar algo muy en claro, el objetivo de la serie no es hacer una revisión a conciencia de la inmoralidad y violencia que contamina nuestra realidad, ni tampoco desbanca a otras revisiones agudas o más profundas sobre ella. Pero Belascoarán tiene una consigna clara y presente en cada capítulo: ver los malos tiempos como una oportunidad para mejorar, y da gusto que haya aportaciones a la discusión con historias más ligeras y entretenidas. 

Si bien la serie no está exenta de sus dosis de desesperanza al presentar un país que medio siglo después sigue tratando de deshacer los mismos nudos en su entramado cotidiano, el contagioso idealismo de Héctor propone un paradigma menos pesimista para observar al México contemporáneo.

Esta primera temporada adapta tres de doce libros que integran la saga del investigador. Si se continúa en la misma dirección —quizás, integrando un poco más de tragedia y definiendo mucho más sus ideas— Netflix tiene en sus manos un producto con enorme potencial para colocarse entre las mejores series mexicanas contemporáneas.

Tráiler de Belascoarán

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Crítica, Series

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