Black Widow: del estilo a la fórmula y el mensaje

Por: Isaac Ávila
El cine de acción con temática superheroica regresa después de una pausa obligada y necesaria. Después del hartazgo generado en un servidor y varios consumidores de este formato, 2020 se sintió como un respiro para dar oportunidad a otras historias, narrativas y formatos. Por ello, Disney se vio muy listo con el lanzamiento oficial a nivel global de su plataforma de streaming, dando un tratamiento a su universo expandido en series y películas. Si bien, pedíamos que los personajes tuviesen más desarrollo y salieran de la dinámica de ser buenos y malos porque sí, Tony Stark demostró que la fórmula Disney está al borde del precipicio.
Partamos de la comparación entre WandaVision (2021), Falcon and the Winter Soldier (2021) y Loki (2021) frente a un universo de más de 20 películas. Si bien Loki ha tenido un desarrollo medianamente decente desde 2012, traer a su versión del pasado nos rompe la dinámica que ya teníamos con el personaje, por eso, deciden recorrer su historia en una secuencia de un minuto para volver al status quo; Loki es un megalómano preocupado por su familia y la percepción que tengan los demás de él, pero que tiene buen corazón y está dispuesto al sacrificio por el bien común. Cosa que siguen y siguen demeritando cada que vuelve a la vida, como en los cómics.
Por otro lado, Wanda, Vision y Falcon habían tenido un burdo desarrollo y estaban ahí porque podían ser usados por Marvel, con poco protagonismo y con vagas evidencias sobre sus motivaciones y sentimientos. En el caso de la Bruja Escarlata nos encontramos con una agradable sorpresa después de varios capítulos que daban vueltas en círculos en un homenaje a la televisión norteamericana que termina siendo un refugio para el personaje y los espectadores. Para Sam y el Soldado del Invierno se convierte en una épica de encontrar que son más que su traje, su pasado, su origen racial y los prejuicios sobre el actuar de los encapuchados. Nos someten a una serie de relaciones humanas y traumas por su modo de vida, como intentaron hacer en Iron Man 3 (Shane Black, 2013), pero que se perdió por el uso que le dieron al falso Mandarín y la insistencia de los fans de las viñetas por las adaptaciones fieles, directas y adultas —a pesar de saber que estamos en un universo para vender entradas, juguetes, playeras y conceptos sobre el intervencionismo—.
Más allá del estilo y las referencias al universo de los cómics, las tres series nos muestran un desarrollo más o menos atropellado de los personajes, con muchos capítulos en los que se cae la narrativa y otros en los que se termina minimizando el desarrollo del anterior, lo cual también le pasa al gran ratón en Star Wars, pero ya hablaremos en otro momento de eso. Es por ello, que al volver al formato de 120 minutos nos encontramos con que las historias no terminan de cuajar, con que —a pesar de ser un personaje que viene desarrollándose desde los inicios del UCM y que tuvo una muy buena despedida en Endgame (Russo Bros., 2019), termina por sucumbir ante los clichés y las escrituras fáciles para resolver problemas complejos y situaciones adversas con un toque en momentos ridículo y como dirían en el canal Random: de pena ajena.

Para no perdernos vayamos con lo que podemos apreciar en la pantalla en Black Widow (Cate Shortland): una historia entre Civil War (Russo Bros., 2016) e Infinity War (Russo Bros., 2018) en la cual Natasha tiene que enfrentarse a sus demonios del pasado A.K.A. la Habitación Roja, el programa de la extinta U.R.S.S. donde entrenan a las Viudas en el arte del combate y el espionaje. Se acompaña de los otros espías, quienes se internaron en los Estados Unidos para demoler una instalación aérea y luchar contra un villano implacable que puede copiar a la perfección el estilo de pelea de todos los vengadores: Taskmaster. ¿Les suena familiar? Sí, es prácticamente el mismo argumento usado para El Soldado del Invierno (Russo Bros., 2014), pero sin la magnífica dirección de los hermanos Russo en las escenas de acción y el peso del hermano de armas caído en acción. Si bien se conservan los elementos, no termina de cerrar el toque melodramático y a veces de sitcom con las situaciones de una “familia” disfuncional que tiene que enfrentar los errores del pasado y sacrificarse (aunque ni tanto).
Tratando de emular lo logrado en esa producción de 2014, en Black Widow nos centramos en los conflictos morales y las implicaciones de las decisiones, siendo Natasha y Yelena un híbrido entre los personajes del Capitán América y el Soldado del Invierno en su momento. La narrativa se tropieza y todo termina sucediendo porque así lo quiere el personaje, sacando de la lógica (si es que podemos atenernos a hablar de lógica en este contexto de películas) lo que sucede con los personajes en situaciones de riesgo. Por ello sentimos que pasamos de una situación a otra casi de inmediato; los personajes cambian su perspectiva y resuelven las situaciones sólo porque hay que avanzar en la trama. Si bien tiene una muy buena dosis de acción, no termina de acensarse en un cine policiaco y de encrucijadas en que el ingenio, la habilidad física y las explosiones tienen una razón para estar ahí. La escritura responde a la fórmula ya identificada en el Universo Cinematográfico de Marvel y a algunos conceptos que me parecen lo rescatable de esta película: la condescendencia, la sororidad y el trabajo en conjunto.
Como comenté en mi reseña sobre Capitana Marvel ( Bojen y Fleck, 2019), el mensaje de humanidad y solidaridad trascienden las percepciones del filme y sus involucrados. En Black Widow lo central es el empoderamiento y el desapego del tema de la inocencia, la creencia y los conceptos establecidos sobre el actuar femenino. Es ahí donde encuentra su fortaleza, su ancla y su motivación para buscar un futuro mejor. Tal vez me estoy yendo demasiado lejos, sobreideologizando la película, pero al leer algunos comentarios y reseñas noté que dichos tópicos generaron mucha polémica, ya que se perciben como forzados, innecesarios y propagandísticos. Me parece que si causan escozor estamos en el camino indicado; para resolver un problema, primero se debe hacer evidente. No se trata de convencer a alguien, sino de generar consciencia, autocrítica y nuevos conceptos. Si bien como película me parece una caída tras otra de ritmo y estilo que gasta la fórmula, como mensaje me parece digna, ya no solo por el cambio en la percepción, sino para darle una despedida a Natasha, quien se ha enfrentado a tanto en las películas de este universo que nos sigue entregando horas y horas de entretenimiento.
Para cerrar, como amante de los cómics y las películas de acción, recomiendo no ser tan estrictos con las adaptaciones, si bien el cambio en los orígenes de Taskmaster generó mucha indignación, ya está hecho… y probablemente lo veamos en el futuro, así como la escena postcréditos que nos dio el tema de la nueva serie de Hawk Eye. El valor de lo que consumimos en las múltiples pantallas no sólo está en la teoría de la narrativa, en su fidelidad a la fuente, sino en todo lo que nos deja para pensar durante y después de dedicarle el tiempo que hemos decidido invertir.
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