¿Cómo se restauran las películas clásicas? Un experto te lo explica | Entrevista

Por: Irwin Everardo Flores
Cine es la palabra que prácticamente define la vida laboral y artística de Alfredo Rodríguez Vázquez, quien con una carrera dedicada a la restauración de archivos cinematográficos en el país donde comenzó el séptimo arte —Francia— volvió a México para dedicarse a la academia y enseñar sobre esta afición y profesión. Actualmente, nuestro entrevistado imparte clases en la Universidad Cuauhtémoc de San Luis Potosí.
En una plática amena en un café, Rodríguez no sólo habló acerca de su trayectoria dentro del cine, su experiencia en los laboratorios de restauración L’Immagine Ritrovata de Italia, el LTC Patrimoine de Francia, entre otros, sino que dio una cátedra exprés sobre la historia de la cinematografía y cómo es el paso a paso de la restauración de películas clásicas.

Alfredo Rodríguez Vázquez y el arte de restaurar cine clásico en tiempos modernos
¿Cómo nace tu gusto por el cine?
En mi casa, gracias al gusto de mi papá y mi abuelo, a quienes también que les gustaba mucho el cine. El primer acercamiento que tengo es a la época de oro del cine mexicano; a mi papá le gustaba mucho ver películas de Pedro Infante, de Tin Tan, y yo empecé a descubrir todo este mundo cinematográfico.
Poco a poco, la misma fascinación por ver estas cintas me fue llevando a descubrir aspectos más técnicos. Conocer los nombres de los directores, de las productoras, a los fotógrafos…Gabriel Figueroa, Alex Phillips, quien fue uno de los grandes fotógrafos del cine mexicano.Y así vas descubriendo el juego de los actores, quiénes son. Al ver a Tin Tan y Pedro Infante, quien interpretaba incluso algunos a tres personajes al mismo tiempo como en Los tres huastecos (Ismael Rodríguez, 1948)… todo este tipo de cosas me empiezan a llamar la atención, y voy descubriendo este mundo del séptimo arte.
Hay que recordar que estábamos en los 80, 90, no había todavía internet, así que era difícil conseguir películas, pero afortunadamente existían videoclubs y cineclubs. Y me fui acercando, con mayor afición de buscar cintas raras, directores extraños, y encontrando información que me alimentara en ese momento.
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¿Cómo decidiste dedicarte al cine de manera profesional?
Me empieza a llamar la atención el hecho de hacer cine. Como a todos quienes nos gusta esto, nos llega la curiosidad, pero en aquellos años no había escuelas de cine. Existían cineclubs que pertenecían a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, el Museo de Bellas Artes, todos tenían sus pequeñas salas donde nos acercábamos porque había pláticas e intercambios de ideas con las personas que iban, y estar con gente que compartía la misma fascinación.
Pero la idea de estudiar era muy difícil porque empezaban los centros de educación cinematográfica, pero en la Ciudad de México y en Guadalajara; eran los únicos lugares donde había instituciones. Además, era difícil entrar: ingresaban sólo 15 personas al año, y pues prácticamente era imposible en esa época.
Entonces, tomo otro camino. Me voy a estudiar comercio, trabajo en este campo laboral, pero incluso en esta parte de hacer comercio con mis amigos empezamos a agarrar la cámara…tomas la de tu papá y comienzas a realizar tus películas austeras sin saber nada, la verdad. Fue experimentar (con las cámaras gigantescas de VHS de ese entonces), ser autodidactas, por el amor al cine, queriendo imitar y copiar lo que veíamos, escribiendo historias y grabar las imágenes y secuencias que podíamos.
¿Cómo se siguió concretando ese interés por el cine?
Ya después de todo esto, finalmente decido irme al extranjero. Tengo la oportunidad al conseguir una beca para ir a estudiar a Francia, y determino irme ya realmente a dedicarme esto. Dejo a un lado la licenciatura de comercio que había estudiado, el lugar donde estaba trabajando, y me voy a estudiar cine. Primero llego y hago un diplomado en artes escénicas, con el objetivo de ampliar mi panorama, para después comenzar a buscar una maestría en cine, posgrado en el que logré entrar, pero lo raro es que no era una maestría de cine como tal, sino que cuando me aceptan me dicen que es una especialidad en restauración y preservación de archivos de cine. La verdad no tenía ni idea de lo que era, sin embargo, lo voy descubriendo conforme avanzo en la carrera.
Estuve siete años y medio en Francia, aproximadamente. El hecho de estar en Europa me abrió un panorama muy amplio porque ahí el cine sí lo ven de otra manera…tienen una fascinación por dicho arte. Como inventores del cine, de la historia del mismo, han cuidado mucho y tratado de proteger el cine de buena forma. La mayoría de las universidades tienen carreras de cine, aunque son carreras, digamos, teóricas, porque lo que les interesa —además de realizar, dirigir y producir— es investigar del séptimo arte, hacer teoría cinematográfica, ver ciertos avances. En ese entorno es donde empecé a descubrir la profesión de restauración.
