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“Hay que perder el miedo a hacer esa primera película”: lecciones de un cineasta independiente

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Por: Karla León (@klls_luu)

En 1989, Alan Gutiérrez, quien con tan sólo doce años de edad ya incursionaba en el mundo de la actuación, decidió poner el dedo sobre el renglón y tomar al cine como su profesión gracias a su participación como parte del elenco de la película Bandidos (1991), un western situado en la Revolución Mexicana y una de las primeras cintas escritas, dirigidas y producidas por Luis Estrada dentro del periodo del llamado nuevo cine mexicano. 

Inspirado por la pasión y el increíble talento que demostraron en el set figuras como Emmanuel “El Chivo” Lubezki, Brigitte Broch y Guillermo Del Toro, el ahora cineasta, productor y guionista, continúa manteniendo como eje creativo la ilusión y la entrega por contar historias.

Tales elementos le permitieron consolidar la producción de su ópera prima, Síncopa, película independiente que, contra toda predicción, logró ser filmada en tiempo récord con un presupuesto mínimo y un crew conformado (en su mayoría) por estudiantes. 

Con más de dos décadas de trayectoria en cine, teatro y televisión, Alan se ha desarrollado multidisciplinariamente en diversos rubros de la producción audiovisual, lo que le ha permitido especializarse y comprender a profundidad las necesidades particulares de cada proyecto. El Disfraz (1999), Animecha Kejtzitakua (2008), Contacto (2016) y Ambiente Hostil (2017), son sólo algunos de los títulos que, de manera independiente, ha presentado en numerosos festivales y muestras de cine, tanto nacionales, como internacionales. 

“Lo que más admiro del cine es que es un arte. Hacemos cine porque lo amamos; los primeros pasos están motivados por ese amor y pasión por contar historias. Creo que eso es lo que nos mueve a todos, aunque sí considero que nos tendría que ir a todos bien dentro de la industria para vivir de esta labor”, menciona Alan, quien asegura que sus logros más importantes en el cine se resumen en disfrutar cada etapa, desde terminar un guion, hasta juntar un crew para filmar.

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“El proceso de filmación es el más corto, se reduce a unas pocas semanas todo lo que preparaste meses atrás, incluso todo lo que se estudió para lograrlo. Cuando comienzas, existe esa adrenalina por filmar bajo presión, contra el tiempo, contra las adversidades y, cuando terminas la última toma, viene ese momento que es maravilloso y que no termina ahí. Llega la etapa de postproducción, que requiere de mucho trabajo y en el que comienzo a contar la historia”. 

La libertad de contar historias

“¿Qué es lo que hace al cine independiente maravilloso? La libertad que tienes al hacerlo”, expresa Alan, quien, sin catalogarse exclusivamente como un cineasta independiente, encuentra grandes virtudes dentro de este concepto que ya rondaba entre los productores estadounidenses a principios de los años 20, y que más tarde se consolidó con las nuevas olas de cine francés, inglés y americano, entre la década de los 50 y 70, respectivamente. 

“Al ser independiente, muchas veces no cuentas con el presupuesto que, probablemente, necesitarías, sin embargo, tienes la libertad de contar la historia como tú quieres, algo más arriesgado, más íntimo y alejado de lo convencional. En ese sentido, tratamos de que sea más artístico. Algunas (películas) podrían caer en ‘baja calidad’ por cuestiones de presupuesto, sin embargo, hay grandes ejemplos que nos han demostrado actuaciones fantásticas, o una fotografía y edición impecable”, aclara. 

Desde su perspectiva, los estudios y plataformas han sido más convencionales con aquello que les ha funcionado a lo largo de los años, incluso, en la forma en la que guían a las producciones, por ejemplo, a través de la imposición de actores, cambios y repeticiones de escenas, reportes semanales rigurosos, o modificaciones en la historia durante la postproducción. “Al final, son ellos los que están pagando, los que tienen el presupuesto y demás”. 

