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Vox Lux: Mucho ruido –con autotune– y pocas nueces

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El 20 de abril de 1999 ocurrió un tiroteo en Columbine, Eric Harris y Dylan Klebold orquestaron una masacre que ha sido la fuente de inspiración de varios cineastas, el célebre Michael Moore dedicó un documental (Bowling for columbine, 2002) para ahondar en las causas que condujeron a la tragedia y Gus Van Sant se inspiró en la noticia para estructurar Elephant (2003), a pesar de los diagnósticos  el hecho es que los ataques en Estados Unidos continúan y acceder a las armas es relativamente sencillo. Vox Lux construye a partir de un atentado la carrera vertiginosa de una cantante en claro estancamiento, ni una cosa ni la otra se exploran a profundidad.

En claro despliegue de dominio técnico su director, Brady Corbet, impacta con una notable secuencia al interior de una secundaria en donde se perpetra la balacera, que funciona como el eje que detona la trama. La crítica a la cultura de las armas y al terrorismo está ahí para no volver jamás, el pretexto es interesante pero se desdibuja al no contribuir más que como mera anécdota dispuesta para sorprender al espectador. A partir de ahí el ritmo disminuye para no elevarse de nuevo.

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El dilema surge cuando el recurso se vuelve repetitivo, los sucesos trágicos que llegan por obra y gracia de la casualidad son explicados hacia el final En un deus digno de los Looney Tunes y en medio de todo aquello, un señalamiento más a la industria de la música, a los mánagers, al uso de las drogas, a la decadencia moral de los artistas involucrados en el entretenimiento y todo aquéllo flojo, o como diría el dicho popular:  Mucho ruido –con autotune– y pocas nueces.

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El filme se suma a la interesante moda de complejizar tramas simples, como ejemplo está la reciente Suspiria que pretende –mientras sacrifica el ritmo y el montaje– mezclar la historia de una academia de brujas con la de un amor coartado por la segunda guerra mundial y la división posterior de las dos Alemanias.  En Vox Lux atestiguamos ese mismo deseo de llevar más allá de lo posible el relato de la cantante con adornos que atiborran más que contribuir a la estructura narrativa.

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La idea de una cinta producida y musicalizada por Sia suena –al menos en papel– a propuesta ganadora, sin embargo la artista entrega piezas que navegan en la medianía, sintéticas y olvidables si se comparan a producciones como A star is born (Cooper, 2018) que además propone una puesta en cámara y un trazo atractivo. Lo diseñado en Vox Lux palidece por plano, largo y… ridículo. Aunque siendo justos, el bloqueo de las escenas durante el concierto  logran sumergir a su protagonista en un espectáculo patético que sí transmite un nervio mientras una brillante Natalie Portman ejecuta a su personaje que domina con soltura, ella es la razón única para echarle una mirada al filme, su interpretación es la luz en la negrura de un argumento que de hacerle justicia la tendría contendiendo por varios galardones que le arrebataría a –paradójicamente– una cantante (Lady Gaga).

Vox Lux se une a las películas que pretenden más de lo que su argumento les permite, es como su soundtrack: sintética, mediana y plana. Su valor radica en mostrarnos –una vez más– que cuando hablamos de Natalie Portman hay que ponerse de pie y contemplar a una actriz que domina absolutamente cualquier papel que llegue a sus manos.

Soundtrack: https://youtu.be/MnHO3hdHfN8

Gerardo Herrera

Guionista, cofundador y editor de Zoom F7

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Crítica

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