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Happiest Season: ¿una auténtica historia LGBT+ de Navidad?

happiest season

Por: Citlalli Juárez (@citlallijuarez)

¡Oh, bella Navidad! Época de comida, felicidad y disfrute con la familia. La temporada indicada para recostarte en el sillón y hacer un maratón desde los clásicos navideños -como El joven manos de tijeras (Tim Burton, 1990), Elf (John Favreau, 2003) y la trilogía completa de Mi pobre angelito de Macaulay Culkin-, hasta las nuevas cintas que se robaron nuestro corazón —como El origen de los guardianes (Peter Ramsey, 2012) y Klaus (Sergio Pablos, 2019)—. 

Sin embargo, las comedias románticas son algunas de las películas con mayor éxito durante esta época navideña. Y es que no hay nada mejor para relajarnos y disfrutar de la Noche Buena, que ver por milésima vez la escena del concierto de Navidad en Love Actually (Richard Curtis, 2003), y a Hugh Grant al ser descubierto besándose con su secretaria detrás del escenario.

En medio de esta tendencia heteronormada de las historias clásicas de rom-coms a las que estamos acostumbrados, llega Happiest Season con una pareja lésbica como protagonista. Feliz novedad, por su título en español, es la historia de Abby (Kristen Stewart) y Harper (Mackenzie Davis); dos chicas que han salido por poco más de un año y que pasarán la Navidad con la familia tradicional y demasiado perfecta de Harper. Abby planea pedirle matrimonio a su novia durante las fiestas, sin embargo, antes de llegar a casa de sus padres, Harper le confiesa que en realidad no ha salido del clóset y que su familia piensa que Abby es sólo su amiga heterosexual. Lo que se supone que debería ser la “época más feliz del año” se convierte en una desastrosa, confusa y dolorosa prueba en la relación de Abby y Harper. 

Una historia como esta, que ha sido publicitada como un parteaguas en el cine y un gran paso adelante en la representación de la comunidad LGBT+, es un arma de doble filo. Si bien, Happiest Season es una clásica historia de disfrute para esta época, es cierto que la película tiene tanto aciertos como áreas de oportunidad. 

Al hablar de lo mejor, es innegable que Kristen Stewart realizó un excelente trabajo al interpretar a la socialmente torpe Abby. Pero quien sin duda se roba la película (a pesar de tener poco tiempo de pantalla) es Riley, interpretada por una fantástica Aubrey Plaza. Riley es presentada como la expareja de Harper, quien ahora es una exitosa doctora. El personaje dista mucho de los estereotipos de lesbianas presentados en la mayoría de las películas románticas, pues no es una mujer hiper masculina ni una desgraciada sin consideración. Probablemente una de las mejores características de Riley es su sensibilidad y la sinceridad con la que se convierte en una verdadera amiga para Abby. Habiendo conocido y salido con Harper durante el colegio, Riley sabe lo mucho que Abby está sufriendo al ocultar su relación y su verdadera persona, por lo que la ayuda y se convierte en una aliada con la que puede contar en medio de un ambiente hostil. 

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Asimismo, la película también tiene momentos de seriedad destinados a hablar de temas importantes. Uno de los mensajes más humanos del filme se aborda en una conversación sobre la “salida del clóset” entre John —el trillado sassy gay best friend, que de alguna manera Daniel Levy logra convertir en un personaje completo— y Abby. El salir del clóset es un momento difícil y muchas veces aterrador. El mundo y nosotros mismos cambiamos en cuanto esas palabras salen de nuestra boca; después de ese momento ya no hay vuelta atrás y si no se está listo para ello, es casi imposible tener una razón para seguir adelante. John, con la sabiduría de un hombre cuyo padre dejó de hablarle por 13 años cuando se declaró gay, le hace saber a Abby que el hecho de que alguien no salga del clóset, no tiene nada que ver con el amor que siente por ella. 

La película nos enseña que el reconocer nuestra sexualidad es un proceso propio, nadie debería obligarnos a apresurarlo o negarlo, por lo tanto debemos respetarlo. Sin embargo, también nos hace entender que tenemos la opción de esperar y acompañar a alguien durante el proceso de reconocerse, o estar a lado de alguien que no tenga problema de mostrar quien es. 

Happiest Season debutó como la película más exitosa en Hulu. El éxito no resulta extraño después de que los medios se refirieran a la cinta como “única en su género”, siendo la primera película de una productora grande con una historia central de una pareja LGBT+. A pesar del éxito, a la par de las felicitaciones también llegaron las críticas. 

Las opiniones divididas se centran en la naturaleza de la cinta. Por un lado, la etiqueta de “comedia romántica” promete que nos pasaremos un buen rato viendo la película, y que soltaremos algunas carcajadas al mismo tiempo que nos enamoramos de la pareja principal. Aunque por el otro lado, el comenzar un filme de temática LGBT+ con uno de sus personajes principales siendo obligado a “regresar al clóset”, podría no ser la mejor experiencia para muchas y muchos dentro de la comunidad. 

Harper y sus acciones como personaje también han dividido las opiniones. Y es que desde el momento en que le confiesa a su novia que en realidad sus papás no saben que es lesbiana ni que tiene pareja, se levanta una bandera roja alrededor de su personaje. Después nos enteramos de que Harper tampoco fue demasiado honesta sobre su pasado y que, de hecho, en el colegio dijo que Riley era gay sólo para salvarse a sí misma de las habladurías de la gente, causándole años de sufrimiento a quien fue su mejor amiga y novia. Sus acciones y el comportamiento que adquiere desde el momento en que llega a casa están diseñados para que no nos agrade su personaje. Al igual que Abby, vemos la pantalla y no podemos reconocer a la mujer enamorada que —durante los primeros minutos de la película besa y toma de la mano a su novia sin temor del qué dirán. 

Sin embargo, más adelante se revelan los temores e inseguridades con las que Harper ha lidiado toda su vida, y por primera vez desde el inicio de la película sientes lástima por ella. Como espectador, continúas enojado y herido por su actuar, pero también te repites que debes comprenderla porque simplemente tú no estás en sus zapatos. 

Se podría asumir que las diversas opiniones sobre la cinta nacen de las distintas historias de vida del espectador. Sería absurdo pensar que la experiencia de una mujer blanca cisgénero de clase media alta que no se preocupa por ocultar su preferencia sexual es la misma que la de una lesbiana afrodescendiente que vive en los suburbios. 

Quienes tenemos el privilegio de ser aceptados por los que nos rodean sin importar a quien amemos, no podemos vislumbrar las dificultades en el camino de quienes no han tenido esa fortuna. Y tal vez esa sea la verdadera importancia de la película, la de iniciar la conversación sobre la representación LGBT+ en el cine y dejar que la audiencia manifieste sus opiniones, para que el día de mañana salga una mejor comedia romántica, y así hasta que por fin tengamos lo que merecemos.

¿Es una auténtica historia LGBT+ de Navidad? Podría decirse que es tan auténtica como nuestras experiencias de vida nos permitan reconocer. Porque en la vida existe “mi historia, tu historia y todas las demás en el medio”. 

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