“En México tenemos el caso de las comedias románticas. Las estadísticas hablan de que les va bien; no se trata de criticarlas, pero me parece que tienen un público que funciona, por eso las grandes productoras tienden a preferir este tipo de historias, un poco menos arriesgadas. Cuando voy a hacer una película independiente, prácticamente hago la historia que yo quiero contar, de la manera en la quiero contarla. Es una libertad tremenda para tener diferentes tipos de historias”, explica. 

Grandes retos

Durante años, el problema más significativo para el cine independiente -y el cine mexicano en general-,  ha sido la distribución y la exhibición. De acuerdo con el Anuario Estadístico de Cine Mexicano 2019, publicado por el Instituto Mexicano de Cinematografía, se produjeron 216 películas nacionales, de las cuales 101 fueron estrenadas; de estas, únicamente el 45% logró exhibirse en 10 pantallas o menos y el 30% tuvo actividad publicitaria en medios impresos y electrónicos. Así mismo, 49% de las películas fueron producidas por estímulos fiscales. 

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El reto, declara Alan, no reside en el presupuesto o en la realización, sino en darlas a conocer al público. “Son películas a las que les va muy bien en festivales, me parece que ponen muy en alto el nombre de México y se nota en los resultados, sin embargo, llegan a muy pocas salas y audiencias. Nuestra área de oportunidad es encontrar la manera de llegar a más personas, que se sepa que también se hace un buen cine independiente mexicano, que hay una industria, o que tratamos de levantar una industria que apuesta por otro tipo de historias”. 

“El 2020 ha sido catastrófico para todo el cine. Venían creciendo círculos y clubes independientes que proyectaban otro tipo de películas. Me parecía muy interesante el tener estos foros en desarrollo. Esperamos que sobrevivan y que venga, nuevamente, esa evolución, porque hay un público que ha ido creciendo también y que busca estas nuevas propuestas”, menciona, al mismo tiempo que reflexiona que los realizadores independientes también deben de buscar los medios y unir esfuerzos para llegar a los espectadores. 

“No estoy peleado con los distribuidores, porque al final es un negocio para ellos, pero sí debemos de crear nuestros propios recursos. Muchas veces, el pretexto es que la gente no acude y se basan en estadísticas. ¿Cómo vamos a crear más público si no le damos una oportunidad al nuevo contenido? Culturalmente, estamos acostumbrados a repetir fórmulas de Hollywood que funcionan, que son más comerciales y a las que sí se acude; repetimos y repetimos, no nos arriesgamos a algo nuevo”, puntualiza. 

Para el cineasta, Amores Perros (2000), escrita por Guillermo Arriaga y dirigida por Alejandro González Iñárritu, es un gran ejemplo de cine independiente que, en su momento y bajo iniciativa privada, marcó una línea narrativa arriesgada, diferente y que se sostenía por sí sola, a tal grado que tuvo éxito en festivales nacionales e internacionales y fue del agrado del público, de tal modo que hoy es un referente absoluto del cine mexicano. 

“Debemos de generar una cultura de la mano de los distribuidores y exhibidores, incluso, con los apoyos del IMCINE, me parece que deberían distribuirse de una manera mucho más competitiva. No se trata de imponer, pero sí de darnos más espacio, si contamos solamente con el 10% de los exhibidores, estamos en desventaja, y no vamos a generar una audiencia. No creo que deba ser impositivo, personalmente disfruto mucho del cine extranjero, pero sí debemos estar más protegidos y apelar a nuevas y más propuestas de cine nacional”, clarifica. 

Un gran debut

Síncopa es un término musical que se utiliza mucho en el género jazz, y cuya esencia consiste en ir en contra del ritmo. Justo así, y como símbolo de una metáfora, Síncopa (una película que para algunos productores era imposible de realizar) se llevó a cabo en tan sólo unos meses, con un presupuesto muy bajo, un crew conformado, en su mayoría, por estudiantes de las industrias creativas y un cast que recorrió más de 50 locaciones nacionales y extranjeras, entre ellos, Osvaldo de León, Irán Castillo, Antonio Monroi, Mauricio Argüelles, César Rodríguez, Juan Vera y Roger Montes. 

