Bo Burnham Inside: de internet, encierro y depresión

Bo Burnham Inside (2022) tiene la peculiaridad de haberse escrito, grabado y editado —todo por el propio Burnham—durante el confinamiento obligatorio derivado de la pandemia causada por el COVID-19. Perteneciente a la amplia camada de proyectos inspirados por el encierro, es de los pocos ejercicios que han trascendido la anécdota debido a la virtud de ser sustancial y técnicamente mejor realizado que otras producciones de la pandemia, a la cual el comediante usó como una mera circunstancia, y no como el centro de su espectáculo.
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El especial comienza con Content y Comedy, melodías enérgicas de corte ochentero que nos introducen a la mente de un solitario y desaliñado Bo Burnham que cavila sobre el encierro, su sensación y su inquietud de hacer bromas en tiempos tan complicados como los nuestros, mucho más, siendo él un hombre blanco. Ambas canciones auto satíricas sirven como la carta de presentación perfecta para lo que viene: una experiencia de hora y media repleta de canciones, sketches y pequeños monólogos que, salvo algunas excepciones (How The World Works o los Hits de Tiktok Bezos I y Bezos II), se pueden dividir en dos bloques. El primero sobre el internet, sus personalidades y algunos fenómenos sociales derivados de las redes.
Aunque su carrera se cimentó en redes sociales como Vine o YouTube, con el paso del tiempo el estadounidense ha adoptado una posición mucho más analítica y crítica sobre los medios digitales. El mejor ejemplo es su ópera prima como director, Eight Grade (2018), donde a través de los ojos de una adolescente explora la experiencia digital y su influencia en las generaciones más jóvenes, a quienes han convencido de que su valía depende de la fama y que esta sólo puede alcanzarse vulnerándose frente a una cámara.
Si bien recupera algunos de los puntos tratados en dicho largometraje, en Bo Burnham Inside su aproximación a las plataforma sociales se da a partir de una perspectiva distinta: no la del individuo que lo observa y que quiere formar parte de él, sino desde quien lo crea. En sketches como el de la video reacción o aquel donde parodia a un youtuber agradeciendo a sus suscriptores, ridiculiza a los famosos “creadores de contenido”; se regodea jugando con el “absurdo” de su trabajo y los retrata como megalómanos con gran dependencia de su público.
El punto álgido de esta temática se da con la canción Welcome to the internet, un charlestón con aura tenebrosa sobre la multiplicidad de contenido que se puede encontrar en el internet, el cual ofrece “lo que sea, todo el tiempo”, ya sean recetas, quizzes, teorías conspirativas, diagnósticos catastróficos o imágenes explicitas de crímenes y asesinatos. Burnham es mordaz con su comentario, arremete contra todos y cada uno de los participantes del fenómeno internauta.

El segundo bloque de Bo Burnham Inside se constituye de segmentos mucho más personales e introspectivos, que aunque se adentran en temas más serios, no abandonan su cualidad irónica. Para entender por completo es importante conocer el contexto y las condiciones que llevaron al comediante a la realización de este proyecto.
Durante la gira de Bo Burnham Make Happy, el joven de 31 años comenzó a sufrir severos ataques de ansiedad en el escenario, hecho que lo llevó a una pausa de los shows en vivo. Fue entonces cuando aprovechó para despegar hacia una carrera como actor en The Big Sick (2017) y Promising Young Woman (2020), así como para escribir y dirigir su ópera prima. Y a inicios del 2020, tras largos años de recuperación, comenzó los preparativos para su regreso a las giras, pero sus planes se vieron rápidamente frustrados por el avance del COVID-19 alrededor del mundo.
Esto hace que el encierro tome un significado mucho más profundo para su creador, pues este no sólo conlleva la limitación del contacto humano, sino la frustración de no poder enfrentarse a un público en vivo. La actividad de Bo Burnham se convierte en un escape de su deprimente realidad y sus preocupaciones. Dolores abstractos, como la ansiedad o la desrealización, se trasladan a su obra.
All Eyes on Me y Look Who’s Inside Again son los puntos más altos de este bloque. Detrás de la carcasa de aspecto simple y bobo, las canciones atacan de manera directa a las angustias representadas, y las esconden en algunos de sus versos más profundos, donde vislumbramos más de la persona detrás del acto.
Cada uno de los temas que aborda Bo Burnham Inside se acompañan por el que quizás sea el elemento más llamativo de la obra: el apartado técnico. El creador prescinde casi por completo de un crew, y con una producción relativamente sencilla —que comprende, entre algunas otras cosas, una cámara semiprofesional, una cuantas luces y un proyector— dota de personalidad cada una de sus canciones y les da un sentido visual.
Imita a la perfección los encuadres, tipos de edición y música de los youtubers, lo cual hace que sus parodias sean mucho más precisas. Burnham también logra ser cálido, conmovedor, espeluznante o deslumbrante dependiendo cómo lo requiera, realizando algo que, en apariencia, todos podríamos lograr desde la comodidad de nuestro hogar a través del ingenio y experimentación.
No podemos asegurar si efectivamente todo lo que el joven y su hiperbólico alter ego sufren es cierto, pero hay algo en Bo Burnham Inside que emana una abrumadora sinceridad. Irónico y sensible, explota al máximo las fortalezas de su creador, permitiéndole incorporar las habilidades adquiridas a lo largo de su carrera y su creatividad intrínseca, siendo su especial mejor ejecutado, pero también el más íntimo y personal.
Hace un mes se estrenó The Inside Outtakes (2022), un detrás de escenas con versiones alternativas y material desechado de Bo Burnham Inside, disponible en Netflix.
Trailer de Bo Burnham Inside
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