Palm Springs: la mejor comedia del año (hasta ahora)

Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz)
Durante la boda de su hermana, Sarah (Cristin Milioti) liga con Nyles (Andy Samberg), un extraño invitado a la fiesta. Las cosas se salen de control cuando un cazador (J.K. Simmons) persigue a Nyles hasta una cueva, ella lo sigue y es absorbida al abismo. A la mañana siguiente, Sarah descubre que ambos se encuentran en un loop temporal, donde él ya lleva atrapado un buen rato.
Deberíamos dejar de referir a El día de la marmota (Harold Ramis, 1993) con cada película que emplee los loops temporales, infravalorando todos los títulos posteriores. Como Muñeca Rusa (Netflix), Palm Springs reinventa dignamente el subgénero, dentro del margen humorístico de Milioti y Samberg. La película no será lógica en sus fundamentos científicos, pero el uso de la Sci-Fi es más verosímil que la expiación mediante buenas acciones, cliché melodramático parodiado en la trama. Lo anterior permite a los personajes ahondar sobre sus propias heridas y miedos desde la comedia, algo comerciable entre el público millennial.
La producción no tiene problema en aceptar los nexos con la obra de Ramis, aunque el dramatismo de Palm Springs es más denso, debido a su ADN indie “sundancero”. Si recurrimos a comparaciones, el largometraje se aproxima más a Cuestión de tiempo (Richard Curtis, 2013), porque las reflexiones sobre los lazos familiares y la madurez tardía se anteponen al romance y la comedia. La irreverencia es una constante –como en toda aventura de treintañero en crisis–, pero la historia siempre aterriza en el tono edificante, buscando revelaciones trascendentales sobre la existencia, el remordimiento y el amor, siempre evitando el escabroso terreno de la comedia romántica melosa.
La entrega es genérica (en la línea festivalera de Me and Earl and the Dying Girl o The Skeleton Twins), mas tiene algo extra que la lleva a convertirse en la adquisición más costosa de Sundance (17 millones y medio de dólares) y eso es lo atractivo de su rentable pareja protagónica (marca SNL) en un intelectualizado romance con fachada existencialista; es decir, el Gondry del momento. Tiene dosis de comicidad americana, pero termina desembocando en una naif perspectiva metafísica del mundo, con dinosaurios paseando en el horizonte y melancólicas disertaciones sobre el porvenir, fuera del rollo etéreo tipo Shane Carruth. Palm Springs gira en torno de la cotidianeidad y la vacía “vida moderna”: ¿cuál es la diferencia entre el día a día y vivir en un loop?
Según el director, Palms Springs comienza en el final de El día de la marmota, cuando el protagonista comprende la razón de vivir, sólo que Nyles no pudo salir del bucle. Dicha frustración deriva en un conformismo ante la inminente repetición sistemática, transformándose en zona de confort que le brinda estabilidad emocional. A diferencia de muchas comedias connacionales, los cineastas le dan mayor seriedad a la crisis de los treinta, abordando el apego del adulto joven a las rutinas inalterables. Los personajes fingen no dar importancia a sus problemas –la codependencia de Nyles o el miedo al compromiso de Sarah–, con el propósito de no vulnerar la impostada estabilidad que proyectan con los demás; el bucle temporal les da la oportunidad de despertar de ese aletargamiento. La participación de Lonely Island (Andy Samberg) aligeró dicha idea, hasta hacerla apenas perceptible, logrando un tono perfecto de humor para adultos (de mente).
Los creadores, Max Barbakow (director) y Andy Siara (guionista), armaron el guion de Palm Springs tras egresar del American Film Institute (AFI), a partir de vivencias personales y bastantes referencias cinéfilas, las cuales van de Adiós a las Vegas (Mike Figgis, 1995) hasta Rachel Getting Married (Jonathan Demme, 2008). La ciencia ficción tiene sus lagunas –como la inexplicable desaparición de la cabra–, pero tampoco es un trabajo que deba evaluarse bajo los mismos parámetros de Nolan o Villeneuve. Existe un sector cinéfilo que le ha dado muchas vueltas a su razonamiento, mas los guiños a la física cuántica solo sirven de explicación rápida y verosímil, recurso fantástico igual de loco que el gaseoso cadáver en Swiss Army Man (Dan Kwan y Daniel Scheinert, 2016). Al final todos los elementos encajan a la perfección, sin hacer el menor ruido en la mente del espectador.
Palm Springs es la ópera prima taquillera y respaldada por la crítica que a Hollywood le gusta inflar, con miras a impulsar una exitosa carrera dirigiendo películas de Marvel (broma). Sin embargo, la producción de Barbakow y Andy Siara sí es un genuino diamante en bruto, pues su explosiva comedia (recordemos, curada por Lonely Island) tiene personalidad propia y es entretenimiento seguro para cualquier audiencia, ya seas crítico exquisito o usuario ocasional con ganas de risa fácil. A la espera de más estrenos postergados por la actual crisis, Palm Springs es la mejor comedia del año, esa que siempre se cuela en la nominación al Mejor Guion.
PALM SPRINGS está disponible en Hulu
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