Síndrome biopic (El caso Grace)

Por: Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz)
Cuando se pensaba que lo más bajo era ver a Naomi Watts como una frívola Diana (2013), entonces llegó Nicole Kidman con una desastrosa Grace of Monaco (2014). En la actualidad cinematográfica, el biopic o película biográfica se encuentra en apogeo. Los triunfos de La dama de hierro y Lincoln en 2012 son la muestra del éxito en público y crítica de las caracterizaciones históricas. Sin embargo, la fascinación por contar vidas famosas puede caer en ridículos, absurdos o contradicciones argumentales. Cuando imdb marca una filmación como “Untitled Grace Kelly Project” es que algo va por mal camino y existen varios errores (frecuentes) en la producción.
Aun con el doble Oscar (Actriz y Maquillaje) para La vida en Rosa (2007), el largometraje de Olivier Dahan (realizador responsable de las carcajadas en la inauguración de Cannes 2014) fue criticado por los brincos anecdóticos para contar la vida de Edith Piaf. El machacado temporal evita el entendimiento de los eventos y su orden cronológico. Caso contrario es Marie Antoinette (Sofía Coppola 2006) de estricta linealidad pero con demasiados brincos históricos y omisión de datos. Una vida al servicio de la estética decadente y hipster de la niña consentida de Hollywood. Compactar en dos horas una vida causa problemas.
La construcción de personajes también crea dilemas en los discursos morales que el filme propone. En la actualidad, la propaganda del enemigo extranjero se ha suavizado (sin desaparecer), pero aun existen “celebridades” retratadas como demonios o mesías, sin claroscuros. El ejemplo más importante es Hitler, el eterno y patético “anticristo” en Molokh (1999), El Hundimiento (2004), My Führer (2007) y muchas más. En cambio, Margaret Thatcher o Isabel II son dignas de glorificación cuando naciones aún viven los estragos de sus gobiernos. En otros casos, las películas son una ventana a la vida desmedida y queer de los artistas, como en Behind the Candelabra (2013) con Liberace o Cloclo (2012) con Claude François.
A veces, un personaje es tan famoso, repentinamente, que es digno de tener dos biopics el mismo año. Es el caso de Capote (Capote e Infamous en 2005-2006), Chanel (Coco &Igor y Coco antes de Chanel en 2009) y Saint-Laurent (Yves Saint Laurent y Saint Laurent en 2014). La comparación permite descubrir la autocensura al contar eventos turbios tras escarbar en el pasado. En el caso de Capote no existe nada oculto –el propio Truman se encargaba de registrar su exótica vida glamurosa-; pero la vida de la diseñadora francesa fue abordada con pinzas por Fontaine, a diferencia de Jan Kounen, quien creó una imagen más oscura y atormentada de Chanel.
2014 es el año de Saint Laurent. La versión estrenada a principios de año es la cinta aprobada por Pierre Bergé, cofundador de la firma y pareja del diseñador. El trabajo de Jalil Lespert es una ligera recreación del “inmenso amor” entre los dos socios (ya narrado en L’amour fou, 2011), muy parecido a la biografía institucional protagonizada por Tatou. Meses después, Bertrand Bonello estrenó su “Yves” en Cannes. El director de Tiresia se alejó del oficialismo, para retratar a su protagonista como un extravagante artista a dos pasos de Warhol. Sin ser estrenada, el segundo largometraje demuestra una superioridad impresionista contra su comercial predecesora.
Grace ¿de dónde?
Se decía en primavera: “Si Paz Vega de Callas es lo más convincente en tu película, algo va mal”. La metida de pata de Dahan es un ejemplo del acartonamiento del género anecdótico y su porvenir. Como en El discurso del rey (2010), pareciera que la frivolidad contamina a los guiones. En ambos, los finales se resuelven con un discurso pobre y olvidable al servicio de un logro personal. En Grace of Monaco es risible por lo pomposo e iluso del mensaje (tipo corto-corto-largo y “viva la paz mundial”).
Es un proyecto titubeante y con miedo. En los créditos se aclara “todo lo que verás es ficción”. Si vas a enemistarte con toda la familia Grimaldi ¿Por qué hacer un guión tan complaciente? La vida de Kelly fue controvertida y llena de momentos oscuros como el penoso romance con Gable durante la filmación de Mogambo (1953), la exanimación previa a la boda, su desmedido apetito sexual o la misteriosa muerte en un accidente de tránsito. Debido a la ausencia de momentos interesantes, el film se balancea entre todos los géneros: inicia como un drama monárquico, de pronto es “El diario de la princesa” y finaliza como un thriller con caótica intriga, para rematar con una carta que insiste en la santidad de Kelly.
Con una actual crisis monárquica, la película de Dahan es una entusiasta defensora de la “tradición” real (como en su tiempo lo fue The Queen), además tiene un sutil mensaje pro-yanki. A esto se suma la nula caracterización. De Gaulle se parece a De Gaulle, pero Kelly no se asimila (ni un poco) a Kelly; lo que sí observamos es a Kidman presumir en todo momento sus múltiples operaciones faciales. Con una pobreza de diálogos relevantes o esperanzadores, un Hitchcock muy bonachón y unos monarcas tan altruistas, los responsables de Grace of Monaco se encargaron de producir la propuesta más vacía del año (por las altas expectativas que generaron).
En la mayoría de las ocasiones, esta clase de iniciativas son un medio para asegurar la presencia de las productoras y distribuidoras en la temporada de premios; dejan de lado la calidad y originalidad de la propuesta con tal de tener un título fuerte en competencia. Este año The Imitation Game (sobre Alan Turing) y The Theory of Everything (sobre Stephen Hawking) son los primeros títulos para nominaciones a Mejor Actor (sin tener fecha de estreno en Estados Unidos). El biopic es una de las principales armas de Hollywood para generar dinero en taquilla y reafirmar posturas políticas e ideológicas. En el resto del mundo es un tipo más de cine con grandiosos trabajos como La escafandra y la mariposa (2007), El caballo de Turín (2011), Mr. Turner (2014) o The Grandmaster (2013), entre muchos (muchos) más.
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