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¿Qué es el cine directo?

albert y david maysles

En 1963, el documental Crisis: Behind a Presidential Commitment marcó un hito en la historia cinematográfica al exponer las reacciones de John F. Kennedy ante una fuerte crisis presidencial. A través de un mediometraje, Robert Drew, cineasta estadounidense, se inmiscuye en los rincones de La Casa Blanca y en la intimidad del poder para retratar una realidad agridulce. 

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Crisis: Behind a Presidential Commitment

El deseo por un nuevo realismo cinematográfico y la creación de otras técnicas de filmación dieron paso al cine directo, género documental que se originó a finales de los años 50 y principios de la década de los 60 en Estados Unidos y Canadá, y que más tarde potencializó el cineasta Jean Rouch en Francia. 

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Caracterizado por la falta de una voz en off, el cine directo busca captar la espontaneidad y la autenticidad de cualquier acontecimiento, por lo tanto, los rodajes aparentan poca preparación y son descritos por los críticos como informales. Lo que es cierto, es que este facilitó una revolución estética y una actitud más crítica de los espectadores. 

Cinco aspectos que debes conocer del cine directo 

Un método libre

A partir de su nacimiento adquiere gran importancia al evolucionar la perspectiva popular sobre la realidad, la estética visual y el desarrollo tecnológico, que permite a los documentalistas mantener una postura neutral para que tomen forma los hechos más significativos. 

Desde temas de la vida común, hasta las entrañas del poder, se distingue por un método en el que el cineasta lleva la cámara a la espera de situaciones llenas de tensión y crisis. Fue así que el cine directo surge como una oportunidad para comparar opiniones generales con la realidad, fuera del control de un sistema. 

Revolución estética

Los movimientos con la cámara en mano se convirtieron en su sello visual, principalmente, por la llegada de cámaras alemanas que se distinguían por su portabilidad y ligereza, las cuales generaron una mayor intimidad en la filmación, y con esto, se rechazó el uso de soportes, planos fijos y de una compleja composición. 

Con estos cambios llegó el reemplazo del material fílmico de 35 mm por el de 16 mm, lo que abarató considerablemente los costos de producción, al mismo tiempo, se logró una imagen granulada que aportó realismo a las narrativas. La cámara se distinguió por un movimiento continuo e inquieto, lleno de detalles y con múltiples desenfoques. 

¡Adios, voz omnipotente!

El desarrollo de aparatos de grabación magnética de sonido, el cual posibilitó el registro de audio de forma sincrónica a la imagen en directo, dio la oportunidad para que los protagonistas hablaran, factor que impulsó el rechazo de la típica narración over que, dada su naturaleza, genera e impone conclusiones y puntos de vista particulares en la audiencia. 

Rouch fue el primer documentalista en utilizar el sonido sincronizado al filmar Chronique d’un été (Crónica de un verano, 1961) con una cámara de 16 mm conectada a través de un magnetófono y una grabadora con control eléctrico. 

Una mosca en la pared

Si bien Robert Drew es considerado pionero y padre del cine directo, los documentalistas Albert y David Maysles son los máximos referentes del género. Autores de películas como Psychiatry in Russia (1955), Orson Welles in Spain (1966), Salesman (1968), Gimme Shelter (1970) y Grey Gardens (1975). 

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Entusiastas porque la realidad dictara el resultado final, su técnica de “la mosca en la pared” les permitió documentar a figuras icónicas en cintas como Meet Marlon Brando (1965) y A visit with Truman Capote (1966). Aun cuando ya tenían reconocimiento por su trabajo, Albert siguió luchando por su concepto del cine directo e impulsaba a los nuevos realizadores a evitar ideas preconcebidas y a dejar que la historia se revelara por sí sola.

Al estilo latinoamericano

Hoy en día, el cine documental latinoamericano contemporáneo rescata algunas características del cine directo y, a su vez, contrasta los principios de otros estilos para generar una experiencia estético-intelectual integral. 

Algunos de los documentales latinoamericanos más recientes que recuperan estos principios son En el Hoyo (2006), del mexicano Juan Carlos Rulfo, galardonado en el Festival Internacional de Cine Independientes de Buenos Aires (BAFICI); Copacabana (2007), del argentino Martín Rejtman; Tierra roja (2007), del paraguayo Ramiro Gómez, multipremiado en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y Cocalero (2007), del colombiano Alejandro Landes. 

La cronología de los acontecimientos, el acompañamiento de los personajes hasta los ámbitos más recónditos, el montaje paralelo, las técnicas visuales y el ser disruptivos, caracterizan a estos documentales que bien podrían compararse con las producciones de las épocas pasadas. Sin duda, todas tienen algo en común: cuentan historias honestas. 

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Karla León Ver todo

Escribo sobre cine, música e industrias creativas. Me gusta conocer, contar y crear historias.

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