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Titane: una historia de identidad, género y amor

Titane Julia Ducournau

Por: Germán Scanlan (@_daamnson)

Julia Ducournau concreta su regreso triunfal con la potente y visceral Titane, flamante ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2021. La cinta utiliza el horror corporal como vehículo para contar la historia, aunque encasillarla dentro de un género sería casi inconcebible, pues no es solamente una película de terror, sino una historia de amor, identidad y redención que es tan bella como grotesca, y tan tierna como violenta.

Titane arranca con Alexia (Agathe Rousselle), una niña que sufre un accidente automovilístico del cual sólo puede salvarse con una placa de titanio en su sien. Al salir de la operación corre al auto, lo abraza y lo besa tiernamente, mientras su padre no es capaz de voltear a verla. La siguiente vez que la vemos es una adulta joven, trabaja de bailarina exótica en un club de coches y es una asesina que se embaraza de un automóvil. Es importante mencionar la escena inicial, pues nos da pistas de las motivaciones de Alexia: el repudio a la humanidad por sus padres, carentes de empatía por ella; así como su amor (y fetiche sexual) por los autos, pues el metal es lo que la ha protegido. Alexia se transforma en parte humana y parte máquina.

Los asesinatos se vuelven noticia en los medios y la ley está en busca de ella, así que se le ocurre modificar su cuerpo para hacerse pasar por un chico que lleva años desaparecido, Adrien. Aquí comienza su incansable necesidad por desprenderse de todo lo que la identifica como mujer. Aquí se asoma la visión existencialista de Ducournau bajo la cual está escrito el guion. “Para mí es muy natural pensar en términos de movimiento, de transformación, de mutación (…) tienes que ser muchos para poder ser uno, tienes que pasar por diferentes metamorfosis para poder acercarte a tu esencia”, expresa la cineasta. Esta mirada es crucial al elegir a Rousselle (modelo de apariencia andrógina) para el papel principal, pues requería a alguien que fuera capaz de actuar tanto de hombre como de mujer con naturalidad.

Titane Julia Ducournau

Un aspecto técnico a considerar es la teoría del color que utiliza la directora, pues regularmente contrasta los estereotipos de género. En la primera mitad de Titane, la parte femenina y los movimientos de cámara son violentos, la luz es muy fría y se utiliza el color azul, socialmente asociado a lo masculino (como en la escena de acoso que sufre Alexia por un fan al salir del trabajo y su eventual asesinato). En la segunda mitad, cuando Alexia se transforma en Adrien, el estilo cambia por completo; se muestra a la masculinidad con movimientos de cámara más suaves y lentos —dando un toque de sensualidad a las imágenes— y se usa una paleta de color rosa (socialmente asociado a la feminidad). Podemos apreciar este contraste en la fiesta de los bomberos: ellos bailan y fuman envueltos en humo y luces rosas mientras observan desconcertados a Adrien bailar sensualmente sobre un camión de bomberos, preguntándose con sus miradas: “¿por qué un hombre baila así?”.

Alexia encuentra el amor (muy a su pesar) con base en una mentira. Al transformarse en Adrien se reporta con las autoridades como persona perdida y es cuando conocemos a su padre Vincent (Vincent Lindon), un bombero con problemas de vigorexia y adicción a los esteroides, y lo primero que hace es mirarle y aceptarle (cosa que su padre biológico jamás se atrevió a hacer). Sin embargo, los hechos que llevaron a Adrien y Vincent a encontrarse en el camino quedan en segundo plano, pues lo que marca a estas dos personas es la relación de afecto que van generando. Al puro estilo de Ducournau, los cuerpos de los protagonistas se van transformando de manera grotesca; Alexia por su embarazo con el automóvil y su incesante necesidad de ocultarlo, Vincent por su adicción a los anabólicos. El vehículo del horror corporal hace ver la “monstruosidad” de los personajes y esto les genera empatía el uno hacia el otro. Ambos se apoyan en el camino que van formando y aprenden el uno del otro, volviéndose finalmente en un amor incondicional del que necesita y es necesitado, sin importar la identidad, el género, la orientación sexual, las virtudes o carencias de
cada uno.

Las actuaciones de Rouselle y Lindon son excepcionales. Su preparación física demuestra gran compromiso con este proyecto; ambos histriones necesitan muy pocos diálogos para estremecer al espectador, son sus cuerpos en movimiento y transformación los que relatan y nos transmiten tantas emociones. La química que tienen en pantalla es maravillosa de ver.

Esta bizarra historia de amor paternal cargada de crítica social es lo que hace a Titane una película que tienes que ver. Sorprende en todo momento con un arco argumental maravilloso que da volantazos impredecibles en cada escena: comienzas odiando a los personajes y al terminar la cinta no puedes evitar amarlos. No es sorpresa para mí que sea la ganadora de la Palma de Oro más salvaje de todos los tiempos. Julia Ducournau (segunda mujer en la historia en ganar el premio) se establece como una de las mejores directoras de la actualidad (sin importar el género), atreviéndose a exponer a una sociedad en crisis a través de su impecable estilo narrativo.

Texto realizado en el Taller de periodismo cinematográfico de Zoom F7

Titane está disponible en MUBI

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