Emma.: el bonito anticlasismo de Autumn de Wilde

Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz)
Emma Woodhouse (Anya Taylor-Joy) es una adinerada y frívola chica inglesa. Para no perder a su amiga Harriet (Mia Goth), Emma la persuade de rechazar la propuesta matrimonial de Robert Martin –un granjero de menor status social– y aspirar al conveniente compromiso con el vicario Mr. Elton (Josh O’Connor). Previendo los posibles problemas, Mr. Knightley (Johnny Flynn) intenta convencer a su amiga de no entrometerse en las relaciones ajenas, pero ella insiste en manipular a los integrantes de su círculo social como piezas de ajedrez.
La ópera prima de Autumn de Wilde (fotógrafa de renombre en la escena musical) recuerda al debut de Tom Ford en el cine: un empalagoso festín de gustos personales. No llega al vacío naif de Sofia Coppola (con quien comparte fotógrafo), pero el atiborre de “colores pasteles” puede desconcertar a la audiencia clasicista. En otras palabras, Emma. simpatiza más con Clueless (Amy Heckerling, 1995) que con Emma (Douglas McGrath, 1996)… y se agradece.
A diferencia de la versión de Gwyneth Paltrow (blanda lectura de la novela), la Emma de Anya Taylor-Joy es mundana y arrogante. El guion de Eleanor Catton (autora de la excepcional Las Luminarias) explora y remarca los aspectos clasistas de la protagonista (casi antiheroína), llevando la comedia al terreno maquiavélico de Choderlos de Laclos (algo muy compatible con la estética new wave del filme). De hecho, el desprecio de Emma por Miss Bates (debido a la inferioridad de clase) y la irracional envidia hacia Jane Fairfax son emociones más intensas que en adaptaciones previas.
Al considerarse outsider, el mayor interés de la directora es redondear el elitismo de la joven, quien segrega a otros y se burla de la supuesta estupidez de sus conocidos. Aunque el romance ocupa una parte significativa del metraje, el foco del drama se encuentra en la destrucción del compromiso de Harriet. Por poner un ejemplo, la clásica propuesta de Mr. Knightley a la sombra de un árbol es arruinada de tajo por un sangrado de nariz, dando protagonismo a la redención de Emma tras asumir sus errores y enmendar el daño. Estos detalles argumentales convierten a la película en un complejo drama moral, muy en la línea de Amor y amistad (2016) de Whit Stillman, tremenda comedia vigente sobre la hipocresía en la alta sociedad.
El trasfondo sexual es la coqueta aportación de Autumn de Wilde al universo cinematográfico de los clásicos literarios. Si quitamos la nada erótica escena de Colin Firth saliendo del lago, la sensualidad había sido vedada en las adaptaciones de Jane Austen. Los semidesnudos de Flynn y Taylor-Joy dan una dimensión madura y soez al romance (parecida a los grabados de Fanny Hill); tensión sexual apenas sugerida en Orgullo y prejuicio (Joe Wright, 2005), con los planos cerrados a las manos de Elizabeth y Fitzwilliam.
De acuerdo con una entrevista para Screen Rant, la directora tuvo especial detalle en la construcción de Mr. Knightley, mostrándolo como un hombre vulnerable y frágil; imagen contradictoria con el estereotipo austeniano de Mr. Darcy (hombre benefactor e inquebrantable). El personaje de Johnny Flynn se encuentra en crisis emocional con arranques de frenética desesperación (un detalle romántico y encantador), parecido al sedado Pete Doherty de Confession of a Child of the Century (Sylvie Verheyde, 2012). En general, la trama fue actualizada a una humorística perspectiva millennial, alejada del acartonamiento formal de la BBC.
El vestuario de Alexandra Byrne (responsable de los impecables atuendos de la Elizabeth de Shekhar Kapur) da mayor profundidad psicológica; define las personalidades y estados de ánimo de los protagonistas mediante colores y texturas. También, la música brinda bastante información al espectador. La compositora Isobel Waller-Bridge (hermana de ya saben quién) se inspiró en los Looney Tunes para dar melodías específicas a cada rol. Conforme más te adentras en la obra de de Wilde, descubres un sinnúmero de atractivos detalles. De momento, Emma. ya ha logrado hacer moderado ruido entre los críticos, lo que significa un éxito para cualquier título de época (separándose de las producciones genéricas). Sólo el tiempo confirmará si es imprescindible o un rico aperitivo con bonitos decorados.
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