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Vivir su vida: la potencia de la dupla Godard-Karina

vivir su vida 1

pleca mauricio

Si hablamos de estandartes del cine francés, Jean-Luc Godard debe ser uno de los primeros nombres que se viene a la mente. Si bien, no fue el iniciador, sí se trata del nombre más notorio (y duradero por efecto de la revisión historiográfica… y la biología) de la Nueva Ola Francesa, probablemente el movimiento cinematográfico más importante que ha sucedido.

Este realizador es un pilar del cine mundial con obras como Sin aliento (1960), Alphaville (1965) y Pierrot El loco (1965) por decir algunas de su “primera etapa”, el periodo conocido como de “la nueva ola”, en el cual los planteamientos narrativos y técnicos de su generación relucieron más. Dentro de casi todas de este periodo, hay un elemento fundamental: la aparición de Anna Karina, inspiración y esposa del director, clave para retratar las tesituras pretendidas.

Nana (fabulosa Anna Karina) es una esposa joven que deja a su esposo para perseguir su sueño de ser actriz. No obstante, sus dificultades económicas le llevan a elegir ser prostituta. Sin embargo, esa decisión de oficio acarrea otro tipo de liberaciones en su persona.

Dividida en 12 capítulos presentados por intertítulos, Vivir su vida (Jean-Luc Godard, 1962) cuenta desde la discusión de Nana con su esposo en un café parisino donde lo abandona, hasta la resolución final con su destino dictado previamente, de alguna forma, por una realización que le llega al ver La pasión de Juana de Arco (1928) de Carl Theodore Dreyer. En esta docena de segmentos, Godard y Karina elaboran la historia de una mujer harta de la vida mundana que se traspola totalmente, llevando su vida hacia los extremos de una sociedad que mantiene rasgos de conservadurismo a pesar de los pensamientos más liberales y las influencias externas.

El viaje personal de Nana, lejos de situaciones épicas, se mantienen en esa cotidianidad que la absorbía, pero ya sin las ataduras sociales que tenía. Un intento de encuentro con un tipo que desprecia sin más, el primer sujeto que llega para adquirir sus servicios, el ser “firmada” por el proxeneta que le da una metodología estricta para llevar a cabo su labor… Las palabras como “placer” y “dinero” se mencionan en el título que antecede a la liberación de Nana en su ser, donde se encuentra si no independiente, al menos desatada. En algún momento, extiende los brazos. Es libre de subirlos o bajarlos como quiera.

Esta idea de emancipación queda representada en una excelente secuencia donde Nana, rodeada de hombres que intentan charlar y jugar billar, pone música y comienza a bailar torpemente, pero totalmente alegre. Los pasos generan extrañeza en los demás, pero a ella no le importa. Esa expresión de desahogo mediante la danza les genera incomodidad, como si debiera estar imposibilitada de realizarla.

Y esta absolución, por así decirlo, no sólo es en el aspecto íntimo y social, también en el sentido filosófico. En la undécima parte, encuentra fortuitamente a un desconocido para sentarse a platicar con él, interpretado por Brice Parain (antiguo maestro de filosofía de Jean-Luc Godard). En una charla de café, conversan sobre diferentes temas como la comunicación lingüística, la indisociable relación entre pensamiento y habla, el amor y demás. Es un intercambio verbal-intelectual sorprendente (quizá demasiado), donde Nana “filosofa sin saberlo” -como adelanta la pantalla- y deja frases insólitamente precisas: “Cuanto más se habla, menos quieren decir las palabras”. ¿Quién dice que las extensas reflexiones no llegan por acción de la coincidencia y la oportunidad?

Llena de referencias sesudas que incluyen a Michel Montaigne, Edgar Allan Poe y a la fuente principal de la Nueva Ola Francesa, Émile Zola, este filme es una estupenda introspección al interior de una persona confundida y deseosa por salir en diferentes aspectos. Una magnífica demostración entre una de las mancuernas más notables entre la ficción naturalista y el ojo documental del cinéma vérité. Además, quizás oculta por sus parientes más famosas, pero es una exhibición de la potencia de la pareja Godard-Karina. Vivir su vida no se comprende sin el hombre detrás de la cámara o sin la mujer que proyectó un conflicto tan mundano como sustancioso con su actuación. Pureza fílmica de sutilezas contundentes.

La película forma parte de la 68 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional. CONSULTA FECHAS Y HORARIOS AQUÍ. 

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