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Infinity Pool: los límites de la libertad según Brandon Cronenberg

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A través de psicodelia y actuaciones magistrales, el tercer largometraje de Brandon Cronenberg, Infinity Pool, presenta el tema de la violencia como liberadora del aburrimiento.

Por: Alexis Pastor 

A manera de un mundo distópico o utópico, dependiendo quien lo vea, Brandon Cronenberg nos sitúa en un pequeño lugar llamado Li Tolqa, fragmentado en dos partes: la primera es una civilización que parece distinguirse por la ausencia de algunos derechos humanos, y la segunda un resort vacacional donde se respira burguesía. Una pareja integrada por James (Alexander Skarsgård) y Em Foster (Cleopatra Coleman) vacacionan en esta isla con el afán de que él, un escritor no tan exitoso, encuentre inspiración para escribir su segundo libro.

Desde el inicio de Infinity Pool nos presenta su tono; solemne, misterioso, el cual nos hace percibir el lugar paradisiaco como un simple espejismo. Hay algo que este recóndito sitio nos oculta, y la puesta en cámara lo evidencia: a lo largo de la película los personajes están ‘acorralados’ por la composición —ya sea en plano medio o en primer plano— se muestran arrinconados hacia un tercio de la pantalla, demostrando la incomodidad que están viviendo.

Esta sensación se refuerza cuando Cronenberg nos presenta a Gabi (interpretada por la nueva scream queen, Mia Goth), quien cambiará el rumbo de nuestro protagonista. Ella hará que se desencadenen todos los eventos a porvenir y, por ende, nos presente el elemento pivote de la obra: la piscina infinita que duplica hasta el más mínimo detalle y protuberancia de tu ser.

Dicha piscina expone el cuestionamiento de la propia existencia, un tema que se abarca sólo en un fragmento de Infinity Pool. Más que el punto central, como sí lo es en Blade Runner (1982) o en Ex Machina (2014), es una fase que James logra superar de cierta manera. En palabras del director, el asunto de la existencia “es un vehículo para hablar de otras cosas”; se trata de la sustancia catalizadora para hablar de una libertad violenta, ejercida traspasando la de los demás, tema que engloba gran parte de la película.

Infinity Pool: los límites de la libertad según Brandon Cronenberg

Esta libertad ejercida con violencia para satisfacer pulsaciones es un tópico que se ha abordado de diferentes maneras en el cine. Un ejemplo magnífico es Haneke y su provocativa Funny Games (1997), que demuestra su punto de manera meta referencial. Cronenberg se vale de la muerte infinita, la cual empuja a nuestros personajes a liberar esa pulsión atorada, y al igual que en la obra del austriaco, es resultado del aburrimiento causado por la banalidad.

Otro aspecto a destacar de nuestro protagonista es el tema maternal, pues desde que Em funciona como una especie de mecenas ante el desempleado escritor, él desarrolla una fuerte dependencia. Al irrumpir en esta dimensión sociológica, James se deja arropar por Gabi, quien no sólo alimenta esa necesidad de salvajismo y libertad, sino el de la figura femenina que lo provee de la atención que necesita. Su relación es representada de manera explícita con el acto más humano e íntimo que un bebe puede tener con su progenitora.

A través de escenas cargadas de sexualidad y psicodelia, el hijo del maestro del cine de horror corporal nos reta a adentrarnos en las pulsaciones humanas, con cierta crítica social que se podría malinterpretar como anhelos a esa libertad mostrada en pantalla. Es una obra que juega con los límites humanos, que nos hace preguntarnos ¿qué nos presentará la imaginación de Cronenberg en el futuro?, esperando que las obras sean retadoras para el espectador, como lo es Infinity Pool.

Infinity Pool está en Cinemex y Cinépolis

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Crítica, Noticias

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