The Farewell: una de chinos para estadounidenses

Por
Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz)
Como la tradición china establece, una familia decide no informarle a la abuela (Zhao Shuzhen) que padece cáncer terminal. A modo de despedida, organizan una celebración para reunir a toda la familia… excepto a Billi (Awkwafina), la nieta más querida que vive en Nueva York, por temor a que ella revele la verdad. Sin embargo, la chica desobedece a sus padres y viaja a China para ver por última vez a su nai nai.
Los estadounidenses (y los críticos de “élite”) tienen cierta fascinación por específicos melodramas asiáticos, principalmente aquellos que aparentan una radiografía de las tradiciones y relaciones familiares. Hasta hace unos años, Yi Yi (2000) solía colarse en varias “listas de lo mejor”, hasta la llegada de Kore-eda (el actual favorito de críticos y público). A ese nicho va dirigida la occidentalizada The Farewell (Lulu Wang, 2019), una verdadera osadía, ya que más del 70% de la película está hablada en mandarín.
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La película (adquirida por la imparable A24) depura el exotismo asiático para acercarlo al público mainstream (pero sin caer en la “comedia de errores” básica que fue Crazy Rich Asians). Este ejercicio fílmico no hubiera funcionado (casos hay por montones) de no ser por la bellísima historia que nos cuenta la directora; una confrontación entre los convencionalismos occidentales con la dinámica social de China.
En el cine no existe mejor oportunidad para sacar los “trapos sucios” que en una celebración (las bodas parecen ser las favoritas de los cineastas). Wang, en lugar de hacer un dramón intenso, opta por una sobria dramedia de secretos y mentiras piadosas (muy al estilo de Mike Leigh), con pláticas de sobremesa que terminan en grandes revelaciones. La anticipada muerte de la abuela sirve de pretexto para hablar sobre la identidad en el extranjero, el hogar, la crisis de los 30 y el porvenir de los millennials en la era posmo.
Los rituales (y su carga sentimental) son el eje del largometraje. Un punto fundamental son las discusiones de Billi con su madre (Diana Lin) –el personaje que mayor réplica da a la protagonista (y quien más momentos incómodos ocasiona) –. Cuando la protagonista le dice que quiere quedarse en China, su madre la lleva a una explosiva catarsis que da claridad a los sentimientos de Billi. Esas “pequeñas” peleas dan la profundidad discursiva y psicológica que muy pocas películas tienen.
“Cuando regreso a China me siento más estadounidense”, menciona la directora a la prensa. Como fue en la literatura nigeriana la Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie, The Farewell es una obra definitiva sobre la diáspora china (sobre quienes se van y los que se quedan). Nai nai es para Billi el último lazo con la China de su infancia, apenas recordada y con la que se siente cada vez más desconectada. La solución que Billi encuentra después de la visita a su abuela es “dejarse llevar” (ya saben, el buenrollismo esperanzador del sector progre estadounidense).
Varios comportamientos de la heroína no son justificados y sí muy contradictorios (como la facilidad con la que acepta mentir a su abuela). No obstante, es parte de la trama autobiográfica de Wang; condición que hace a la película tan “subjetiva” sin llegar el ensimismamiento y pedantería del autor “inadaptado”. La película no es reduccionista en sus juicios y desarrolla una historia particular más (no habla de China, sólo del cerrado círculo familiar de Billi).
A diferencia de otros trabajos “auto ficcionales” (la Lady Bird “clasemediera” de Gerwig, por ejemplo), la psique de la protagonista no es arrogante ni esnob; tiene emociones básicas, comprensibles para cualquiera sin importar el estatus social del espectador. El dilema de identidad va más allá de la condición de inmigrante de segunda generación, se trata de la incomprensible desconexión con los padres y la cercanía afectiva con una mujer que vivió en la guerra.
Wang muestra una gran agilidad para sintetizar ideas y anudar escenas (el chiste de “el gato sobre el tejado” y cómo lo emplea posteriormente, es una muestra). Aunque es bastante convencional (en los estándares indies con cinematografía instagrameada), hacia la parte final del filme (principalmente, durante la boda), la directora crea una atmósfera “alterada”: el tiempo se relativiza, la cámara se sube a un torno y la música se vuelve cada vez más estrambótica (suena opera mientras vemos al primo japonés ebrio en primer plano).
La película es un verdadero logro artístico en una industria en transición (por la “guerra del streaming”). Lulu Wang tuvo que lidiar contra productores estadounidenses y chinos para conservar su idea original, hasta que Chris Weitz escuchó la historia In Defense of Ignorance en el podcast This American Life y decidió entrar al proyecto (busquen entrevistas a la directora, nutre mucho la experiencia en el cine). The Farewell es una película que todos deben ver; ya sea como puro entretenimiento o una elevada trama acerca de los dilemas de quienes nacieron en el puente cultural entre dos naciones.
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