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Aguas Oscuras: Todd Haynes al servicio de Mark Ruffalo

aguas oscuras

  Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz) 

Cincinnati, 1990. Robert Bilott (Mark Ruffalo), nuevo  socio de la firma legal Taft, es solicitado por Wilbur Tennant (Bill Camp) para llevar su demanda contra el emporio químico DuPont (ahora Chemours) en West Virginia. El granjero denuncia que debido a las descargas de químicos todo su ganado ha fallecido. Al principio reticente, Bilott termina descubriendo el encubrimiento de las propiedades tóxicas del teflón (causantes de cáncer en trabajadores, habitantes de la zona y consumidores de productos) e inicia una demanda contra la empresa (proceso que hasta la fecha no ha concluido).

A partir del ataque de San Bernardino en 2015 y la negativa de Apple a desbloquear el iPhone del atacante, Scott Galloway denuncia en su libro Four la defensa irracional de las empresas por parte de los consumidores; respaldo que brinda a los corporativos un status por encima del Estado. Aguas Oscuras (Todd Haynes, 2019) pone especial énfasis en los riesgos de esta facultad social y económica que convierte al gobierno en rehén de las marcas líderes (DuPont sólo es un ejemplo de tantos). 

El filme da prioridad a los riesgos de anteponer intereses comerciales frente a una crisis ambiental y sanitaria. Con precisión de revista científica, entre diálogos se explican (con demasiados datos duros) la composición del C8 (PFOA), los daños a la salud y el proceso legal; pero, pese a tanta perorata informativa, la propuesta no se vuelve acartonada ni panfletaria. Imitando el suspenso ligero de Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) o Silkwood (Mike Nichols, 1983), Todd Haynes (fiel al estilo vintage) estructura una paranoica crónica de David contra Goliat, sin el reconfortante mensaje final de “los buenos siempre ganan”.  

Parecido a Safe (1995), pero más pesimista, la película expone las consecuencias del consumismo feroz y remarca el peligro latente por la denuncia pública a una organización. Según Robert Bilott (quien colaboró como asesor de guion), el principal problema es el sistema de justicia, tan viciado y corrupto que ninguna evidencia es suficiente para imponer sanciones a los grandes corporativos. En este sentido, Aguas Oscuras se diferencia de otros dramas legales (el más citado es Erin Brockovich), debido a su tono derrotista: las indemnizaciones no son resueltas en pantalla (sólo aclaradas en rótulos) y la trama finaliza en el momento más frustrante y desalentador, con DuPont apelando la investigación para agotar a los demandantes.

aguas oscuras poster

Un punto interesante de la película es la idea general del mundo jurídico. En la escena más intensa del largometraje, el personaje de Tim Robbins afirma que “los estadounidenses odian a los abogados” gracias a la fama de mercenarios al mejor postor. Esta autocrítica da mayor verosimilitud a la historia, ya que plantea un contexto de crisis generalizada, donde los defensores son también parte del problema. La ceguera provocada por la insensibilidad ante el dolor ajeno es  un mal asimilado por los abogados. A lo largo de las dos horas de metraje, Bilott va tomando conciencia de los problemas en su entorno; cuando conoce a Bucky (el hijo de una extrabajadora de DuPont) se produce un golpe de conciencia por el tiempo perdido, parecido al de La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) con la chica del abrigo rojo.

En contraste con títulos similares, el relato no va más allá del tema legal y carece de una dimensión empática hacia el protagonista (el matrimonio y la vida fuera de los juzgados son apenas dibujados). Resultado de esto, algunos espectadores pueden sentir al filme plano y poco emotivo; no obstante, se agradece que la producción (al tratarse de un tema tan serio) no tenga elementos melodramáticos que nublen el verdadero objetivo de esta obra: la denuncia de las malas prácticas corporativas.

Con activismo bien dirigido, Mark Ruffalo es el principal responsable del proyecto; el ojo de Haynes sólo está para dar tono y forma al contenido. Sin nominaciones en la pasada temporada de premios, probablemente la película sólo será recordada en la memoria local estadounidense. Además, llega en un tiempo sin mucho mercado para los dramas serios y densos, en la línea de El Informante (Michael Mann, 1999) o Quiz Show (Robert Redford, 1994). Sin embargo, Aguas Oscuras merece una oportunidad de revisión, ya sea por simple interés informativo o deleite con el lucimiento actoral de Ruffalo.

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