Me empiezan a hablar de elementos fílmicos, prototipos, cuestiones técnicas de las cuales yo no tenía ni idea. Y me va gustando, me empieza a gustar esta idea porque me doy cuenta que también es un mundo pequeño, muy particular, incluso desconocido todavía, y me abre muchas puertas. Así es como comienzo a descubrir gente que se ocupa en restaurar cine, conozco festivales dedicados a dicha profesión.
Ahora puedo decir que es un trabajo que me ha dejado muy satisfecho en estos años que he podido estar en contacto.
¿Cómo es el paso a paso en la restauración de películas clásicas ?
Cuando uno está estudiando, empieza a tener cierta fascinación por algunas películas, y y es eso lo que te lleva a investigar. En Francia me gustaba mucho eso porque va de la mano, te enseñan mucho la idea de la investigación, de meterte a fondo, de analizar, y así es como nace más o menos este objetivo de la restauración. Por ejemplo, platiqué recientemente con unos colegas que están haciendo una indagación profunda de la película Santa, película de 1916 que está prácticamente desaparecida en México y de la cual actualmente han encontrado pequeños fragmentos. Entonces, ese es el primer paso, elegir un filme que te llame la atención, que te guste, y quieras elegir para hacer todo lo que viene, que es el proceso de investigación.
De ahí, ya empiezas a buscar todos los elementos que se puedan integrar para hacer un archivo, el archivo documentado, todo lo que se sabe de esta película. Hay que ver si existe un guion escrito, si existen fotografías del rodaje, si hay algunas cartas de los productores con los directores, con los actores, etc. Todo lo que nos lleve a conocer más sobre esta película para poder entender cómo fue hecha, y buscar pistas donde puedes encontrar el filme.
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Después, la persona encargada comienza a recorrer las distintas cinetecas que hay en México. En el caso de quienes están en busca del material de Santa, por ejemplo, principalmente acuden a tres: la Cineteca Nacional, la Cineteca de Guadalajara y la Filmoteca de la UNAM; si bien hoy en día también existe la Cineteca en Monterrey, pero no está tan dedicada a este proceso de la restauración todavía.
Se trata de meterte a los archivos, ahora sí que te abren las puertas de las bóvedas y ves apiladas latas y latas de película y dices: “órale vamos a buscarle, vamos a hacer un inventario de todo lo que podamos obtener, a ver si encontramos algo”. Hasta la fecha no se sabe aún todo lo que tiene la Filmoteca de la UNAM ni la Cineteca Nacional, porque son miles y miles de bovinas que tienen ahí.
Luego viene la digitalización de los archivos. Primero pasan por un proceso normal de limpiado, hay que ver cómo es el estado de la película, que no esté frágil, rota, etc. Ya dependiendo de cómo se encuentre, se procede a restaurar, en primer lugar, manualmente todo lo que se pueda en el celuloide. Es la restauración mecánica que le dicen, ver si una parte está rota para intentar pegarla con cinta transparente y que no se vea en el proceso de digitalización.
Después de este proceso de restaurar mecánicamente se pasa a la parte del scanner. Es eso, escanear, dependiendo de cómo esté el filme, por ejemplo, si está frágil debes de hacerlo fotograma por fotograma. Es un proceso muy lento, tedioso, pero hay que hacerlo para evitar que se degrade el celuloide. Una vez digitalizado, tratamos de no volver a tocar el elemento. Si es flamable se mete en bóvedas preparadas o creadas para preservar flamable, y ya tenemos el inventario.
Ya digitalmente existen diferentes programas que nos ayudarán a restaurar, como es el DaVinci Resolve, After Effects, y nos brindarán ayuda si es que tenemos ralladuras, manchas, marcas…podremos tratar de quitarlo digitalmente. Finalmente, se hace un proceso de masterización. Como elemento de preservación, se trata de imprimir una copia en físico, y también se deja un máster en digital. Se hacen ambos casos aunque es costoso, pero es para tener un respaldo en ambos formatos.

De forma física se lleva a cabo en un negativo, o en caso de no contar con negativo se hace directamente en un positivo, que es el positivo de proyección, lo que utilizaban para proyectar películas. Siempre es mejor encontrar un negativo porque guarda toda la información y calidad de imagen, y el positivo, lamentablemente, tiene una degradación de imagen, porque hay colores o tonalidades que se pierden en el lapso de pasar de negativo a positivo.
¿Qué películas has restaurado?
