Witkin & Witkin: Equidistancias

Los gemelos Witkin han desafiado el temor a la pérdida de la individualidad, siendo simplemente lo que cada uno es: un pintor y un fotógrafo.
Witkin & Witkin (2019) es el cuarto documental de Trisha Ziff. Al igual que en sus anteriores trabajos, va más allá de la imagen e indaga en la vida de sus creadores. Retoma su labor como curadora fotográfica y ese mismo empeño la lleva a concretar documentales que recrean, desde su elección de momentos, de entrevistas y de espacios, a los individuos que hicieron de una u otra forma dichas imágenes.
Trisha gusta de enfrentar a sus personajes con su propia cámara, no los invade o los asecha, únicamente los pone a dialogar con el mismo instrumento que ellos ya conocen. En esta ocasión, Ziff presenta la infancia en paralelo de los gemelos Witkin y posteriormente la personalidad y el arte que cada uno de ellos conformó.
La línea central del documental se establece desde el inicio. Un aparato optométrico les realiza un estudio a los hermanos Witkin. Vemos la pantalla como ellos observan, queda de manifiesto que serán sus ojos y sus recuerdos quienes nos guíen; esto aparenta una película en dupla. Sin embargo, Ziff, siguiendo su ideología feminista, conforma una triada entre los hermanos y las mujeres con las que han compartido su vida y su arte. De perfil, vemos a Jerom y Joel conversar incluso sin estar en la misma habitación. Y en medio de ellos, de frente, su hermana o sus esposas, colaboradoras, reformulando y aportando a la figura de los artistas que se va moldeando con cada uno de los relatos. La manera en la que producen sus obras juega el mismo papel que ellas, es otra de las entrevistadas; de tal forma que las coincidencias y distinciones entre ellos no vienen únicamente de declaraciones sino también de anécdotas, acciones y reacciones.
Si bien su madre, como a muchos otros gemelos los confundía o los vestía igual, la búsqueda de identidad, por la que todos pasamos, fue el punto de separación de los Witkin. Uno destacó rápidamente en el dibujo, el otro se interesó en las fotografías de guerra. Y así siguieron dividiendo sus caminos hasta que vivieron en polos opuestos del país, viste cada quien con su estilo, y se relacionan con el mundo completamente diferente.
Una y otra vez Witkin se establece contrario a Witkin. Uno se concibe a sí mismo como aventurero de la imagen y cataloga a su hermano como educador. Uno nutre su obra con las noticias y otro busca baratijas en el mercado. Mientras uno sonríe o llora a la cámara, el otro a veces la ignora. Pese a su interés por marcar una distinción entre ellos, los dos volvieron a encontrarse a través de su profesión; ambos se adueñaron de la imagen, con la luz o a pinceladas. Sin importar que en un lado prevalezca el blanco y negro y en el otro el color, sus intenciones remarcan su conexión con su lado humano que los hace ver la belleza en lo distinto y el arte en lo que no debe ser.
En estos artistas de Brooklyn no hay ningún temor a ser suplantados por un ser idéntico a ellos. Desde cualquier arista, su existencia, al mismo tiempo que los establece como la contraparte de otro, también los marca como seres particulares. Aunque no se vean, y rara vez hablen, Witkin sabe que Witkin existe, que está trabajando y que en algún tiempo se pareció a él.
Denise Roldán
Talents press FICG 2019. Por indecisa, soy locutora, guionista y cantante de karaoke. Pero siempre regreso a la escritura, ¡siempre!
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