Queridos vecinos: adolescentes obligados a vivir en un mundo hostil

Por: Eduardo Carrasco Díaz (@drfarabeuf)
Una de las obras que sorprendió por su guion—en el Festival Internacional de Cine de Berlín del año pasado y que ahora forma parte de la Muestra Internacional de la Cineteca Nacional—fue Queridos vecinos (2020), un largometraje codirigido por Damiano D’Innocenzo y Fabio D’Innocenzo que cuenta las desventuras de distintas familias.
El relato de esta película se desarrolla en un barrio en los alrededores de Roma, donde, durante el verano, un grupo de vecinos en aparente normalidad viven las consecuencias de su contexto asfixiante. Queridos vecinos comienza con una voz en off, cuyo narrador establece—sin caer en lo explicativo— las convenciones y el tono que habrá de seguir el filme, el cual juega con las nociones de ficción y realidad en la historia que cuenta.
Lo más destacable de Queridos vecinos es la manera en que muestra los puntos de vista de los protagonistas infantiles y adolescentes. Es a través de ellos que se puede comprender la dura realidad que sufren en sus hogares, donde sus padres parecen ausentes e indiferentes. En esa soledad somos testigos de los deseos y despertar sexual de los jóvenes que se enfrentan a un mundo hostil, que ignora sus sentimientos.
Queridos vecinos es también una cinta que nos habla de cómo los padres y sus anhelos reprimidos son reflejados en sus hijos. La áspera relación entre los integrantes de las distintas familias se hace evidente en cada escena; aquí, los tutores no son un refugio para los niños y los adolescentes. En realidad, son los disparadores que provocan su rabia y sus ganas de no habitar el mundo.
Una de las escenas más representativas que muestra este carrusel emocional es cuando en la cena de una de las familias protagonistas, el hijo comienza a ahogarse con un pedazo de carne. Su dificultad por intentar respirar se hace evidente. Mientras eso sucede la hermana pequeña comienza a llorar. La madre se preocupa y entra en un ataque de pánico. El padre estupefacto reacciona y auxilia al joven. Cuando este logra expulsar la comida que provocaba la asfixia, las cosas se tornan extrañas por el nulo manejo de sentimiento que tienen todos los integrantes de esa familia.
Al ser un relato íntimo, Queridos vecinos se sostiene de las interpretaciones de sus actores. Cada uno de ellos, tanto adultos y adolescentes entrega magníficos papeles. Sin embargo, hay que destacar el trabajo juvenil de Tommaso Di Cola, Justin Alexander Korovkin y Giulia Melillo. Sus silencios, sus gestos y sus diálogos nos sumergen en su universo de sufrimiento. Además, todo el trabajo histriónico, se acompaña con una gran banda sonora que transmite las sensaciones de los personajes a los espectadores de la cinta.
Otro punto valioso de esta película es la forma en que construye su narrativa visual. La cámara se aloja, en ocasiones, en el rostro de los personajes para mostrar su desdicha y sus problemas existenciales. A su vez, la perspectiva que muestra Queridos vecinos por momentos recurre a los planos estáticos y el desenfoque. El objetivo de esa puesta en escena es crear una atmósfera ligada a los recuerdos.
Asimismo, esta ejecución visual tiene la virtud de mostrar los momentos de mayor tensión de manera eficaz. Sin ninguna clase aspavientos o formulismos, se logra entender el sufrimiento de los personajes. Los giros de tuerca, que transforman este relato rural-familiar en una retorcida tragedia, aparecen en el largometraje de forma gradual y contundente.
Sin duda alguna, quien se asome a Queridos vecinos encontrará un filme que nos muestra la dura relación que en ocasiones se establece entre padres e hijos, quienes viven en cada quien en su propio infierno.
Queridos vecinos forma parte de la 70 Muestra de la Cineteca Nacional.
La puedes ver el sábado 27 de noviembre a las 13:00 y 18:30 horas. Compra tus boletos aquí.
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