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La decisión de partir: simpatía por amores imposibles | Crítica

La decisión de partir: simpatía por amores imposibles | Crítica

La decisión de partir es la obra con mejor conjugación entre edición, composición visual y emociones, comparada con los filmes más salvajes de Park Chan-wook.

Por: Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz)

El detective Jang Hae-joon (Park Hae-il) investiga la muerte de un alpinista. Aunque la evidencia apunta a un accidente, él sospecha que la víctima fue asesinada por su esposa, Song Seo-rae “Sore” (Tang Wei). Durante los interrogatorios iniciará un extraño affaire que nublará la perspectiva del policía en la solución del caso. 

El amor ha sido una constante en el reciente cine de Park Chan-wook, por encima de la violencia y la sexualidad. Ya sea su versión vampírica de Thérèse Raquin (Sed de Sangre, 2009) o la adaptación televisiva de La Chica del Tambor (BBC), el director siempre regresa a la misma trama sentimental sobre protagonistas seducidos por misteriosos personajes con doble cara. Si bien el noir tiene fuerte presencia en su filmografía, es hasta La decisión de partir (Decision to Leave) que el cineasta realiza un formal homenaje al género, siendo Tang Wei (la agente secreta en Lujuria y Traición) una versión contemporánea de Barbara Stanwyck en Perdición (1944) o Lana Turner en El cartero siempre llama dos veces (1946). 

Comentado por el realizador, este acercamiento a los clásicos es una deconstrucción del cine negro, sin la violencia y misoginia asociadas a él. Diferente a otros revisionistas del noir hollywoodense, interesados en tramas sobre corrupción, vicios y traición (Diao Yinan, por ejemplo), Park Chan-wook toma los roles estereotipados del thriller policiaco y los convierte en una alegoría romántica (saturada de referencias visuales), donde el inflexible policía es una montaña y la sospechosa el veleidoso mar. Como lo menciona Karsten Runquist en su video, esa dinámica metafórica entre personajes y naturaleza es el eje que nos permite entender (y disfrutar con mayor intensidad) la psicología de los personajes. En esencia, ahí radica la complejidad del filme. 

Sin embargo, dejando de lado su densa carga retórico-poética, el aspecto más destacado del filme es el refinado trabajo de director y guionista (Chung Seo-kyung) en la escritura del romance, lleno de sutilezas y gestos brillantes. Si bien inicia como un thriller convencional, el suspenso se va desmoronando hasta desaparecer, dejando expuesto el fondo melodramático del segundo acto, con el reveal de la femme fatale, como también sucedía en La doncella (2016).

No obstante, en La decisión de partir sucede algo particular: al ser una película desprovista de sensualidad, “la vampiresa” de Tang Wei tiene como armas la ternura y el afecto, desarrollando lazos más fuertes que el deseo sexual. En consecuencia, la inminente traición y posterior desencuentro resultan aún más dolorosos que un flirteo erótico no correspondido. 

La decisión de partir: simpatía por amores imposibles | Crítica

Tal como la venganza jamás traía consuelo en su famosa trilogía, en La Decisión de Partir, la justicia tampoco restablece el equilibrio, por el contrario, ocasiona más infelicidad. Mientras en el noir clásico es posible que el protagonista se corrompa or las circunstancias, el detective Hae-joon posee una inquebrantable moral que (al mismo tiempo) termina siendo su perdición; incluso, Sore dice en broma: “para poder verte debe ocurrir un asesinato”.

Ese amor reprimido por la rectitud profesional deriva en absurda tragedia, puesto que el actuar “correcto” de un personaje escrupuloso, respetando los límites, ocasiona más desgracias que el crimen mismo; algo parecido al nudo argumental de Zona de riesgo (2000), donde simpatizar con el enemigo ocasiona desgracias mayores que morir en combate. Sin embargo, el director jamás se pone pesimista, pues La decisión de partir es uno de los filmes más intensos y luminosos de su filmografía. 

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El carácter sentimental del filme no implica sobriedad visual, lo opuesto: La decisión de partir es la obra con mejor conjugación entre edición, composición visual y emociones, comparada con sus filmes más salvajes. Los diálogos no tienen tanta importancia como los movimientos de cámara, ángulos y encuadres, ya que no solo acentúan ideas, son parte imprescindible del argumento, la psicología y el desarrollo de los personajes. El resultado final es una mezcla entre el estado insomne del detective (con esa cámara inestable en momentos de ansiedad) y la incapacidad de Sore para olvidar, inundando de impredecibles flashbacks toda la narración; un caótico montaje que contrasta con lo meticuloso del simbolismo sobre el mar y la montaña. 

Aunque muchos críticos reconocen un homenaje a Alfred Hitchcock (principalmente Vértigo), el filme se asemeja más al neo-noir de Claude Chabrol o Brian De Palma, donde las pulsiones son el fósforo que detona crímenes y castigos; en otras palabras, no hay tanta maldad premeditada como emociones desbordadas. Park Chan-wook sustituye la sensualidad del género por una trama donde las pasiones están ceñidas en gestos y silencios, un salto al vacío que pudo resultar en vacío drama cursi. Todo lo contrario, La decisión de partir es una espléndida película romántica que descoloca por su derroche de ternura y melancolía

Tráiler La decisión de partir 

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