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Hace 20 años así recibió la crítica a ‘Amores perros’

amores perros

Por: Eduardo Carrasco Díaz (@drfarabeuf)

Año 2000, el cine mexicano está por experimentar un cambio. En la pantalla grande se presenta Amores perros, largometraje dirigido por el entonces novel Alejandro González Iñarritu. Su filme aboga por una narrativa intrincada que tiene como protagonistas a Gael García Bernal, Vanessa Bauche, Emilio Echevarría y Goya Toledo, quienes representan a personajes de diversos estratos sociales —en tragedia permanente— que interactúan entre sí en la Ciudad de México. El Festival de Cannes, los premios BAFTA y los premios Oscar fueron tan sólo algunos certámenes en los que esta cinta recibió nominaciones, la cual hoy está considerada como un parteaguas dentro de la escena fílmica nacional.

Hace 20 años la crítica hacía Amores perros tuvo opiniones encontradas. En México, por un lado, el crítico Gustavo García — en un texto para Letras Libres— la tachó de ser una película con “pretensión sociológica” en donde “los miserables carecen de toda capacidad de discernimiento, de toda calidad moral para salir de su hoyo”. Para este especialista, Iñarritu dejaba ver la influencia que tenía del cine de Arturo Ripstein, un cineasta que gusta de retratar la tragedia de las personas miserables.

En términos estructurales, para el crítico mexicano fallecido en 2013, el filme de Iñarritu “no sobrevive del todo a las astucias narrativas de Arriaga y los prodigios fotográficos de Rodrigo Prieto”. Incluso llegó a decir que esta era una cinta de un director que vertía todos sus recursos “creando la ilusión de una pieza redondeada” por si no podía volver a filmar; esto por la fugaz carrera de algunos directores en la industria del cine mexicano.

Carlos Bonfil, columnista de La Jornada, también coincidió en que Amores perros abrevaba del cine de Ripstein. La diferencia es que este crítico consideraba que Iñarritu se distinguía del director de El Castillo de la pureza (1973) por hacer un buen contacto con el público, el cual era “atribuible en parte a la calidez que exhiben los personajes, a la generosidad y vitalidad artística del director, y a un punto de vista sólido”.

Festejarán con restauración y proyección en el Zócalo 20 años de ‘Amores perros’

Bonfil también sostenía que el éxito de esta cinta se debía su “campaña publicitaria eficaz”, la cual no escatimaba nada de recursos en su estrategia de lanzamiento. Aun así, para este crítico, la película contaba con virtudes, como su “afinada observación de las emociones humanas”.

En el ámbito internacional, Elvis Mitchell de The New York Times consideró que Amores perros tenía “textura novedosa”, producto del trabajo de un director, quien poseía el “control del medio” audiovisual. El crítico también decía que la cinta podría ser “una de las primeras películas que salen desde que Buñuel trabajó allí…”. Tal era la celebración en esta crítica, que incluso la consideró como “el primer clásico de la nueva década, con secuencias que probablemente se abrirán camino en la historia”.

Para el periódico San Francisco Chronicle, el largometraje de Iñarritu no sólo tenía un punto de encuentro con Buñuel, sino también con el cine de Quentin Tarantino. Esta similitud cinematográfica se destacaba por la secuencia inicial, en donde Octavio (Gael García Bernal) huye a toda velocidad por las calles de la Ciudad de México. Lo único que distinguía a estos dos directores, según el crítico Wesley Morris, es que el autor de Amores perros presentaba “texturas humanistas” creíbles, las cuales creaban un “melodrama existencialista”.

Aun con los contrastes en las críticas de inicio del milenio, lo que sí es un hecho es que Amores perros no deja de ser un título imprescindible para los estudiosos del cine mexicano y para todas aquellas personas que buscan entender cómo se ha formado nuestro cine, el cual está en una búsqueda constante de identidad para reafirmar y construir su industria.

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