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La masacre de Texas: película del montón alejada de la esencia de Tobe Hooper

La masacre de Texas: película del montón alejada de la esencia de Tobe Hooper

Por: Fernando Lucio de Arte 7éptimo

Netflix lanzó por fin la tan esperada “secuela directa” del clásico La masacre de Texas (The Texas Chainsaw Massacre), dirigida por el legendario Tobe Hooper en 1974. Anunciada con bombo y platillo, los fans de los clásicos del horror esperábamos con cierta reticencia el estreno de esta nueva entrega, encomendada al cineasta David Blue Garcia, quien como director sólo tiene un largometraje en su haber: Tejano (2018), película de suspenso sobre un hombre que, para salvar a un ser querido, contrabandea cocaína a través de la frontera mexicana. 

En la nueva entrega La Masacre de Texas nos transportamos al abandonado pueblo de Harlow, Texas, 50 años después de aquella infame masacre perpetrada contra un grupo de amigos —de quienes únicamente sobrevivió Sally— que tuvieron la mala suerte de toparse con una familia desquiciada, cuyo miembro más entrañable sin duda era el que portaba una máscara hecha con piel humana y una sierra eléctrica como arma predilecta.

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La masacre de Texas The Texas Chainsaw Massacre 1974

Ahora, un nuevo grupo de chicos y chicas ‘wokes’ son quienes llegan a este sitio, con la firme intención de darle nueva vida y atraer personas cool para que vivan ahí o abran algún negocio. Gentrificación, le llaman. No sin antes, por supuesto, deshacerse de los últimos residentes del olvidado Harlow (que ya no deberían estar ahí). Mientras llegan influencers importantes, el desalojo causa la muerte accidental de una mujer que, por alguna razón, terminó al cuidado de un chico enorme, misántropo y retraído quien sólo controlaba sus impulsos maníacos gracias a esta señora… ahora fallecida. La ira se desata entonces en contra de todos los recién llegados.

Y aquí es cuando uno se pregunta… ¿por? Empezando por la trama, que es un sin sentido que se cae a pedazos cuando dichas “grandes” motivaciones de los personajes se derrumban al minuto cinco. Además, las protagonistas (Sarah Yarkin y Elsie Fisher como Melody y Lila, respectivamente) actúan tan bien como cualquier miembro del cast de La Rosa de Guadalupe o Lo que la gente cuenta, y en el caso del personaje de Sally, llevado a la pantalla por Olwen Fouéré, lo introdujeron por puro relleno o compromiso, porque sencillamente no hace nada.

Si caemos en cuenta de que ella fue la sobreviviente de Leatherface, perdió de manera espantosa a su hermano así como a sus amigos, superó los años de trauma y seguramente pasó una vida alejándose de prensa amarillista o curiosos morbosos, para este filme, su oportunidad de venganza sinceramente es vergonzosa, débil e irrisoria. Aquella final girl (la chica que logra conservar su vida), cubierta de sangre y entre alaridos desesperados de angustia y alivio, en esta nueva película se transforma como una mujer sin voluntad ni motivación en sus acciones, y lo PEOR, una escena postcréditos amenaza con continuar esta atrocidad hasta dejarla indigna y pisoteada como lo ha hecho Halloween con sus personajes. ¿Dónde están los remakes de calidad como la Evil Dead (2013) de Fede Alvarez, o Suspiria (2018) de Guadagnino. O secuelas casi mejores que su primera entrega, como [REC]2 (2009) de Paco Plaza y Jaume Balagueró, e incluso Exterminio 2 (2007) de Juan Carlos Fresnadillo? El reboot de La Masacre de Texas se parece más al despropósito de El exorcista II: el hereje (1977) de John Boorman, o a la lamentable Los Pájaros 2: El Fin del Mundo (1994), de Rick Rosenthal. ¡Dios mío! 

La masacre de Texas
La masacre de Texas (2022)

Leatherface está bien. Leatherface no es el problema aquí —aunque hablando de un refrescante manejo de sierra eléctrica me quedo con el del mencionado remake de Evil Dead—. El problema es la forma en que, por un lado, el filme quiere criticar a las legiones de influencers, a la gentrificación y al machismo al mismo tiempo que peca de inclinarse por la ola de lo políticamente correcto que tanto limita a los artistas y al género mismo del terror. ¿Cuántos rebanados en primer plano hay? En una o dos decenas, todos hombres, salvo uno o dos más o menos violentos. En una película como esta lo que queremos ver son víctimas, sangre, angustia, persecución…esa sensación incómoda que incluso hace que apartemos la mirada. Pero La masacre de Texas de Thomas Devlin ofrece un producto desechable y del montón, cuidadosamente creado para una plataforma de streaming en el cual sólo hay tomas impecables, vacías y repetitivas, completamente alejadas de la esencia de Hooper, película distinguida por su violencia al por mayor sin discriminación, en la que no hay un final feliz ni héroes. Hay angustia, repulsión, locura. Hay horror por la certeza de la muerte violenta.

Lo único rescatable de este título es la maravillosa Alice Krige —cuando la identifiqué, me emocioné—,  una mujer que inició su carrera en pantalla  desde los años 70 y que ha aportado bastante al género. Sus papeles en filmes de terror como Sleepwalkers (1992) del gran Mick Garris, y adaptada de un relato de Stephen King; la poderosa e infravalorada The Calling (2000), dirigida por Richard Caesar; la adaptación en largometraje de Silent Hill, con título homónimo y dirigida por Christophe Gans, así como la oscura Gretel & Hansel (2020) de Oz Perkins, entre otros. Su rostro tan poderoso y sus personificaciones llenan cualquier pantalla. Sin embargo, antes del minuto 10 ya estaba muerta.

Rescato también estas dos frases:

“Miren a ese tipo. ¿Quién tiene el pene tan pequeño como para necesitar ir mostrando un arma en público?”

“—¿Qué son ustedes? ¿Como una secta?

—Somos individuos idealistas que quieren construir un mundo mejor.

—Sí. Eso es una secta”. 

Finalmente, La masacre de Texas es un producto genérico más que me hizo quedar como como Dewey de Malcolm el de en medio: No esperaba nada y aún así logró decepcionarme.

Tráiler de La masacre de Texas 

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