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“La historia de Síncopa tiene mucho que ver en cómo estamos haciendo esta película. Fuimos en contra de todo lo establecido, de por sí es complicado hacer cine independiente, la manera en la que realizamos esta cinta lo fue aún más. Para mí, el dirigir esta película no sólo se logró a partir del tiempo en el que me tardé escribiéndola o preparándola, viene de mucho antes, de ese momento, en el set de Bandidos (1991), cuando decidí que quería hacer cine y contar historias. Gracias al amor de todo el crew y el cast se cumplió. En su momento, no había forma de hacerla con el tiempo y el presupuesto que se tenía, pero lo logramos y nos queda esa satisfacción de haber contado la historia de la mejor manera posible”, afirma. 

En proceso de postproducción y con un estreno postergado por la contingencia de salud a nivel mundial, Alan plantea este sueño como el primero de muchos por delante. “Cierro un ciclo de mucho años con Síncopa, sin embargo, vienen otros. Cada película es un nuevo sueño, una nueva meta por realizar, porque todas son diferentes y eso es lo que me sigue motivando. Son años de trabajo. Había participado como actor en películas, jugado otros roles en la producción, pero no había hecho mí película, la historia que yo quería contar, no la había dirigido, hasta ahora”. 

Perder el miedo

Inspirado por el cine independiente de directores como Steven Soderbergh, Luis Estrada, Fernando Eimbcke, David Lynch, François Truffaut y Jean-Luc Godard de la nueva ola francesa, además de Akira Kurosawa, Ingmar Bergman, Andréi Tarkovski y Woody Allen, Alan asegura que el primer paso para hacer cine, independientemente de un rol en la producción, es ponerse a contar historias. 

“En México, podría decirse que casi prácticamente todos iniciamos como independientes. Yo duré años tratando de buscar una oportunidad, perdí tiempo, e incluso, tampoco me sentía preparado, tenía miedo. Hay que perderlo, empezar a contar historias de  la mejor manera posible. No sé si en diez años yo vea Síncopa y me arrepienta, o piense que me faltó experiencia u otra cosa, pero no depende de mí. Hay que prepararse y hacerlo”. 

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Como realizador, Alan considera que lo más importante para un cineasta es no seguir reglas, pero sí buscar, dentro de las posibilidades, el trabajo colectivo, la confianza dentro del set, la entrega y la pasión por contar historias, el ser responsables y respetuosos, así como disfrutar cada momento a la hora de filmar. “Siempre trato de transmitir el practicar y experimentar, eso te hace cada vez mejor.”

“Aconsejo estudiar. Muchas veces, tenemos entendido que grandes cineastas no estudian, por ejemplo, Iñárritu y Tarantino. Nos ponen sobre la mesa que son extraordinarios y no han estudiado, aquí confundimos; no han ido a una escuela, pero sí han estudiado. Estudia cómo realizarás tu película, ve entrevistas, platica con gente; en mi caso, trato de tomar talleres interesantes, hay que encontrar la manera y la oportunidad de prepararse; esto nos va a resolver muchos problemas”, comparte. 

Con una amplia trayectoria como profesor de Cine, Guionismo y Dirección y Puesta en Escena en el Tecnológico de Monterrey, Alan encuentra en las escuelas de cine una guía sólida e importante para los realizadores, no obstante, también opina que muchas veces se desmotiva, desalienta y no se prepara debidamente a los alumnos para incorporarse tempranamente a un set. “Existe una gran área de oportunidad en la educación de cineastas, a mí me gusta involucrar para generar experiencia, aprendizaje, toma de decisiones, e incluso,  para perder el miedo al fracaso.”

“Probablemente mi primer corto me quede muy mal, pero eso me ayudará a que el segundo no sea tan malo como el primero, y así sucesivamente. La práctica y la intención pueden cumplir sueños. Hay que aprender y hacer al mismo tiempo para aplicar el conocimiento. Hay que perder el miedo a hacer esa primera película, y contar lo que traes en este momento. No importa lo que van a decir los demás, no todo se atreven y eso es un logro. No sabremos si será un éxito comercial, qué tal le vaya, cómo será tratada por la crítica o por la audiencias, no depende de nosotros. Cuenten historias, trabajen y pierdan el miedo”, finaliza Alan Gutiérrez, un cineasta con un gran debut. 

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