Servant: drama pesimista disfrazado de terror

Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz)
Dorothy (Lauren Ambrose) y Sean (Toby Kebbell) contratan a la introvertida Leanne (Nell Tiger Free) para cuidar a Jericho, un muñeco (reborn doll o lifelike baby) que sustituye al fallecido hijo del matrimonio. Sean se siente incómodo con la actitud de la niñera “fake”, quien no abandona el rol cuando la esposa (en un estado de negación postraumática) sale de casa. Al finalizar el primer episodio, ocurre un “milagro” que lo llevará a investigar quién es Leanne Grayson.
Una advertencia antes de ver la serie: ¡es más drama que horror!. Tiene un poco de suspenso, pero en general, prepondera el desarrollo de la insana relación de Leanne con sus empleadores. El mismo año de Nosotros (Jordan Peele, 2019), Entre navajas y secretos (Rian Johnson, 2019) y Parásitos (Bong Joon-ho, 2019) –con personajes marginados derrumbando el bienestar de los ricos– Servant (producida por M. Night Shyamalan) propone un sesudo juego de apariencias, en el cual el espectador nunca estará seguro sobre quién es el verdadero enemigo: ¿será la chica desconocida o los arrogantes ricos?
A partir del episodio cinco (el más importante del programa) nos ponen al tanto de las “pequeñas” injusticias cometidas por las supuestas víctimas contra la diabólica niñera. Tras descubrir que el extraño comportamiento de Leanne se debe a su admiración por Dorothy (famosa reportera de televisión), sucede un cambio de perspectiva que muestra a la chica sufriendo los abusos de sus jefes (los cuales incluyen comida de perro, vigilancia extrema y anguilas masacradas). En resumen, una involuntaria reinterpretación de Carrie (Brian De Palma, 1976), la adolescente “satánica” por quien puedes sentir simpatía.
El capítulo en cuestión da un panorama a lo Alex van Warmerdam sobre la crueldad y humillación implícitas en el vínculo entre amo y siervo. ¿Recuerdan ese paranoico clásico llamado The Servant (Joseph Losey, 1963), donde un “ruin” sirviente logra manipular a su jefe rico? La serie evita esa narrativa clasista (con los pobres como resentidos sin escrúpulos) para poner a ambos en el mismo nivel de astucia durante las confrontaciones. Las escenas de Leanne y Sean en la cocina (con él persuadiéndola a probar desagradables platillos) plantean esa dinámica, donde ninguno es sumiso ni dominante y la conversación oculta un secreto entre líneas.
De acuerdo con Tony Basgallop (creador del programa), Servant es una historia contenida y personal sobre el miedo paternal a la muerte de un hijo; drama tirando al thriller, pero sin demasiadas ambiciones narrativas (lo esperado de una colaboración con Shyamalan). Tras la gran tragedia del matrimonio Turner, Leanne llega como ángel exterminador a imponer castigos con Biblia en mano; una manifestación física de los odios y resentimientos resultantes del duelo no superado; últimamente, un tema usual en la ficción de terror (La maldición de Hill House, The Babadook, The Lodge).
[INICIAN SPOILERS]
Como en Alps (Yorgos Lanthimos, 2011), la pareja busca suplantar al familiar con un placebo (lo cual trae consecuencias). Al finalizar la temporada, los personajes terminan aún más destruidos que al inicio: Sean insensible al dolor y Dorothy más lúcida que nunca (lista para sufrir por la doble pérdida). Si la trama de los Turner concluyera aquí (eso no sucederá), sería un excelente final redondo, con los personajes sumidos en el sufrimiento evadido.
La serie tiene un aire primitivo, con extravagantes rituales gastronómicos de gente rica: desde un helado de langosta hasta el croquembouche de placenta; elementos que evocan a la cotidianeidad pesimista de autores como Todd Field. El mejor ejemplo de esa frustrante parsimonia neoyorkina es el episodio 9 (dirigido por Shyamalan). Las tomas de espacios vacíos, planos abiertos y silencios interrumpidos por el llanto de Jericho enfatizan la insatisfacción de los personajes, descontentos con la vida privilegiada y perfecta que no cumple con sus expectativas.
El magnífico manejo del tono “siniestro” se debe a la discreta forma de introducir lo sobrenatural; todo evento tiene una doble lectura: la mágica y la razonable. Al concluir la temporada, el terror no proviene de los dotes mesiánicos de Leanne sino del fanatismo religioso de “los tíos Grayson”, sumándose a la tradición del terror religioso de El bebé de Rosemary (Roman Polanski, 1968), La Profecía (Richard Donner, 1976) o Don’t Look Now (Nicolas Roeg, 1973).
No obstante, esa verosimilitud lograda hace más notorios a los agujeros de guión, fallos de continuidad e incongruencias en el montaje. ¿Por qué Sean jamás va al doctor, siendo el paladar su fuente de trabajo? ¿Quién vuelve a reproducir el video en el episodio final? ¿La gente rica no suele tener cámaras en toda la casa? ¿Por qué las cortinas no se mueven cuando se escucha el viento? ¿No hay acciones legales por homicidio imprudencial? Esas flaquezas en la trama son consecuencia de la improvisación y un mal trabajo de investigación. Aunque el resultado final es aceptable y prometedor, Servant no se salva de los mismos errores en toda la filmografía de Shyamalan.
La primera tanda de capítulos es muy estimulante, pero sabe demasiado al prólogo de una trama superior (como sucedió en el inicio de The Affair, con demasiados nudos argumentales jamás resueltos). El gran reto para la segunda temporada es continuar con la destrucción del matrimonio y ahondar en los objetivos de la secta.
Dentro del catálogo de Apple TV+, Servant destaca por su pausado ritmo (muy justificado) y una sugestiva historia sin jumpscares ni vueltas de tuerca extremas. Excelente opción para maratonear en un sólo día.
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