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Oso Intoxicado: vicioso humor negro | Crítica

Oso Intoxicado: vicioso humor negro | Crítica

Oso Intoxicado es una grotesca fábula sobre las consecuencias de invadir santuarios naturales, ya que hasta los odiosos turistas tienen cierta responsabilidad sobre sus fatídicos destinos, al irrumpir en un hábitat por mera frivolidad. 

Por: Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz)

Tras perder un cargamento de cocaína, el narcotraficante Syd (Ray Liotta) encomienda a Daveed (O’Shea Jackson Jr.) y Eddie (Alden Ehrenreich) la misión de encontrar el lote extraviado en medio del bosque. Sin embargo, un oso negro ha comido varios paquetes del narcótico, convirtiéndose en la pesadilla para los turistas de una remota zona forestal en Georgia. 

Sorpresivo fue el relativo éxito comercial de Oso Intoxicado (Cocaine Bear) en la taquilla estadounidense, sobre todo tratándose de un filme con clasificación R (aprobado por la  Motion Picture Association) y compartiendo salas con lo nuevo de Marvel. Si bien la película es vendida como “basada en hechos reales”, es apenas el prólogo (la muerte del contrabandista Andrew Thornton II en 1985) la única anécdota conectada a la realidad; el resto es un festín de violencia y humor “farguico” que descoloca por su impredecible rumbo narrativo. 

En condiciones normales, un largometraje como Oso Intoxicado sólo podría ser producido en dos contextos: como telefilme de bajo presupuesto (similar a Sharknado) o fuera de Estados Unidos. En cambio, tenemos un verosímil oso diseñado por Weta FX (compañía de Peter Jackson), acompañado por un grupo de actores con bastante popularidad en la TV. ¿Cómo fue posible ver esta salvajada en cines? En definitiva, son tiempos extraños, pues una secuela bélica (Top Gun: Maverick) salvó al cine en salas, un sci-fi cómico ha ganado el Oscar a Mejor Película y este oso vicioso se coló entre los primeros éxitos taquilleros del año

Cocaine Bear película Elizabeth Banks

Muy parecido al gore de Sion Sono (Vamos a jugar al infierno, Tag) y otros maestros del género, el argumento de Jimmy Warden (guionista) inicia con una impostada atmósfera naif antes de la barbarie, porque incluso los delincuentes parecen buenas personas, con rescatables sentimientos y principios. Entonces, ¿tiene alguna relevancia el flirteo entre la guardabosques y el especialista en osos? En absoluto, pero ese conjunto de subtramas cursis anticipa un sórdido choque con la masacre posterior, haciendo todo más shockeante y memorable. 

No obstante, Oso Intoxicado tampoco es un descontrole friki, pues tiene sus límites. Si estuviéramos en la década pasada, la producción sería una parodia fílmica, con irreverencia gratuita y humor pueril; pero los tiempos han cambiado. Actualmente, si quieres hacer cine de género comercial, debes dar algo más elaborado a la audiencia, sin caer en el esnobismo del ‘terror elevado’. Pese a ser una farsa cómica que prepondera el entretenimiento, Elizabeth Banks (directora) pone especial cuidado en un punto concreto: el oso vicioso no es la única amenaza, ni la más peligrosa, algo advertido desde el inicio con un texto sacado de Wikipedia.

Para evitar ideas paranoicas que pongan en riesgo a la naturaleza, como considerar a los tiburones una amenaza en las playas, la producción insiste demasiado en el carácter ficticio del filme, pues el oso real (“Pablo EscoBear”) murió terriblemente por sobredosis. En palabras de Banks, la película da una justicia simbólica al animal asesinado por la imprudencia de los humanos. En este sentido, Oso Intoxicado es una grotesca fábula sobre las consecuencias de invadir santuarios naturales, ya que hasta los odiosos turistas tienen cierta responsabilidad sobre sus fatídicos destinos, al irrumpir en un hábitat por mera frivolidad. 

Olvidando lo siniestro de la premisa, el animal cocainómano tiene cierto encanto que contrasta con el verdadero monstruo: el crimen organizado, representado por Ray Liotta. Frente a tal villano sin escrúpulos, un oso merendándose a algunos turistas no es tan grave. Aunque parecen irrelevantes, las subtramas de la madre buscando a su hija (Keri Russell) o la amistad entre Eddie y Daveed (Ehrenreich y Jackson Jr.) relajan la tensión ocasionada por la carnicería sin límites suscitada en el centro de visitantes, aparentando ser una película menos violenta de lo que es. La corta duración (apenas hora y media) también hace más placentera la experiencia, dando mayor dinamismo al juego entre humor (bastante fresco) y violencia gráfica, la cual alcanza su punto más alto en la secuencia de la ambulancia.  

Aceptar este filme es la mejor decisión que Elizabeth Banks ha tomado en su carrera, pues le permitió mostrarnos su talento al adaptar un proyecto de nicho (el cine gore jamás dejará de serlo) y convertirlo en un producto accesible para cualquier audiencia. Oso Intoxicado es notable por la osadía de tomar un hecho noticioso bastante inverosímil y producir algo aún más alocado y salvaje. En resumen, entretenimiento asombr-oso.

Tráiler Oso intoxicado 

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