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Paprika: el onirismo y su relación con el lenguaje cinematográfico

Paprika: el onirismo y su relación con el lenguaje cinematográfico

Por: Gerardo Herrera 

Es una estancia oscura. La luz tenue ilumina el centro del escenario circense, un cochecito entra en escena, proviene de la negrura y se sitúa exactamente debajo del halo lumínico. Dentro del vehículo hay un payaso cuya proporción es muy superior a la del carro, sale con dificultad para ponerse de pie y pregonar: ¡qué comience la función!

Una secuencia onírica da origen al mundo y reglas de Paprika, filme basado en la obra homónima de Yasutaka Tsutsui y dirigido por Satoshi Kon. La historia muestra cómo se ha inventado un dispositivo capaz de permitir la visualización de los sueños a través de un monitor, el cual es robado para lograr que estos se fusionen con la realidad.

La película permite su abordaje desde múltiples enfoques. En primera instancia está la decisión de utilizar la técnica de animación, lo cual sumerge al espectador en un código referente a la realidad-virtual entendida como realidad-posible.

En la escena inicial se presenta el sueño de un policía aficionado al séptimo arte. Presenciamos un recorrido a través de muchos filmes de variados géneros, en aparente desorden las imágenes estructuran una historia que culmina con un asesinato; siguiendo la tesis freudiana descubriremos a la postre el por qué de cada imagen.

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Es sin duda de mayor interés la propuesta del realizador al reflejar el sueño por medio de una pantalla, en una clara analogía con los elementos del lenguaje cinematográfico,  principalmente aquellos que conforman la estructura del montaje, los cuales pueden ser tres:

El corte

En cuestiones psicoanalíticas, y acercándonos a La interpretación de los sueños de Sigmund Freud, se conoce que un sueño jamás llega en su estado esencial. Toda representación onírica tiene una explicación de carácter consciente; la fase de ensoñación da cabida a lo reprimido durante el periodo vigil, y al recordarlo se estructura ordenadamente dejando el supuesto caos que predomina  en ese estado.

Pero ¿no es acaso que recordamos los sueños como si fuesen escenas de película? Es decir  ¿no hay escala de planos, cortes, travellings y demás componentes en su haber? ¿No es en primera instancia la imagen y después la palabra para tratar de comunicarles? Para representar el sueño ¿no es más fiel la imagen que lo dicho? Es por ello que en Paprika resulta fundamental para la comprensión en lo referente a los alcances del arte cinematográfico.

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El corte per se no forma parte de nuestra percepción de la realidad. Este elemento esencial del montaje proviene sin duda de la percepción onírica, es decir, el corte nos sumerge en esa ensoñación llamada cine.

El fundido

Es sublime el recurso porque es justo cuando el dispositivo supera sus potencialidades y comienza a mezclarse con el mundo vigil. Un científico de la corporación que creó el aparato comienza a decir incoherencias, sonríe y termina arrojándose por una ventana. Mientras está suspendido en el aire, en cámara lenta, se comienza un fundido, pantalla en negros, súbitamente el mundo onírico irrumpe, criaturas extrañas y elementos de la vida cotidiana cobran vida avanzando rápidamente hacia un abismo. El científico está atrapado.

Como nosotros, cuando cerramos los ojos, cuando nos fundimos dejándole la puerta abierta a la (según Freud) instancia inconsciente, a lo reprimido, permitiendo la irrupción de toda clase de criaturas, seres y situaciones que emergen, de la oscuridad.

El fundido se emplea comúnmente para empezar y concluir un filme. En Paprika concluye con el primer acto, da paso al conflicto y nos introduce de lleno en la complejidad de la barrera con lo real. Un sueño (la película) dentro de otro sueño (el presenciado, la trama) dentro de uno más (el sueño en conjunto planteado por Satoshi Kon). Somos soñadores del mismo sueño, el de su creador.

Una vez superada dentro del contexto del filme la limítrofe realidad-sueño, el director nos permite saber cuándo el espectador forma parte de la fantasía y cuando no, a través de la tercera herramienta más común del montaje cinematográfico:

La disolvencia

Cuando el personaje principal (Atsuko), es presa de una ensoñación durante su periodo vigil, Kon utiliza este recurso para pasar de un plano a otro, quizá no es consciente en un primer momento, pero mediante el uso maestro de ésta nos introduce al infierno de lo reprimido; cuando se da la ruptura y Atsuko despierta se comprende perfectamente, sin recursos efectistas. Paprika es cinematografía pura.

No es la idea del presente texto revelar la trama completa del filme, pero sí de destacar el empleo de recursos tan simples para la manipulación espacio-temporal (el corte, el fundido y la disolvencia)  sin dejar de lado elementos como la animación, la música, el uso del color y la complejidad de los temas abordados. Paprika es, sin temor a equivocarme una de las grandes joyas de la animación contemporánea.

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