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‘Cuento de verano’ de Éric Rohmer: el accidentado amor juvenil

Cuento de verano de Éric Rohmer

La experiencia amorosa, a pesar de la cantidad de vivencias que cada quien presuma, no deja de ser un misterio. Desde el cortejo, la comunicación supone un intento de cercanía (a veces frustrado), con el cual medimos las intenciones del otro, nos reconocemos en sus travesías o también disentimos en cuanto a objetivos. En Cuento de verano (Éric Rohmer, 1996), el lenguaje verbal es vital, y como sucede casi siempre en la vida real, sus personajes están hechos de contradicciones.

Gaspard está de vacaciones en una playa de Bretaña, Francia, donde espera la llegada de Lena; acordaron reunirse para pasar tiempo juntos, aunque su relación no es clara como tampoco lo que él siente. Un día el chico conoce a Margot, mesera de un restaurante local, con quien empieza una amistad mediante paseos a pie. La juventud está a la vista, con las posibilidades que ofrece la deriva sentimental cuando nada en el aspecto amoroso es dado por hecho. 

Protagonizado por Melvil Poupaud, Cuento de verano propone los desplazamientos del músico a través de Bretaña como un solitario abierto a la suerte; en este sentido, el personaje dice no pertenecer a ningún grupo, idea que inscribe sus andanzas al azar. Si bien Rohmer nunca habló de su personalidad abiertamente, Poupaud lo percibía en estos términos individualistas al igual que su personaje, razón por la cual si bien el filme no es autobiográfico, sí podemos considerarlo paralelo a ciertas características del director. 

Asimismo, la música compuesta por Gaspard en su guitarra fue originalmente escrita por el realizador, sonidos cuyo origen se encuentra en las canciones de marineros medievales. A propósito de esto, Gaspard conoce a Solene, quien lo invita a la casa de sus tíos; junto a ella, el joven interpreta una canción de su autoría, momento hipnótico debido a su autenticidad, pues el cineasta evitaba los ensayos para conservar la frescura. Le sigue un paseo en barco, luego una cena y la consciencia de que seguirán viéndose, circunstancia que revolverá aún más las emociones de Gaspard respecto a Lena.

Cuento de verano de Éric Rohmer

Los paseos, igualmente, continúan con Margot, personaje que funge como aliciente de las dudas y confesiones del protagonista; empero, esto no significa que sea un personaje vacío. De hecho, Margot es también una joven a la espera de su novio, y quien en sus deambulajes con Gaspard a veces escucha desde la posición de amiga y a veces experimenta celos. La cercanía de sus cuerpos revela atracción sin duda entre ambos, contradiciéndose en sus interacciones.

Lena rechaza a Gaspard caprichosamente cuando llega a Bretaña, mostrándonos que su amor es cuestionable, y Solene dice tener principios claros e inamovibles, si bien sale con varios chicos a la vez. Esto provoca encuentros bruscos con Gaspard en las accidentadas vacaciones que están por terminar para él;  son detonados por la actitud dual de Lena, quien evade el compromiso con el protagonista, pero no lo abandona. O por las demandas de Solene para forzarlo a elegir entre sus opciones, mientras que su postura en cuanto a salir con varias personas y tener reemplazos es difusa.

No obstante, Gaspard descubre casi por el final que su vínculo con Margot es el más honesto, y que por tanto es él mismo cuando está con ella; en este sentido, por ejemplo, le confiesa su inseguridad de parecer invisible frente a otras personas, como también de no saber cómo comportarse en un grupo de gente. Por otro lado, la invita definitivamente a la isla de Ouessant, plan que en un inicio propuso a Lena y luego a Solene, con lo cual es reconocible que el verdadero enamoramiento surge gracias a la sinceridad. En suma a este punto, identifica las máscaras que utiliza con las otras chicas, mecanismo para defenderse y para ajustarse a sus deseos. 

En un tema aparte, se cumple el presupuesto de la nouvelle vague de llevar el cine a las calles, movimiento al que Rohmer perteneció como crítico en la revista Cahiers du Cinéma y como director. Bajo este contexto, un crew reducido (ocho personas) acompañó al cineasta en la grabación de Cuento de Verano, para la cual el francés fotografió (un año antes de rodar) los paisajes, sitos a los que adaptó sus historias, contrariamente a buscar locaciones como es común.

Cuento de verano es la tercera de la serie Cuentos de las cuatro estaciones, de la que forman parte Cuento de primavera (1990), Cuento de invierno (1992), y Cuento de otoño (1998), cada una dirigida y escrita por el propio Rohmer.

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Miguel Sandoval Ver todo

Me gustan las películas de Éric Rohmer y de Robert Bresson. Escribo en un intento por expresar lo inexpresable.

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