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Amores Incompletos: la infidelidad no es el fin del amor | Crítica

Amores Incompletos: la infidelidad no es el fin del amor | Crítica

Desde su ligero tono cómico, Amores Incompletos hurga con desparpajo en varios tabús conyugales, como la monogamia.

Elena (Patricia Bernal) fallece súbitamente mientras celebra el cumpleaños de José (Alejandro Camacho), su gruñón y antipático esposo. Tras el funeral, el viudo descubre el diario de Elena, en el cual detalla tres infidelidades durante su matrimonio. Confundido por la revelación, José inicia un largo viaje por toda Baja California para conocer y confrontar a los “amantes”.

Gilberto González Penilla debutó en 2015 con Los Hámsters (ganadora del desaparecido Distrital), una notable Mexican Beauty que humoriza sobre algunas dinámicas tóxicas normalizadas en la familia mexicana. Espiritualmente, Amores Incompletos da continuación a los mismos personajes, pero en un momento diferente de sus vidas, especialmente la madre, quien esta vez sí logró sobrepasar la barrera del pudor al experimentar con su sexualidad.  

Mientras otros realizadores internacionales podrían sentir mayor interés por la fragilidad masculina, como Hlynur Pálmason en Un blanco, blanco día (2019), González Penilla se inclina hacia una  road movie que explora las memorias sexuales de Elena desde la mirada rancia del esposo. Muy influenciado por Alexander Payne, el largometraje aborda la infidelidad desde una postura edificante (nada moralista), donde la “traición” despierta en José más dudas que heridas, siendo el viaje un pretexto para llenar los espacios vacíos en su recuerdo de Elena. La voz superpuesta de Patricia Bernal remarca que dicha odisea se trata de ella y el último (e involuntario) regalo para su esposo: la liberación de sus prejuicios y tapujos. 

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Nunca sobran las reflexiones sobre el machismo mexicano, y el protagonista de Amores Incompletos personifica a miles de frígidos hombres sexualmente activos, pero torpes para expresar y corresponder un afecto. Desde su orgullo herido, José espera batirse en duelo contra tres machos alfa; sin embargo, descubre que cada “amante” es una carencia en su rutinario matrimonio: felicidad, placer y cariño. 

Amores Incompletos: la infidelidad no es el fin del amor | Crítica

Desde su ligero tono cómico, Amores Incompletos hurga con desparpajo en varios tabús conyugales, como la monogamia. Con el plot twist del tercer amante (Lupe), la película se vuelve seria en su discurso sobre el amor, al ampliar el concepto a un vínculo emocional que va más allá de la fidelidad. Pese a sus “aventuras” sexuales, el compromiso de Elena era superior al de José, quien fue el primero en abandonar la relación sin irse físicamente del hogar. 

Es destacable cómo González Penilla hace al espectador participe de dicho descubrimiento sentimental. Al inicio del filme vemos a una disfuncional familia celebrando el cumpleaños del padre (una reunión parecida a la cena final de Los Hámsters), siendo Elena la única disfrutando el momento. Cuando volvemos a ver a todos reunidos, después del viaje, nuestra perspectiva ha cambiado. José y sus hijos siguen siendo los mismos perdedores antipáticos, pero algo de ternura fue agregada y ahora entendemos por qué la madre guardaba esperanzas sobre sus fracasados seres queridos. 

El salto de Gilberto González Penilla hacia un cine más convencional es encantador, pero tiene sus altibajos. La propuesta se balancea entre desfasado Nuevo Cine Mexicano (en la línea de Cinco días sin Nora o El estudiante) y la populachera comedia contemporánea. Cuando aparece el segundo amante (Manuel Landeta haciendo la tosca parodia de un magnate), la película vira hacia un tono absurdo y sobrenatural que vulgariza el fino trazo narrativo. Lo sucedido en ese tramo de metraje es “más de lo mismo”, un momento burdo para quienes esperan ordinario contenido humorístico. 

Otros momentos parecen inconclusos o eliminados sin justificación en la mesa de montaje —por ejemplo, la anécdota del botones y la spring breaker— que parecieran llevar a un punto interesante, pero se quedan en gags inacabados y prescindibles. Por otro lado, algunas escenas anodinas sí quedaron en la edición final, como las llamadas con los hijos o el diálogo sobre pinturas rupestres, pretendiendo dar un estadounidense toque indie al filme. En consecuencia, los gustos personales de González Penilla (Jarmush, Payne) se cruzan de manera extraña con el sello tijuanense del realizador

Si bien el director y la producción tomaron decisiones gratas, como la elección de ‘Daniel, Me Estás Matando’ para el soundtrack o la ambientación en Baja California, el filme carece de la seriedad reflexiva de sus cortometrajes o el humor sagaz contenido en la corta duración de Los Hámsters, tan verosímil que terminas detestando a esa familia ficticia como a tu parentela misma. 

Amores Incompletos es algo más superficial y digerible que abusa de la legibilidad, dejando pasar varias oportunidades para elevar el metraje a algo profundo y trascendental. No obstante, como humor ligero cumple con creces el objetivo de entretener, destacando entre las genéricas comedias nacionales que logran llegar a cartelera. 

Tráiler Amores Incompletos

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Crítica

Irving Javier Martínez Ver todo

Licenciado en Comunicación. Redactor especializado en cine.

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