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Terrifier 2: gore para nostálgicos del cine B | Crítica

terrifier 2

 

Terrifier 2 es una digna representante del cine de serie B. Su director, el neoyorquino Demian Leone, plasma su fascinación por George A. Romero, James Wan y su Saw y el cine de Grindhouse.

Muchas de las grandes expresiones artísticas de la historia han surgido tras una crisis, ya sea moral, estética, histórica o económica. No son pocas las obras, invenciones y corrientes que surgieron tras la Gran Depresión de los 20 en Estados Unidos, tal como el cine de serie B, cuyos alcances técnicos y artísticos se encontraban limitados por su presupuesto. Aun con ello, los realizadores intentaron demostrar que se podía hacer un buen cine que surgió como una respuesta al hecho en los estudios, de grandes presupuestos y con un sistema de estrellas actorales cuyos alcances mediáticos eran enormes.

Cerca del medio siglo, el principal género a desarrollar por el cine B era el cine de terror, pues resultaba complicado que alguien apostara por dotar de presupuesto a estas películas, que muchas veces fueron delegadas por tratar temáticas sangrientas, consideradas desagradables o lascivas y fuera del canon. Resulta curioso que a 70 años de distancia, y en pleno auge del CGI y las grandes producciones como Avatar o el gran monstruo que representa el cine de superhéroes, una película como Terrifier 2 —que en apariencia es una película de serie B de manual—, esté rompiendo la taquilla a nivel mundial.

La película muestra a un mimo disfrazado en dicromático aterroriza el condado de Miles en Estados Unidos en la noche de Halloween. Dicho personaje, de nombre Art, comienza (sin razón aparente) una matanza digna de cualquier slasher estadounidense lleno de sus lugares comunes y sus clichés. Un año después de perpetrada la masacre, regresa más violento y sangriento que nunca a atacar a una familia que atraviesa por un duelo bastante doloroso; la pérdida del padre, quien padecía de un fuerte desequilibrio mental. Serán los dos hijos de dicha familia, Jonathan y Sienna, los únicos con el poder de detener al sangriento mimo.

Terrifier 2 crítica

Damien Leone es un director con una trayectoria relativamente corta. Ha participado principalmente en la creación de efectos especiales, y como director se ha encargado de tres proyectos: el cortometraje Terrifier (2011), el largometraje Terrifier (2016) y ahora Terrifier 2. A pesar de sólo contar con tres películas en su carrera, Leone puede presumir de algunos atisbos de estilo, aunque en ocasiones pecan demasiado de ser homenaje y referencia a lo que seguramente han sido sus influencias en el género; George A. Romero, James Wan y su Saw y, quizá la más notoria e importante de ellas, el cine de Grindhouse.

En este sentido, Terrifier 2 es sin duda un digno representante del cine de serie B; su presupuesto alcanzó apenas el cuarto de millón de dólares (y ha recaudado más de 12). Además, su principal atractivo se encuentra, sin duda, en la sobreexposición de lo sangriento, lo visceral y en sus efectos especiales, que para los amantes del género resultan una maravilla a la vista, pues se nota lo artesanal de su creación y a la vez lo falsos que pueden llegar a ser. Tales ingredientes despiertan en el espectador la nostalgia por el cine de terror de los años 50.

A esto hay que sumarle una fotografía cuyas texturas granuladas (claramente una herencia del estilo de Grindhouse) dejan de manifiesto lo amateur de la manufactura del filme, además de la música tipo retrowave que parece sacada de un banco de recursos gratuitos para cineastas independientes. En este mismo tenor, las actuaciones y lo ridículo de los diálogos exhiben el conocimiento profundo del género por parte del director; sin embargo, por momentos estos fallos hechos a posta plantan en la duda de qué tanto están hechos a propósito y qué tanto son en realidad involuntarios.

Las dudas se despejan haciendo un análisis somero al filme, el cual nos permite vislumbrar el tono paródico en el que se desplaza desde el personaje en blanco y negro llamado Art, con el cual Leone se mofa de las grandes esferas del cine artístico e independiente, e incluso del cine de terror profundo y reflexivo que ha estado en tendencia en los últimos años. Además, encontramos en Art un personaje con momentos tremendamente risibles y gestos que lo hacen verse como un Mr. Bean malévolo; con ello, el director pretender crear un personaje emblemático del género como lo es Jason, Michael Myers Pennywise o incluso Ghostface.

A este tono paródico podemos sumar la nota al margen de que el productor de la película, Brad Miska, la postuló para el Oscar a Mejores Efectos Visuales. Al respecto, Miska ha declarado que mandó la postulación a manera de broma, convencido que la nominación o el premio jamás llegarán, pero le pareció divertido obligar a los miembros de la Academia de Hollywood a ver una película que en otras circunstancias ni siquiera considerarían.

Por otra parte, dentro de los problemas de Terrifier 2 están su duración, pues se trata de un guion prácticamente sin sustento, plagado de giros inconexos (personajes que mueren y reviven, secuencias oníricas sin conexión con el resto de la trama) y absurdos que hacen que la última hora del visionado se vuelva martirizante. Si bien todo lo anterior podría considerarse como un distintivo del cine de serie B, en este caso pudo ahorrarle una hora al producto final, volviéndolo un tanto menos martirizante.

Finalmente, podemos decir que Terrifier 2 destaca por ser una película sin pretensiones, ni grandes ni pequeñas. No es apta para aquellos que tengan un estómago sensible; es notoria la voluntad del director por querer todo el tiempo en pantalla para desollar y mutilar. Sobre esto, cabe mencionar que hoy en día es complicado hacer terror políticamente incorrecto como lo hace Terrifier 2, una película para ver la pantalla grande escurrir de sangre hasta tu asiento.

Tráiler Terrifier 2 

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