Blaxploitation: la irreverencia contra la supremacía blanca

Por: Angélica Mejía (@lilithchance)
En una época en la que lo predominante eran historias con héroes blancos, las personas afrodescendientes se sentían distantes de la cultura. Por ello, en 1970 surgió un movimiento cinematográfico denominado Blaxploitation que, en un primer vistazo, podría definirse como el boom de películas producidas y protagonizadas por y para afrodescendientes. Sin embargo, si profundizamos, éste representa más que protagonistas de color en la pantalla grande: fue una corriente fílmica fruto de un movimiento social de liberación que logró dejar huella en la forma de hacer cine actualmente.
Así empezó todo
Blaxploitation es una palabra resultante de comprimir los vocablos Black (negro) y Exploitation (explotación), y es una adaptación de la expresión exploitation films, que en los años 40 se refería a las películas que trataban algún tema controvertido y de actualidad que podía ser explotado y capitalizado en la publicidad y promoción.
Con los años se convirtió en un término despectivo, pues acusaba a las cintas de sensacionalistas y morbosas, aunque al principio no fue concebido así. Fue en 1972, cuando Unius Griffin, un reportero racista de Variety, introdujo la palabra “blaxploitation” para atacar las películas que coincidían en ideas con el movimiento de orgullo negro y que tenían un público negro y urbano. Con los años el término perdió sus connotaciones despectivas, y fue aceptado como un movimiento fílmico real.
Aunque antes de los 70 sí hubo personas negras en la cintas, y algunas historias coincidían con la lucha por los derechos civiles, tales como las de Sidney Poitier, éstas continuaban siendo dirigidas a un público blanco o, en todo caso negro, pero de una clase social más alta, y no tenían las características que después adoptó el blaxploitation.
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Los héroes
Las historias se desarrollan en el gueto, y por lo regular los personajes clásicos son delincuentes o prostitutas. Otros detalles característicos de los filmes de este movimiento son el uso de drogas, el afro y el lenguaje callejero, común en Harlem o Bronx.
Los héroes no siguieron el modelo educado, asexuado y honesto que presentaban las películas de Poitier; la irreverencia y la agresividad fue lo que desafió al poder blanco. Además, buscaron enaltecer de manera explícita y sin pelos en la lengua su virilidad y masculinidad, mostrando a su sexualidad como mayor o mejor que la de los blancos.

Era usual que estos héroes fueran a la vez delincuentes o personas alejadas de la ley, gángsters (El padrino del Harlem), proxenetas (Goldy el chulo) o pandilleros (Hell up in Harlem).
Los blancos
Los personajes blancos eran los villanos: mafiosos, políticos corruptos, torpes y holgazanes. Esto forma parte de la esencia transgresora que tenía el blaxploitation, perfiles que incomodaban a la comunidad blanca y a la vez, la criticaban. Si en algún momento el villano era negro, aparecía como secuaz del blanco, un traicionero de su colectivo.
Muchos de los actores blancos que interpretaban estos papeles lo hacían porque no conseguían otro tipo de personajes, y de esta forma se daban a conocer, pues muchos fueron largometrajes muy populares. Aunque también estaban los actores que ya eran conocidos y participaban de estas historias para apoyar de alguna manera este movimiento de expresión de la comunidad negra en el cine.
Las mujeres
Al principio las mujeres fueron retratadas de manera misógina como prostitutas, drogadictas y interesadas, con un excesivo e innecesario uso del desnudo. Sin embargo, aparecieron una serie de filmes en los cuales veíamos heroínas, quienes no sólo revirtieron la forma de representar a la mujer en el blaxploitation, sino en el cine en general.
La heroína más popular fue Pam Grier, quien a lo largo de su carrera interpretó a mujeres vengativas, carceleras, e independientes que tomaban decisiones. A partir de ahí surgieron más personajes femeninos afrodescendientes que de cierta forma cambió la concepción que se tenía de las mujeres.
La música
La música debía reflejar y ambientar la vida urbana y del gueto, por lo que se compusieron piezas de soul o funk con toques de jazz, sin “blanquearse” como sucede a menudo.
Sobresale la banda sonora de Shaft, las noches de Harlem (Gordon Parks, 1971), compuesta por Isaac Hayes, una de las figuras esenciales de la música negra en los años 60 y 70. Esta banda sonora tuvo una gran acogida, pues el álbum llegó al número uno de las listas de ventas, ganó un Grammy y un Oscar por Mejor canción, posicionándose como el primer afroamericano en ganar un Premio de la Academia.

A pesar no haber sido bien recibida por todos los afroamericanos, este subgénero sigue representando un grito desafiante contra la supremacía blanca, y también logró aumentar notablemente la asistencia de la comunidad negra al cine.
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