Cuando estuve en Francia me tocó trabajar con los archivos franceses de cine. Cintas de Alain Resnais, Agnés Varda, las pude manipular. De Orson Welles también…tuvimos la fortuna de encontrar su última película en las bóvedas que teníamos. Y fue muy padre, porque fue poder ver un filme que aún no estaba editado, pero que un productor retomó el proyecto y están buscando editarla para sacarla a la luz.
Además de Francia, ¿qué otros países son fuertes en la restauración de películas clásicas?
En varios países afortunadamente se ha ido descubriendo poco a poco. De hecho, la iniciativa de la preservación de archivos cinematográficos no nace en Francia, surge en Suecia. Empiezan a ver las películas de principios de siglo, de finales de 1800 con la llegada de los hermanos Lumiere y a alguien se le ocurre que deben ser resguardarlas y cuidarlas.
El polaco Bolesław Matuszewski fue el primer cineasta e investigador de cine en Suecia a quien le emerge la idea. Después, su trabajo se replicó en diferentes países. Llega a Henry Langlois en Francia, y finalmente crea la cineteca de dicho país, la Cinemateca Francesa. Es ahí donde continúa todo este interés de empezar a preocuparse por recuperar todo el cine.
Era un pensamiento que también traía el banquero Albert Kahn a principios de siglo, un millonario que decidió coleccionar películas debido a su perspectiva de que eran la memoria del mundo, lo único que nos iba dejar esta cultura como herencia. Pero ya en forma como tal es Boleslaw quien determina hacer este archivo de cine a través de la cineteca de Suecia, y luego la cineteca francesa; iniciativa que se va replicando en todo el mundo.
En México surge la Cineteca Nacional y la Filmoteca de la UNAM. Pero, ¿por qué decía que a prueba y error? Pues lamentablemente descubrimos de mala forma este proceso de restaurar.
De entrada empezamos utilizando el nitrato de celulosa como soporte para hacer películas —de hecho ahí viene el nombre de celuloide—, y lo que sucede es que desafortunadamente el nitrato es explosivo, se quema, se incendia, y esto nos trajo diferentes accidentes alrededor del mundo. Cines que se incendiaban por el mismo calentamiento de las bovinas cuando estaban reproduciéndose, por el mismo calor de la fricción que se creaba. Lamentablemente era imposible apagarlo. Cuando el nitrato de celulosa prende, el nitrato de plata se prende, hasta que se consume por completo.
Ahora que estamos en un mundo digital, ¿qué importancia tiene la recuperación de archivos cinematográficos?
Para empezar es recuperar toda la historia del cine, eso es lo principal, seguir preservando la historia cinematográfica que lamentablemente hemos perdido mucha. En un inicio la idea fue esa: crear una memoria del mundo, y a través de estas conservaciones, seguir con la vida del cine. Si bien lo digital nos ha venido a ayudar y a evolucionar en muchos aspectos, continuamos con esta cuestión de qué era mejor si lo análogo o lo digital. Es algo plenamente subjetivo porque sé que en algún momento dado el digital va a llegar a superar el formato 35 milímetros o al 70 milímetros.
Actualmente, aun no han llegado a ese punto, pero ya con la presencia del OLED, 4K u 8K, nos estamos acercando mucho a esa realidad. Lo que nos dio el OLED es que finalmente tenemos las tonalidades originales de un celuloide, las cuales son más de 1000 desde el blanco al negro.
Y eso es lo importante de salvaguardar la historia del cine y seguirla conservando de la mejor manera. Seguimos pensando en que lo ideal está en tener el material en película, sabemos que te dura cien años, pero lo malo es que se necesita mucho espacio para salvarla. Por eso llega el digital, que con poco espacio, con un disco duro de equis terabytes, ya puedes guardar mucho.
¿Cómo puede una persona interesada en restaurar cine encontrar el camino para convertirse en un salvador de este arte?
Hoy en día hay una apertura mayor…países que están muy enfocados en esto como Francia, que tiene universidades dedicadas a la preservación. En Ámsterdam que está la escuela más famosa que existe en cuanto a archivistas de cine, en Estados Unidos está la casa de Kodak, y aquí en México se han abierto varios cursos, aún no hay una carrera como tal enfocada a esta disciplina, pero sí mediante la Cineteca Nacional, la Filmoteca de la UNAM y Cineteca de Guadalajara uno puede irse acercando en esta parte de la conservación del celuloide.
Estos lugares ya están dando algunos talleres relacionados a la restauración, sobre todo porque forman parte de la Federación Internacional de Archivos de Cine (FIAF), encargada de manejar todo este aspecto de archivos de cine en el mundo, y han hecho aquí en México dos ediciones de la Escuela de Verano de Restauración de la FIAF, en donde justamente por dos meses te dan este curso enfatizado única y exclusivamente a la preservación del séptimo arte.
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