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Matar a la madre y revivirla

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yo maté a mi madre

Por: Citlalli Vargas Contreras

 “Amamos a nuestra madre sin saberlo.

Sólo tras el último adiós somos conscientes

de la profundidad de ese amor”.

-Guy de Maupassant

 

Madres hay de todo tipo: desde la que quiere ser “cool” para llevarse bien con sus hijos; la súper estricta que no permite un solo error en su casa; la que sabe escuchar atentamente y aconseja sin regañar; la que se la pasa regañando a todos en todo momento… En fin. Sin embargo, hijos también los hay de toda clase, y tanto ellos como sus madres en algún punto de su vida se han de preguntar: “¿Qué hice para merecer esto?”, pero sólo como producto de la frustración que causa a veces un amor tan incondicional.

delcine-10-yomateamimadre1A lo largo de su carrera, el canadiense Xavier Dolan ha retratado en sus películas a diferentes tipos de madre, elemento que le ha sido de gran importancia desde su primera cinta, J’ai tué ma mère (2009), donde relata la historia de Hubert Minel (Dolan), un adolescente de 17 años que vive solo con su madre, Chantale (Anne Dorval).

En gran parte de la película vemos a Chantale en los ojos de Hubert. Nos hace percibirla como una mujer ridícula en sus gustos y en su manera de vestir; algo insensible, casi indiferente, egoísta incluso. Cada hábito, cada movimiento, cada decisión, cada razonamiento de ella parece detestarle, razón por la cual su relación es áspera y tensa, llena de conflictos constantes hasta por detalles nimios, y él constantemente se victimiza por la incomprensión de su madre.

No obstante, en algunas escenas también tenemos el privilegio de observar aquello que Hubert no ve: la manera en la que Chantale sufre y calla; la forma en la que se da cuenta de que su hijo no confía en ella y cómo lo ve crecer y convertirse en un hombre aunque ella hubiera preferido que se quedara como un niño.

Bien dicen que uno no entiende lo que es ser padre hasta que tiene un hijo, cuando todas las frases como “te vas a acordar de mí” empiezan a tener sentido, que nos arrepentiremos de tanta rebeldía y contestaciones violentas, y quizá es verdad. Pero también es cierto que a veces, a los padres se les olvida que estuvieron de nuestro lado y que, en ocasiones, aunque quieran enseñarnos de la mejor manera, esas formas no sirven con nosotros.

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Dolan, quien ya desde entonces mostraba su muy particular estilo para contar historias a través de planos detalle y escenas que nos dejan adentrarnos a la psique de sus personajes, nos enseña ambas caras de la moneda: ni las madres son perfectas ni los hijos son unos ángeles enviados del cielo.

Sin embargo, el triunfador en Cannes también nos enseña que el lazo que une a madres e hijos, difícilmente se rompe y pase lo que pase, así matemos a nuestra madre, siempre terminaremos reviviéndola porque la extrañamos.

 

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