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Bodies Bodies Bodies: la aterradora generación Z | Crítica

Bodies Bodies Bodies: la aterradora Generación Z | Crítica

Bodies Bodies Bodies es el slasher irónico y genuinamente inteligente que busca ser. Uno que no es precisamente una reinvención en su clase, pero que nos da una de las pocas representaciones atinadas de la generación Z en el cine. 

La secuencia más celebrada del infame remake de La Masacre en Texas del 2022 inicia con el emblemático desquiciado de la motosierra a punto de destazar ferozmente a un grupo de jóvenes dentro de un autobús para turistas. Alumbrado bajo unas luces neón, el asesino sube silencioso. Los pasajeros sacan sus teléfonos para transmitir el momento en Instagram, y el más valiente grita: “si haces algo, te vamos a cancelar”. Inmediatamente el sádico Leatherface lo corta por la mitad y procede a hacer lo mismo con todos los usuarios en una despiadada —pero humorística— carnicería.

La intención de la escena es criticar y burlarse de la generación Z, con lo que a ojos de los realizadores es un fragmento ingenioso y agudo, pero que termina por generar un efecto completamente contrario: una secuencia llena de violencia gratuita a figuras clichés que escupen el slang juvenil en diálogos sosos y acartonados.

Este ejemplo es parte de una tendencia que abunda en las narrativas audiovisuales modernas, sobre todo en las de horror, en las que se patentiza el odio desmesurado de algunos creadores contemporáneos hacia la población centennial, y lo cual ha impedido que puedan emular convincentemente —como insinúan— esos tan característicos patrones y rasgos de conducta.

Realizadores como Bo Burham en Eight Grade (2018) o Megan Park con The Fallout (2021) han abierto sus sensibilidades a estas nuevas generaciones con resultados admirables y atinados en la comedia y el drama, respectivamente. Pero hasta la fecha no tenemos hay películas que hagan lo mismo en el cine de horror. Bodies Bodies Bodies (Halina Reijn, 2022), una nueva entrega de A24, busca revertir ese problema con una historia que redima la relación entre la nueva juventud y el género.

La producción muestra la estancia de un grupo de amigas en una alejada mansión en el bosque mientras sucede un huracán. Una noche deciden jugar Bodies Bodies Bodies, que consiste en resolver una serie de falsos asesinatos. La diversión es interrumpida por el hallazgo de un cuerpo sin vida en condiciones misteriosas; es entonces cuando las mujeres son sometidas a una dinámica de intrigas para descubrir a la impostora entre ellas, donde cualquier vieja rencilla puede inculparlas del crimen.

El concepto no es precisamente innovador y resultará bastante familiar para los fanáticos de los thrillers “Who done it?”, popularizados en la literatura por Agatha Christie en las novelas protagonizadas por Hercules Poirot, y que tuvieron su giro en cintas icónicas como The Thing (John Carpenter, 1982) o Scream (Wes Craven, 1996).

De hecho, Bodies Bodies Bodies recupera muchas de las propuestas de Craven en su saga slasher, entre ellas la sátira adolescente de horror repleta de humor negro que trata a sus personajes con suficiente cuidado y respeto para poder involucrarnos con ellos y que no los sintamos como mera carne de cañón. Pero más que copiar, Reijn reinterpreta estas ideas recurriendo a un método mucho más sistemático.

La película comienza por perfilar a sus personajes desde el estereotipo, presentándolos como vivas imágenes del joven adulto centennial: caóticos, fanáticos de los excesos, despreocupados y libres, para después desarmarlos a través de sus inseguridades. Más allá de la idea del asesino, aprovecha situaciones cotidianas para vulnerarlos y analizar lo que conlleva vivir en una época que exige la transparencia ante los demás; para ello, sitúa a las personas en contextos que provocan un temor irracional por sentirse expuestos, como el hecho de conocer a los amigos de su pareja o que su relación idílica se caiga a pedazos frente a todos. 

A partir de esto, Bodies Bodies Bodies entra de lleno a la tan ansiada crítica de la generación en cuestión, pero, a excepción de una sola escena relacionada con el plot twist final, evita llegar a ser pedante u obsoleta, transformándola de un agregado a un recurso narrativo. 

Bodies bodies bodies critica

La sátira se da, especialmente, a partir del diálogo que utiliza atinadamente los neologismos y temas comunes actuales de manera natural, tales como la fama en redes sociales, el fenómeno del gaslighting, el ghosteo e incluso los privilegios sobre el color de piel y el estatus económico. Pero Bodies Bodies Bodies no se queda en la exposición, y conforme avanza la trama profundiza en la pregunta: ¿qué pasaría si trasladamos estas ideas y lenguaje a una situación de vida o muerte? 

Es así como las conversaciones durante el primer acto tienen un objeto puramente superficial, pero dan un giro macabro hacia el final. Las acusaciones se cargan de argumentos vacíos y superficiales que ingenuamente se creen válidos, pero en realidad pueden llegar a ser graciosos y llevan al espectador a un estado de tensión ante la posibilidad de que una persona inocente pueda morir por una razón francamente estúpida. 

Esto consolida a Bodies Bodies Bodies como el slasher irónico y genuinamente inteligente que busca ser. Uno que no es precisamente una reinvención en su clase, pero que nos da una de las pocas representaciones atinadas de la generación Z en el cine gracias a una directora que no tiene miedo a observarles como personas dolientes, con preocupaciones válidas antes que descargar sus prejuicios y frustraciones sobre ellas.

Trailer de Bodies Bodies Bodies

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