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Unicorn Wars: la no tan cariñosa película de animación antibélica  

Unicorn Wars: la no tan cariñosa película de animación antibélica  

Por: Saúl Morón

Unicorn Wars (2022) es el segundo largometraje de animación del director español Alberto Vásquez. En este drama bélico los hermanos Azulín y Gordi forman parte del escuadrón más inútil nunca antes visto en la milicia de ositos cariñosos, y en medio de una guerra contra los unicornios deberán adentrarse al bosque mágico (más bien bosque gore) para rescatar a un pelotón de ositos perdidos. La crueldad de dicha guerra se alimenta en exceso del fanatismo bélico-religioso de los altos mandos, la megalomanía de Azulín y de gusanos alucinógenos para detonar en algo más nefasto que la guerra misma.

La crítica sociopolítica es un sello distintivo de Vásquez, quien además de ser guionista y director de cine es animador e ilustrador. Tanto en su primer largometraje animado, Psiconautas (2017), como en Unicorn Wars, el cineasta pone la lupa con prisma colorido sobre un aspecto sombrío de la sociedad: la industria nuclear y el deterioro medioambiental. Ambas películas están basadas en dos de sus cortos, Bird Boy (2012) y Sangre de unicornio (2013), galardonados con premios de la academia española, al igual que los largometrajes.

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Mediante este trabajo el cineasta caricaturiza la idealización de las guerras en el cine, además de hacer patente lo disparatado de sus razones políticas, no sólo las actuales, sino las de toda la historia de la humanidad. Porque resulta más lógico que unos seres inverosímiles, pertenecientes a un universo de algodón de azúcar, se enfrenten en un baño de sangre por razones absurdas, a que seres reales y racionales al mando de naciones enteras inviertan millones de dólares para generar billones de muertes…por razones igual de absurdas.

Unicorn Wars: la no tan cariñosa película de animación antibélica  

El atributo más fuerte de Unicorn Wars es su técnica, la animación en 2D. Simple y con un peso estético importante saca a flote una historia que en cualquier otro soporte se hundiría en la larga lista de títulos que abordan la temática desde el mismo enfoque. El 2D la hace invulnerable al paso del tiempo. Por otro lado, la apariencia tierna de sus personajes y sus heridas que supuran arcoíris nos preparan a saborear un licuado de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1970) —una de las inspiraciones del director para esta película— y Come and Look (Elen Klímov, 1985), edulcorado con Los ositos Cariñosos (Davis Doi, 2007).

Aun con dichos aciertos narrativos y técnicos, se excede en el compromiso de mostrarse seria; el perfilado de Azulín y Gordi más la analogía de la guerra entre hermanos tipo Abel y Caín redundan, cuando ya desde la escena inicial se entiende que no es una producción para el público infantil, pero tampoco un festival gore colorido y banal tipo Terrifier (Damien Leone, 2016).

Por otra parte, quizá su secuencia más fallida es la que explica con flashbacks la verdadera causa de muerte de la madre de Azulín y Gordi, porque derrumba todas las aristas que, hasta ese momento, tenía el perfil psicológico de uno de los hermanos protagonistas. Si hasta esa escena nos preguntábamos “¿podrá salvarse de sí mismo?”, en el intento de profundizar en su vida y sus motivaciones le arrebatan todos sus matices y lo dejan sólo con tonos grises, sin la “humanidad”  ni la “monstruosidad” que sí tienen el resto de los personajes.

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Salvo esta y otras secuencias de flashbacks, las demás funcionan en armonía; la de los soldados comiendo orugas alucinógenas (además de ser visualmente la mejor) hace un planteamiento eficaz en escasos minutos: la fragilidad de los lazos familiares, la vulnerabilidad de la mente-espíritu y el oportunismo militar-religioso como bombas de tiempo en un escenario hostil. Y estos planteamientos se cobran con eficacia en la última secuencia, dando un cierre puntual a los conflictos principales, además de un giro inesperado y de continuidad a una de las subtramas con las que abre la Unicorn Wars.

La de Vásquez es una historia explosiva, apenas camuflada en la belleza de sus colores, de tal forma que detona inadvertidamente cuando nos topamos con ella. Sin duda, es un director osado; lleva al límite los colores alegres, personajes agridulces y el ritmo frenético sin recurrir a la facultad triquiñuela de la animación para disimular las partes flojas de la historia, sino para que se empatice con las aprehensiones de esos individuos fabulosos, quienes se encaran al desconcierto de la supervivencia en una guerra.

Es así que Unicorn Wars expone, de una forma casi didáctica, el loop infinito del sometimiento del individuo y las sociedades a las industrias bélicas y sus asociados. No es una película fácil de ver: es como una mina terrestre, pero urge que la activen.

Tráiler Unicorn Wars

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