Huye, una sátira racial

Del listado de las películas polémicas en trending llega Huye (Get Out, 2017), claro ejemplo del éxito del marketing ligado a la prensa. Si bien es una interesante y creativa realización, no es en sí tan impactante como la han vendido.
Una tendencia que va en aumento es la realización de una película a bajo costo convertida en un increíble negocio redituable; la moda de los low budgets, y es quizá por la frescura de los talentos a cargo de las realizaciones que inyectan su visión de un tema determinado, -nótese Raw (2017)- o tal vez por tomar otra salida a las realizaciones Hollywoodenses. Otro factor, y seguramente el más poderoso, es el poder y alcance del mercado al incluir producciones dirigidas a gente joven con temas tabú, el uso de las redes sociales que exageran y saltan de boca en boca convocando a la audiencia, un instrumento fundamental en nuestros días.
Huye costó cinco mdp, y hasta ahora ha recaudado 200 mdp, lo cual ha sido suficientemente exitoso para una película indie debido a varias particularidades que afectan directa e indirectamente a la cinta. Primero: ha sido catalogada como una película de terror, con lo que no estoy de acuerdo, este género llama sin duda a una gran audiencia; pero en realidad es suspenso por donde la veas (lamento decepcionarlos). Segundo: el tema tabú explicado abiertamente por el director Jordan Peele permite mostrarnos su visión como participante e involucrado en las relaciones raciales en América. Y tercero, y tal vez el más importante, el increíble marketing que le ha rodeado.
Además de los factores antes mencionados, también es importante reconocer las demás piezas que se necesitaron para articular Huye, como el cast, la fotografía y el guión que más abajo analizaremos.
La película se caracteriza por un tono satírico en cuanto al tema racial, pero nos recuerda que la esclavitud sigue practicándose de distintas maneras incluso en nuestro “posmoderno” siglo XXI.
La trama parte de esa primera, espeluznante, nerviosa y visceral cita con los suegros a la que todos tememos, pero en este caso Chris (Daniel Kaluuya) tiene una preocupación extra, pues su novia y su ahora nueva familia son blancos y él es de color. Desconcertado por la reacción que vaya a tener la familia, aun así está dispuesto a convivir con gente blanca a petición de su novia Rose (Allison Williams) y acepta pasar el fin de semana sin tener la más mínima idea de lo que le espera.
La incomodidad de Chris se hace presente desde que nota que la servidumbre, la cual trabaja para la familia de su novia, es precisamente de color y una serie de eventos que se desencadenan que parecen sacados de la ficción, le hacen activar su sentido de la supervivencia.
Todo termina en un plan perfectamente orquestado por todos y cada uno de los miembros de la familia, desde el primo lejano hasta su novia. Una treta para, efectivamente capturar a gente de color y subastarlos entre amigos y parientes, encadenados mentalmente a merced de quien los adquiere.
De las cosas más rescatadas es la realización, que se ajusta a un presupuesto apretado pero nada evidente. El cast también es un punto importante y a su favor, desde la selección de actores hasta la ejecución y evidentemente la dirección de Jordan son puntos que le suman a la película. La fotografía por Toby Oliver, es lo suficiente fresca para narrar la historia, carente de contrastes y aparecen las sombras solo cuando es necesario. El guion, es escrito por el mismo director; que plasma su visión, su sentir y proyecta la percepción que tiene de la gente de color y la gente blanca y los lugares que ocupan en este mundo, además de modificar esas posiciones desde el concepto del bien y el mal. Calificación: ⅗
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