Grandes secuencias de créditos de la primera mitad del siglo XX

Por: Eduardo Venado Chávez (@venadoscopio)
Los títulos de crédito iniciales son el primer contacto que el espectador tiene con una película. Su función principal no sólo es mostrar el nombre de las personas que hicieron posible la obra, sino también la de preparar emocionalmente al espectador y marcar el tono de la película. Para lograr este propósito, los diseñadores y artistas visuales se han apoyado de nuevas tecnologías a lo largo de la historia del cine, pero han sido la creatividad y la experimentación las herramientas que siempre están presentes, independientemente de la época o lugar a la que hagamos referencia.
Por esta razón, considero pertinente un repaso por la primera mitad del siglo XX, una época en la que los diseñadores de títulos dependían más de su creatividad que de la tecnología, la era digital no existía más que como un mito en ese entonces. A pesar de eso y gracias al ingenio y habilidad de los diseñadores, surgieron importantes propuestas que darían impulso al futuro del diseño de créditos.
A continuación algunas creaciones novedosas que destacaron entre la década de los años 20 y los 40:
El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920)
La obra maestra del expresionismo alemán contiene una secuencia de título bastante peculiar para esa época. Su tipografía nítida y angular fue diseñada para enfatizar el tono perturbador de la película y alinearse con sus escenarios retorcidos, puntiagudos e inusuales.
El filme también nos ofrece uno de los primeros ejemplos conocidos como la tipografía situacional, cuya principal función es la de interactuar en una escena de la película: hay un momento culminante en la que el Dr. Caligari desciende a la locura y esta emoción es apoyada a través de frases en forma de texto que aparecen de la nada. Por desgracia, y como veremos repetidamente en futuros casos, no hay un autor a quien atribuirle crédito por este diseño.
Metrópolis (Fritz Lang, 1927)
Otra obra maestra del cine alemán. La historia aborda una visión apocalíptica de una sociedad del futuro que se divide en dos clases: ricos y obreros. Para resaltar ese contraste de clases y sumergir en un ambiente futurista, el diseñador Erick Ketttelhut (a quien también se le atribuyen el puesto de Dirección de Arte) evocó con el diseño de los títulos la arquitectura art decó que caracterizaba a las ciudades más modernas de ese entonces. El uso de líneas rectas, acompañadas de patrones en compás (chevrón) e iluminadas en forma de rayo de sol, fueron los ingredientes principales que dieron identidad a la tipografía de la película.
Un gran reportaje (The Front Page, Lewis Milestone, 1931)
Es considerado uno de los primeros largometrajes estadounidense sonoros; sin embargo, el título es más popular por sus dos posteriores remakes que por esta primera entrega, en la que destaca el uso de las páginas de periódico para los créditos iniciales, remplazando la clásica secuencia de título de libro de cuentos que ya era muy utilizado en Hollywood. Así, los creadores introducen al espectador al mundo del periodismo, oficio del protagonista.
A cada actor se le asigna un espacio en el periódico para ver su rostro y nombre impreso. Diseñar la secuencia de esa manera ayuda a asentar la película en el mundo en el que habitan estos periodistas. Una inspección minuciosa de los titulares revela una ciudad plagada de corrupción política y crímenes desenfrenados.
A man Godfrey (Gregory La Cava,1936)
Película estadounidense protagonizada por el actor William Powell. La historia se sitúa en los años de La Gran Depresión, cuando miles de personas sobrevivían a los estragos de la crisis financiera, mientras una escasa parte de la población disfrutaba lujos y placeres. Los créditos iniciales de Godfrey son muy distintivos y están bien integrados con la historia, ya que muestran el contraste de estos dos mundos.
Los nombres de los actores y talento creativo están plasmados sobre letreros de luz neón que sobresalen en una ciudad nocturna. Las formas geométricas de la tipografía invitan a conocer un mundo moderno, pero con la misma melancolía que evocan las ciudades nocturnas. Esta es otra cinta a la cual no hay un autor a quien atribuirle crédito por su labor en el diseño de títulos.
Nothing Sacred (William A. Wellman, 1937)
Largometraje de origen americano rodado a color,cuando todavía la mayoría de las películas se hacían en blanco y negro. Sam Berman, diseñador de títulos de esta película y destacado caricaturista de celebridades en la década de los años 40 y 50, aprovecha el recurso del color para agregar el tono de comedia romántica que caracteriza a la obra. El trabajo de Berman es inmediatamente llamativo al utilizar tarjetas de título pintadas a mano y esculturas de personajes con características exageradas. La técnica que utilizó el autor fue muy novedosa en su lanzamiento.
Fallen Angel (Otto Preminger, 1945)
Dirigida por Otto Preminger y considerada un clásico del cine negro americano. La película inicia con el punto de vista del chofer que maneja un camión a altas horas de la noche en la carretera. Los créditos iniciales se superponen sobre la pantalla en forma de letreros de tráfico para introducir al espectador al espacio que se enfrentará el protagonista Eric Stanton, un hombre sin suerte quien más tarde se ve obligado a bajar del autobús por no tener dinero para todo el trayecto. Stanton deambula por la carretera entre letreros y señales de tráfico hasta llegar a un restaurante donde se desarrolla gran parte de la historia. Este es un ejemplo de créditos que se adecúa al entorno de la película. Por desgracia tampoco hay un autor a quien atribuirle la labor.
El director del filme, Jean Cocteau, realizó la secuencia inicial de créditos, en la que escribe los nombres en la pizarra de un aula para después romper la cuarta pared y dirigirse a la audiencia con un breve preámbulo:
“Los niños creen lo que les decimos. Tienen fe completa en nosotros. Creen que una rosa arrancada de un jardín puede sumir a una familia en un conflicto. Creen que las manos de una bestia humana se esfumarán cuando mate a una víctima, y que esto lo avergonzará cuando una joven doncella se establezca en su hogar. Creenotras mil cosas ingenuas. Te pido un poco de esta simpatía infantil y, para que tengamos suerte, permíteme decirte cuatro palabras mágicas, un verdadero “Ábrete Sésamo“ de la infancia:
Había una vez…
En un texto aparte profundizaremos más adelante sobre los diseñadores que revolucionaron el uso de los créditos a partir de la década de los años 50 hasta finales del siglo XX. Abordaremos a autores como Friz Freleng, Maurice Binder, Robert Brownjohn, Dan Perrie Iginio Lardani.
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