Grandes fotografías del Pulitzer sobre infancias quebrantadas

Doce años después de sobrevivir a la Gran Depresión, en la avenida Mack en Detroit, Míchigan, la empresa Ford se enfrentaba a una de las primeras huelgas de sus trabajadores. El fotógrafo Milton Brooks capturaba el ambiente de tensión justo en el momento en el que varias personas agredían a un esquirol. La fotografía fue tomada para el diario Detroit News y titulada Ford Strikers Riot.
Pasaron poco más de dos décadas para que la fotografía se agregara a la lista de categorías de los Premios Pulitzer. Y en 1942 fue cuando esta imagen se convirtió en la primera en recibir el galardón. A partir de entonces, los premios Pulitzer han expuesto la aflicción, el júbilo, el dolor y las contradicciones de una gran cantidad de momentos que han marcado la historia mundial.
Entre las imágenes que más han conmocionado son aquellas que muestran infancias fracturadas, determinadas por la insolencia de los conflictos armados, la pobreza y las enfermedades.
Te puede interesar: Los mexicanos ganadores en el World Press Photo 2019
Además de las más conocidas, como aquella de 1973 tomada por Huynh Cong Ut, nombrada The terror of war en la que vemos a unos niños escapando de las bombas con napalm, y la de Kevin Carter tomada en 1994 en la cual una niña sudanesa se derrumba ante la presencia de un buitre, presentamos una selección de cuatro fotografías y series premiadas recientemente que nos orillan a reflexionar sobre las condiciones desfavorables en las que están obligados a crecer niñas y niños de todo el mundo.
1. Alan Díaz, 2001
Acercarse a Elián González, conocido como el “balserito”, fue también una ventana a sus orígenes. Hijo de padres cubanos, Alan fue el único fotógrafo que estuvo presente el 22 de abril del año 2000 cuando agentes federales estadounidenses capturaban en Miami a Elián para ser devuelto a la isla con su padre, luego de que su madre huyera con él hacia Estados Unidos y el camino se viera truncado cuando la embarcación naufragó, siendo el niño de cinco años el único sobreviviente.
Al ser rescatado en la costa de Florida y trasladado a Miami con sus tíos, comenzaba la disputa por su destino: su padre en la isla exigía la custodia, mientras los familiares que cuidaban a Elián peleaban su permanencia en Estados Unidos. El asunto, en primera instancia legal y familiar, escaló hasta convertirse en un problema político.
“No tengo ninguna opinión sobre eso. Disparé el momento. Eso es todo “, expresaba Alan Díaz sobre la imagen que se convirtió en un referente de las diferencias políticas entre Cuba y Estados Unidos. Pocas palabras para una imagen contundente, en la que el rostro nos habla del temor de un niño cuya infancia y destino fueron determinados por la tragedia y las diferencias familiares y políticas.
2. Renée C. Byer, 2007
Las fotografías ganadoras son una muestra del universo en el que se mueve la mirada de Renée C. Byer; el resultado de cada uno de sus disparos exhibe el vaivén en el que se desarrollan las infancias más vulnerables alrededor del mundo: África, Asia, Europa y América.
“El arte es un medio poderoso de expresión, pero combinado con el periodismo, tiene la capacidad de concienciar sobre temas que pueden elevar la comprensión y la compasión del público y, con suerte, afectar un cambio social significativo”. Renée C. Byer
El trabajo por el que la fotógrafa originaria de Nueva York recibió el premio, es quizá una de sus series más intimistas. En 2006, The Sacramento Bee, el quinto periódico más grande de California, publicó un reportaje dividido en cuatro partes, titulado El viaje de una madre. Con textos de Cynthia Hubert, el diario presentaba la historia de Cyndie French, una madre soltera, y de su hijo Derek, quien padecía neuroblastoma, un tipo poco habitual de cáncer. Las imágenes develan la aflicción en la vida cotidiana de ambos y el inquebrantable lazo de amor entre madre e hijo, gracias al cual Derek vivió grandes momentos aun en las más arduas condiciones. Renée permaneció ahí hasta el final, capturando hasta el último respiro que compartió con su madre.
La muerte de Derek representa diversas aristas importantes a atender: lo que económicamente significa una enfermedad de esta magnitud para personas de escasos recursos. Las fotografías fueron tomadas entre junio de 2005 y mayo de 2006, y en las palabras propias de Byer, “era un regalo que me permitiesen estar allí”.
3. Jessica Rinaldi 2016
Jessica Rinaldi, fotógrafa del diario The Boston Globe, retrató durante cinco meses la vida cotidiana de Strider Wolfe, un niño originario de la zona más pobre del estado de Maine. Las fotografías forman parte de un reportaje con textos de Sarah Schweitzer. El impacto de este trabajo derivó en un fondo de caridad que recaudó 20 mil dólares, con lo que la familia de Strider pudo adquirir un nuevo hogar…la historia es la siguiente:
Titulado The life and times of Strider Wolf, el reportaje sigue al niño en compañía de sus abuelos Larry y Lanette y de su hermano menor, Gallagher. La infancia de Strider se vio afectada desde sus dos años, cuando el novio de su madre casi lo mata a golpes. Un año después, la custodia, tanto de él como de su hermano, quedó a cargo de sus a sus abuelos, quienes se dedicaban a vender chatarra. El cambio, que dio un respiro a ambos hermanos, tampoco fue fácil: en 2015 fueron desalojados del remolque donde vivían, teniendo que habitar diferentes lugares poco apropiados para su salud y seguridad, como estacionamientos.
Las fotografías yuxtaponen la inocencia y las condiciones económicas que han obligado a ambos niños a trabajar para salir adelante. La serie resulta una manifestación conmovedora de los contrastes de la cohesión familiar y una crítica a la postergación de soluciones contra la pobreza.
4. E. Jason Wambsgans, 2017
En 2016, Chicago sufrió el año más violento en dos décadas. Tavon Tanner, un niño de 11 años fue una de las víctimas de esa ola de violencia que los últimos años caracteriza a una de las ciudades más grandes de Estados Unidos. Las fotografías de E. Jason Wambsgans, del diario Chicago Tribune, se alejan de la escena del tiroteo y muestran la incertidumbre posterior: el proceso para extraer la bala que le atravesó el páncreas, el estómago, el riñón y el pulmón izquierdo antes de alojarse debajo del hombro de Tavon.
Así como lo ha hecho por las calles de Chicago, de cuya ciudad ha retratado sus claroscuros desde 2002, la cámara de Wambsgans se desliza naturalmente por los pasillos del hospital, por los cuartos y por aquellos sitios a los que Tavon vuelve: lugares y calles que permanecen sin cambios ante un Tavon que ha advertido el peligro, la incertidumbre, el dolor y también la esperanza. Las imágenes por las que su trabajo fue reconocido revelan los impactos más íntimos del problema de las armas de fuego en Chicago.
Leticia Arredondo
Cofundadora y editora de ZOOM F7. Escribo sobre cine y fotografía.
Categorías