El Festival Internacional de Cine de Morelia: semillero de grandes cineastas

Por: Rubí Sánchez (@rubynyu)
Desde hace 16 años el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) nos ha permitido apreciar y conocer el cine mexicano desde una esfera abierta a todo tipo de arte, convirtiéndose en un referente en la industria al ser el único festival en México cuya Selección Oficial en competencia es exclusivamente nacional.
Creado en 2003 en la ciudad de Morelia, Michoacán, por Daniela Michel, Alejandro Ramírez y Cuauhtémoc Cárdenas Batel, su principal misión ha sido impulsar a los nuevos talentos del cine nacional, incrementar la oferta cinematográfica en México y promover en el mundo el cine mexicano.
De ahí que a lo largo de sus ediciones hemos visto madurar a gran parte de las y los directores de cine en nuestro país, quienes han tomado revuelo en la industria y gusto del público.
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Un ejemplo es Alonso Ruizpalacios, cuyo primer acercamiento con el festival fue en 2010 con su cortometraje El último canto del pájaro Cú en el que vemos a actores como Karina Gidi y Tenoch Huerta. Desde este momento ya se observaban sus inquietudes visuales y temáticas, propias de la identidad y las expectativas sociales. Cuatro años después volvió con Güeros, considerada una de las películas más destacadas del cine nacional en 2014 no sólo en este certamen, donde se llevó los premios a Mejor primer o segundo largometraje mexicano, el Premio del público y el Premio Guerrero de la prensa. Después, Ruizpalacios volvió a Morelia para presentar un título en el que nuevamente demostró su talento en una historia corta: Verde. Su último trabajo Museo también fue ovacionada en la pasada edición, demostrando su evolución como cineasta.
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Una directora que actualmente ha destacado en la escena nacional es Alejandra Márquez Abella, quien en la séptima edición presentó su cortometraje 5 Recuerdos (2009), el cual obtuvo la mención especial en la sección de cortometraje mexicano, además de que dio la vuelta al mundo por 130 muestras y festivales. La historia sigue a una chica que mientras se dirige al mercado y repite lo que debe comprar, se pierde en sus recuerdos. Este trabajo contrasta con su largometraje Las niñas bien (2018), por primera vez exhibido en México en la pasada edición del festival.
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Cinco años tuvieron que pasar para que el cine de Amat Escalante causara revuelo en las salas mexicana. Su primera vez en Morelia ocurrió en 2005, cuando a sus 26 años mostró Sangre, su primer largometraje. En 2008 presentó Los bastardos, pero fue en la onceava edición con Heli (2013) cuando se posicionó en la audiencia, en gran parte por la crudeza de sus imágenes. Tres años después se llevó el premio Guerrero de la Prensa en la Sección de Largometraje Mexicano con La región salvaje. Desde sus primeros pasos, el cine de Escalante ha sido un detonante de reflexiones ante la violencia e impunidad que se vive en México; su visión destaca por la forma que le ha dado: realismo, ciencia ficción e incluso esbozos de terror.
Una directora muy joven que ha conseguido mostrar su trabajo en muchas ocasiones es Betzabé García. Sus cortometrajes nos permiten viajar entre la fantasía y la realidad, desde Venecia Sinaloa (2011), Porcelana (2013), La chica de dos cabezas (2018) hasta su documental Los reyes del pueblo que no existe (2015), que se llevó los premios a Mejor documental mexicano realizado por una mujer y a Mejor largometraje documental. Es una trayectoria que es necesario tener en la mira.
Michel Franco, presente desde la primera edición del festival con su cortometraje Entre dos, cimentó una carrera en la que a través de tocar tabús de la sociedad mexicana, se permite explorar los deseos humanos y su proceder en situaciones extrañas, así lo con hizo Daniel y Ana en 2009, con A los ojos en 2013, y con la premiada Chronic en 2015.
Otro director cuya presencia en el festival ha sido desde sus inicios, es Everardo González, quien en 2003 con La canción del pulque inauguró su constante participación, misma que se llevó una mención especial en la sección de documental mexicano. En 2007 volvió con Los ladrones viejos. Su trabajo ha sido recurrente, de ahí que en la novena edición estrenó El cielo abierto y al año siguiente Cuates de Australia, el primero sobre el asesinato de un arzobispo en El Salvador y la guerra civil de este país, en contraste con la sequía perpetua que vive un poblado coahuilense. Asimismo, en 2015 mostró El paso y en la próxima edición estrenará A 3 Minute Hug. Su cine transita por diversos temas; desde historias de ladrones hasta la violencia contra los periodistas, siempre revelando no sólo situaciones alarmantes, sino la idiosincracia mexicana. Respecto a la variedad de tópicos que aborda, recientemente mencionó en entrevista para Letras Libres: “Los temas vienen así, por puro azar. Muchos parten de una imagen en particular y hurgo en ella. Es como empezar a construir a partir de una fotografía.”
Natalia Beristain también es ejemplo de la importancia del festival. En 2005 se llevó el premio a Mejor cortometraje de ficción con Peces plátano, posteriormente en la séptima edición exhibió Petimento, en el que ya exploraba el papel de la mujer y sus choque entre la vida profesional y la privada. Su primer largometraje No quiero dormir sola (2012) se presentó en la décima edición, siendo la ganadora del Mejor largometraje mexicano. Mientras que Los adioses (2017 ) logró una mención especial a Actriz de largometraje mexicano por la gran actuación de Karin Gidi, así como el Premio del público a largometraje de ficción mexicano.
Hasta el día de hoy, el Festival Internacional de Cine de Morelia no sólo nos permite tener una historiografía del cine mexicano actual, sino representa un semillero de talentos gracias a iniciativas como Impulso Morelia, así como la alianza con el Festival de Cannes que permite que una selección de los ganadores tengan una función especial de la Semana de la Crítica.
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