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La Liga de la Justicia de Zack Snyder: lo nocivo de hacer un cine a la medida del fan

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diana

“Estoy en deuda [con los fans] porque por supuesto no habría corte del director o Snyder’s Cut, no existiría forma en que lo vieran, si no fuera por ellos. Eso es un hecho”.

Zack Snyder, Release The Snyder Cut

En los primeros minutos de la reciente versión de La liga de la Justicia (2021), Zack Snyder aparece en pantalla dando gracias a los fans que hicieron posible, a través de su esfuerzo y pasión, la realización del nuevo corte. Las segundas versiones de una misma película no son un fenómeno ajeno a la industria hollywoodense Daredevil Director’s Cut (2004) o Superman II: The Richard Donner Cut (2006)–, pues ayudan al cineasta a mejorar su visión, corregir errores o añadir material descartado por diversos motivos. Pocos son los que tienen la oportunidad de acceder a tal maniobra, aunque en el caso de este nuevo montaje se añade otro factor a la fórmula; una voz que domina por encima de quien dirige la cinta: la de los fans.

La consigna #ReleaseTheSnyderCut hizo lo que pocos han logrado, pero, sería muy inocente pensar que la presión del movimiento es el único factor para convencer a Warner Bros. de retomar el proyecto; el estreno de la plataforma HBO Max significó el pretexto ideal para darle a quienes se manifestaron a través de redes sociales lo que pedían. La compañía vio el capital económico que el “fenómeno” podría traerle a sus bolsillos.

El objetivo se materializó en un largometraje de cuatro horas cuyas tramas son tan efímeras y superficiales como los elementos estéticos que utiliza (el aspect ratio, los paisajes luminosos, pero sin peso narrativo, o el excesivo slow motion). La hazaña de ordenar los elementos narrativos estropeados en la deshilada e ilógica versión de 2017, en especial con Cyborg (Ray Fisher) y The Flash (Ezra Miller), pronto pierde fuerza, pues ambas historias se dirigen, sin riesgo, a contar la desgastada historia “de origen” a la que se ha apegado tanto el Universo Cinematográfico de Marvel como el de DC: un personaje, luego de enfrentarse a una situación difícil, lucha y descubre su verdadero potencial.

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El problema no es adaptar la vida de un superhéroe en la pantalla, la cuestión es cómo; el guionista Chris Terrio (Batman vs Superman: el origen de la justicia, 2016) junto a Snyder, decidieron retratar a superhéroes estándar: con los conflictos necesarios, sin ánimo de profundizar en sus deseos, pero eso sí, abigarrados de trucos visuales que disimulan sus carencias.

El formato cuadrado —que en American Honey (Andrea Arnold, 2016) se usa para ambientes claustrofóbicos y en El hijo de Saúl (László Nemes, 2015) para hacer sentir la violencia más cercana— es una extensión simbólica del estado anímico del personaje o su entorno, entre otros aspectos. En La liga de la Justicia, según declaraciones del director, se implementó por una mera cuestión estética; el objetivo principal era estrenar la película en grandes pantallas IMAX para lucir los paisajes luminosos que se muestran cuando Superman aparece en la granja Kent, aunque sin guardar ningún peso narrativo, contrario a lo que sí realiza Terrence Malick (Días de gloria, 1978) —menciono al cineasta porque en algún momento se ha comparado su trabajo con el de Snyder—, al combinar los sonidos de la naturaleza con las imágenes que representan la vida.

Y ya ni hablar del excesivo slow motion. Por ejemplo, en la escena donde Louise se encuentra caminando bajo la lluvia con café en mano mientras se dirige al memorial de su gran amor. El montaje detiene su paso normal para continuar en cámara lenta, forzando la emotividad de una secuencia que sólo nos demuestra lo bello que se ven los efectos especiales. Si algo habría que elogiarle a Snyder es su capacidad por tratar de igualar el valor de un estilo artificioso al de uno artístico.

Desafortunadamente, toda reflexión que surge a propósito de la película es exterior a ella, sobre el contenido hay poco que decir. Si la entrega es una de las menos atractivas dentro del género de superhéroes— incluso en Watchmen: los vigilantes (2009) el tratamiento de sus personajes y sus elementos característicos tenían un mejor propósito narrativo— ¿por qué su estreno, más que en otras ocasiones, fue celebrado con tanto fervor? 

La posibilidad de tener una película diseñada de pies a cabeza para satisfacer el gusto de los espectadores ya no es una idea reciente; la palabra fan service es utilizada cada vez más en obras adaptadas de libros, cómics, videojuegos, sin embargo, con la movilización que hubo en redes sociales y que ahora se convirtió en la campaña #RestoreTheSnyderVerse, se demuestra que el criterio del espectador se lo están otorgando a las grandes empresas, quienes pueden “escuchar” sus exigencias para aumentar su capital en la bolsa. Lo que sucede hace más preocupante el camino al cual se dirige el cine de superhéroes: un cine sin riesgos, evasivo, dirigido a unos miles y excluyendo a todo aquel que no se considere “fan” para evitar la crítica.

Siguiendo la analogía de la hamburguesa  —comparando este cine con la comida rápida—, con Justice League queda claro que las empresas ya no necesitan romperse la cabeza para vender el producto, sólo tienen que esperar sentados.

La industria está encontrando nuevas formas de adecuarse a las exigencias de la audiencia; con las historias que deseen los fans, los actores, y dirigido por su cineasta más vitoreado. El mirar una película y disfrutarla no tiene que sobreponerse por encima del criterio.

El cine es un lenguaje o forma universal de expresión, por más personalizado que sea para distintos sectores, no se puede escapar de ser analizado ni cuestionado. El arte cinematográfico, el que vale la pena, está preparado para eso.

Ve nuestro análisis de La Liga de la Justicia de Zack Snyder en YouTube:

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